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Modos de ver

Una pegatina en el soporte de una señal en una zona de aparcamiento de la Avenida Marítima muestra la palabra "contemplar"

Pegatina en el soporte de la señal de la zona de aparcamiento de la Avenida Marítima con la palabra 'contemplar'. M. DE SANTA ANA

El reportero se desplaza a pie por la Avenida Marítima en dirección El Puerto-Las Palmas. Transita por el lado peatonal de la vía que colinda con los edificios y a tal efecto camina, naturalmente, con los ojos abiertos, pues de no ser el caso, dado que carece de las destrezas de los invidentes, se expondría como poco a acabar en Cruz de Piedra, Lomo Blanco, Los Llanos de María Rivera o cualquier otro punto de Las Palmas, que no en Las Palmas, a donde quiere ir. Esto en el mejor de los casos. En el peor, podría convertirse en objeto de una noticia redactada por un compañero de la sección de sucesos de este periódico: "Muere atropellado un periodista que caminaba por la Avenida Marítima con los ojos cerrados". De modo que el reportero anda por la Avenida Marítima, como se ha dicho, con los ojos abiertos, como también se ha dicho, por el lado peatonal de la vía que colinda con los edificios, como igualmente se ha dicho, en dirección Las Palmas, como muy bien se ha dicho, cuando en la zona de aparcamiento que se extiende ante el Edificio de Alféreces Provisionales encuentra que en un soporte de la señal de la zona hay una pegatina con la palabra "contemplar". ¿Contemplar?

¿Por qué "contemplar"? Para empezar esta palabra, cuanto más en solitario, es del todo inhabitual en el vocabulario de las tribus urbanas que llenan de firmas y sentencias máximas la ciudad, Las Palmas, al menos. Frecuentes son, por el contrario, los nombres o pseudónimos de los autores de las inscripciones, las referencias al órgano genital masculino, y la exaltación del mundo del skateboard, antes llamado sancheski, así como los improperios contra las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Pero, "contemplar", ¿acaso los transeúntes potenciales destinatarios de este mensaje no se ocupan en contemplar? Pues, tal vez no. Es bien posible que la mayoría solo se dedique a ver sin contemplar.

El Diccionario de la Lengua Española registra dos acepciones del verbo contemplar: "Observar con atención, interés y detenimiento una realidad, especialmente cuando es tranquila y placentera o cuando se hace con pasividad" y "reflexionar serena, detenida, profunda e íntimamente sobre la divinidad, sus atributos y los misterios de la fe". De modo que se puede ver sin contemplar, como se suele hacer cuando se discurre por un itinerario sobradamente conocido, para muchos el lado peatonal de la Avenida Marítima que colinda con los edificios, y cuando lo que se extiende ante los ojos no es considerado particularmente digno de ser atendido con demora y delectación, caso probable de la explanada de aparcamientos ante el Edificio de Alféreces Provisionales. Pero entonces, ¿exactamente qué hay que contemplar si se atiende a esta pegatina que alguien se tomó el trabajo de confeccionar, imprimir y pegar en el soporte de la señal?

Quizá su autor lo que pretende es que se contemple la pegatina misma, pero, per se, esta posibilidad abre a su vez infinitas otras. Una es que sugiera que para contemplarla hay que detenerse y girar lo que se pueda la cabeza hacia la derecha, pues la pegatina con la palabra "contemplar" está colocada verticalmente hacia abajo. Bien es verdad que, dada la estrechez del soporte, no podría colocarse horizontalmente pero su autor pudo ponerla en otro sitio. También pudo adherirla verticalmente hacia arriba, con lo que hubiese obligado al contemplador a girar la cabeza hacia la izquierda lo que le fuere posible, pero por la razón que sea no lo hizo. Otra posibilidad, si de lo que se trata es de contemplar la pegatina misma, es llamar justamente la atención sobre ello, sobre su condición misma de pegatina, pues hasta no hace tanto las únicas inscripciones urbanas subrepticias eran las pintadas, realizadas principalmente con aerosoles, y, más episódicamente, incisiones en muros, bancos, árboles y otras superficies sólidas. Todas éstas eran de carácter artesanal, en tanto que las pegatinas, que el abaratamiento de los ordenadores y las impresoras ha hecho accesibles a la mayoría de los ciudadanos, se corresponden con la cultura de la era de la reproductibilidad técnica, ésta en la que, según un filósofo famoso, se está perdiendo el aura que transmitían las imágenes a sus contempladores. Igual es que el autor de la pegatina ha leído al filósofo. Vaya usted a saber.

Otra posibilidad es que el autor de la pegatina sugiera que todo es digno de ser observado "con atención, interés y detenimiento", como dice el DLE, lo mismo el Atlántico que se extiende al otro lado de la Avenida Marítima que la zona de aparcamiento ante el edificio de Alféreces Provisionales. Todo en la ciudad, entonces, si se lo mira con extrema atención, es potencialmente fascinante por el mero hecho de aparecer, pese a lo ordinario o banal que pueda resultar en principio. En esto el autor de la pegatina también podría reclamarse de un linaje que incluye a poetas como Williams Carlos Williams, a artistas como Robert Smithson, a arquitectos como Alison y Peter Smithson y hasta, aunque parezca contradictorio, al filósofo de antes.

En fin, puede así mismo que lo que quisiera comunicar el autor de la pegatina fuese más bien la segunda acepción que da el DLE al verbo contemplar, recuérdese: "reflexionar serena, detenida, profunda e íntimamente sobre la divinidad, sus atributos y los misterios de la fe". En esto podría hacer suyo aquello del historiador del arte Aby Warburg de que "el buen dios habita en los detalles", o lo de Fray Luis de León, para quien poetizar no es otra cosa que contemplar y que contemplar es templarse-con, lo que uno ve, con el mundo; es decir ponerse en armonía con la totalidad, con el Todo. Incluso puede que el autor de la pegatina con quien se identifica sea con San Juan, quien asegura que "en el estado mesiánico ya no habrá mar". Para ello mejor, entonces, que contemplar el mar en la Avenida Marítima es irse entrenando con la zona de aparcamiento ante el Edificio de Alféreces Provisionales.

Sea por una de las razones expuestas o por otra, o bien por ninguna de ellas, o, incluso, por todas a la vez, que su artífice decidió colocarla en el soporte de la señal del aparcamiento ante el Edificio de Alféreces Provisionales, el caso es que este reportero no ha visto ninguna pegatina igual, con la palabra "contemplar", en ningún otro punto de Las Palmas. Quizá es que después de colocarla su autor decidió retirarse del mundo para dedicarse a la vida contemplativa. En cualquier caso no es descartable que, en el supuesto remoto de que alguien del Servicio Municipal de Limpieza lea este reportaje, venga en algún momento un operario, coja este pegatina que dice "contemplar" y la retire sin contemplaciones.

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