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Historia

Dos grandes vuelos

Recuerdo y homenaje al 'Plus Ultra' y a la 'patrulla Atlántida' por su enorme significado en la historia de la aviación de Canarias

Los protagonistas de la hazaña del 'Plus Ultra', en un cartel. LA PROVINCIA / DLP

El martes 24 de diciembre pasado, LA PROVINCIA / DLP recordaba, a través de la exigente pluma del piloto e investigador aeronáutico don Cristóbal Alzola Linares, experimentado y entendido aviador, casi 20.000 horas de vuelo en su haber, e infatigable estudioso y escudriñador de nuestra aviación, la llegada de la primera aeronave, por sus propios medios, a Gran Canaria y lo que esto significaba: "?Fue el precursor de los millones de aeronaves que, durante un siglo, han llegado a Canarias trayendo riqueza y turistas, además del inestimable servicio de transporte rápido y seguro proporcionado a los canarios?". Un siglo de aquel vuelo que abrió los portales aéreos a la aviación de Canarias y que recordaba a Lefranc, Rouhaud y al hidroplano Georges Levy-Le Pen GL-40 (HB-2), de la aeronáutica naval de Francia.

Siete años después, el 22 de enero de 1926, la población palmense miraba al cielo asombrada y después a la bahía de La Luz, para ver cómo un "avión-canoa" se posaba en nuestra mar y se dirigía al frente del antiguo Real Club Náutico. Era, ni más ni menos, que el Plus Ultra y su tripulación heroica: Franco, Ruiz de Alda, Durán y Rada; avión y heroicos tripulantes que horas antes habían salido de Palos de Moguer (Huelva) para cruzar, por primera vez en un solo avión, el Atlántico-sur.

El paso del tiempo, ya 94 años de aquella hazaña, nos ha confirmado el protagonismo de Gran Canaria como plataforma y lanzadera aeroespacial y, en general, la importancia del desarrollo de la aviación en Canarias, que se hizo especialmente palpable en la celebración, en 2013, del Centenario de la Aviación en Canarias. Sigo pensando y considerando que Gran Canaria y su espacio empresarial aeronáutico y también, indudablemente, el empresariado turístico, están en deuda con la aviación de Canarias, un débito o compromiso que, desde hace años, hemos señalado se podría satisfacer con la erección de un monumento a esa aviación, a nuestra aviación civil, militar y deportiva, en esa Rotonda de la Aviación (frente al auditorio Alfredo Kraus) que espera, desde 2013, la gran obra. El recuerdo del primer vuelo de un avión a motor sobre la tierra y el cielo de Canarias, se hizo realidad, desde 2014, en la siguiente rotonda, la del Bleriot XI (frente al aparcamiento de Sagulpa). Nunca agradece-remos bastante a la aviación su papel protagonista en todos los ámbitos de nuestra sociedad: el aeropuerto de Gran Canaria o de Benito Pérez Galdós en un futuro y el Puerto de La Luz, son los soportes fundamentales de nuestro desarrollo.

Dejo aquí esta digresión para continuar con lo que nos ocupa en relación al Plus Ultra y otros grandes vuelos. La aeronave que utilizó Ramón Franco para cruzar el Atlántico-sur fue un hidroavión Dornier Do J Wal, militar, normal, modelo 1923. Disponía de dos motores Rolls-Royce Eagle IX de 360CV; su longitud sobrepasaba los 17 metros, siendo la velocidad máxima de crucero de 155km/h, tenía una autonomía de 10 horas (1.200km.) y podía alcanzar un techo de 3.500m. Los primeros Wal fueron construidos para España en 1922 en Pisa (Italia), al no poderlos fabricar la empresa en Alemania.

El recorrido del Plus Ultra fue: Palos de Moguer (Huelva)-Las Palmas-Porto Praia-Pernambuco-Río de Janeiro-Montevideo-Buenos Aires. El Plus Ultra, el miércoles 10 de febrero de 1926, voló sobre la capital bonaerense y el monumento a Colón, antes de amarar en el puerto. El piloto Ramón Franco entregó al presidente Alvear un mensaje del rey de España que siguió, con atención, toda la travesía. El vuelo fue la admiración del mundo de la aviación.

Esta gran hazaña aérea significó para España el conocimiento de esta ruta y la posibilidad de establecer conexión regular con el continente americano; también, la de un hermanamiento de las dos orillas y el reflejo de que España no olvidaba a América. Por otra parte, Gran Canaria, se convertiría en una plataforma o lanzadera de la incipiente aviación nacional, incluso de las apetencias comerciales de líneas aéreas extranjeras.

No podemos olvidar otro gran vuelo de la aeronáutica militar española que también pasó por Gran Canaria, a su ida y a su vuelta a Guinea Ecuatorial, me refiero al protagonizado por la denominada Patrulla Atlántida, un vuelo en formación de tres hidroaviones Dornier Wal, al frente del cual iba el comandante don Rafael Llorente Solá. Por Gran Canaria pasó el 12 de diciembre de 1926 y a su regreso lo hizo el 10 de febrero de 1927.

El largo recorrido fue: Melilla-Casablanca-Las Palmas-Port Etienne-Dakar-Conakry-Monrovia-Gran Bassau-Lagos-Santa Isabel. Al regreso, con algunos cambios en las escalas, la Patrulla visitó Villa-Cisneros y Arrecife de Lanzarote.

Del libro Crónicas olvidadas o inéditas de nuestra Aviación y referencias aeronáuticas de Canarias (Las Palmas de Gran Canaria, 2013), recojo algunas notas sobre los motivos principales de este gran vuelo, también clasificado de gran hazaña. Uno de los principales fue mostrar el interés de España por Guinea y por sus necesidades; también, el estudio de esta ruta aérea y no menos importantes fueron las razones científicas: ampliar los conocimientos topográficos y perfeccionarlos, estudio de la climatología, etnografía, productos del país; asimismo, se realizaron fotografías y una nueva planimetría.

La Patrulla voló un total de 15.047 kilómetros, a una velocidad media de 124km./h. durante un tiempo de 121 horas. La Patrulla Atlántida recibió el premio Harmon que otorgaba la Liga Internacional de Aviadores.

Los caminos del cielo, año tras año, conforman la historia de nuestra aviación? ¡Alabanzas a nuestros héroes y a los que hacen posible que se pueda escribir y recordar estas historias!

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