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Un 'Valbanera' de cajas de fruta

El artesano José Cáceres construye maquetas a escala a partir de materiales reciclados

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Maquetas de José Cáceres con materiales reciclados

El artesano José Cáceres recupera historias del pasado en cada una de las maquetas que confecciona con material reciclado y que se pueden ver hasta este viernes en la sala de la Fedac del Cabildo de Gran Canaria. Entre sus manos inquietas vuelven a la vida históricos barcos de vapor, como el Correíllo de La Palma o el buque Valbanera, que naufragó entre las costas de Cuba y Florida el año 1919, con cerca de 400 pasajeros canarios a bordo. Pero como los 122 metros de eslora del buque original no entran por la puerta, Cáceres lo construyó a escala, con una longitud de dos metros y medio. Al navío, construido en Glasgow y entregado a la Naviera Pinillos en 1906, no le falta detalle. Tanto es así que incluso flota y está ya listo y preparado para su botadura.

Otra de las piezas históricas que aún pueden verse en la exposición es el primer avión "que echó a volar" en el año 1903, como cuenta el artesano, y que permaneció en el aire apenas 59 segundos, tras ser impulsado por una catapulta externa. El primitivo artilugio volador que construyeron los hermanos Wright, inspiró a este canario para fabricar la maqueta del Flight I, el primer avión de la historia, a base de cajas de frutas y sábanas que, al emapapar en té, toman un aspecto amarillento en el que se refleja el paso del tiempo y la imaginación del artista. Otra de sus obras aeronáuticas fue la reproducción a escala de la máquina voladora que inventó Leonardo da Vinci, entre finales del siglo XV y principios del XVI.

A este vecino de La Isleta, de toda la vida, no le dejaban jugar al fútbol de pequeño porque era "más malo que la peste", así que él, resignado a su ostracismo futbolero se entretenía construyendo cohetes, aviones y cometas que echaba a volar y regalaba a otros chiquillos. Y así sigue, cuarenta años después, transformando el aburrimiento y las horas muertas en auténticas obras de arte en miniatura, aunque algunas miden más de dos metros. "Cuando salgo del trabajo, en vez de ponerme la tele, me pongo manos a la obra", explica.

Tras una semana de exposición, en la que ya ha vendido la mayoría de las piezas, aún puede verse el faro de más de un metro que hizo con cajas de galletas recubiertas con arena de las playas de El Confital y Melenara. Una copa invertida hace de la lámpara que guarda la luz que guía a los marineros.

Historias del pasado perdidas en el Atlántico que Cáceres recupera en forma de pequeñas barcas balleneras, botes de vela latina o las barquillas en las que cientos de cambulloneros, como su tío José Cáceres Peñate, trasegaban el Muelle Grande, de La Isleta al Refugio, como escribiera Néstor Álamo.

Siendo pintor de profesión, José Cáceres ha desarrollado parte de su actividad pintando barcos, anclado a la vida marítima de la ciudad que ahora imita en sus creaciones. No en vano, su padre, José Manuel Cáceres, se dedicó siempre a la electrónica naval y se llevaba a su hijo, hoy un gran artista manual, a acompañarle en las faenas, para que así su madre, María Magdalena, "se quedara un rato tranquila" de las travesuras del chiquillo. Y es que en la infancia se va perfilando el adulto que vendrá. "Cuando los Reyes Magos me traían regalos, yo me dedicaba a desarmarlos por dentro", añade el artesano.

Aunque lleva toda su vida reutilizando los materiales que él mismo desecha y los que se encuentra por la calle, no deja de tener un punto profético, ya que el futuro que se avecina está fuertemente ligado al reciclaje y el consumo consciente. "Cuando me encuentro una botella de agua en la calle, no veo una botella, veo otra cosa", explica Cáceres. Así, en los enganches de los zarcillos él ve los mecanismos de las poleas de sus barcos, en los palos de las piruletas, él ve pescantes de buques y de los rollos de papel higiénico, él imagina chimeneas.

Pero no sólo de barcos va la cosa, aunque en esta última exposición hallan sido el motivo predominante. Hace años ya realizó una muestra de la película de Stars Wars, llegando a construir una nave espacial de seis metros que le encargó una gran juguetería de Las Palmas de Gran Canaria para colocar en el techo, sujeta con cables de acero. La próxima exposición que realice, en la que ya está cavilando, girará en torno a la historia medieval y el Castillo de la Luz será uno de los guiños al legado de la ciudad. Cáceres confiesa que ya tiene ganas de "descansar un poco de los barcos" y embarcarse en una nueva aventura a partir de los materiales que la calle y su imaginación le den. Lo que tarde dependerá del tiempo que le deje su trabajo como pintor para entregarse a su hobby y pasión, la construcción de maquetas híperrealistas y hermosas.

Además, hace trabajos por encargo. Desde construir maquetas prefabricadas que sus clientes no logran montar por sí mismos, hasta pintar murales de comercios y centros comerciales, como el Tamarana, hoy cerrado. En una ocasión, una pareja acudió a él con una maqueta de un barco destrozada, porque se le había caído "una maleta encima", al traerla desde las Islas Mauricio. Cáceres la restauró y debió de hacerlo con bastante maña y buen gusto, ya que, aparte del precio estipulado, se llevó una propina de 200 euros por la calidad de su trabajo.

Volviendo a la espectacular maqueta del buque Valbanera, que simboliza una de las mayores tragedias de la historia, este ejemplar es el cuarto que ha fabricado. De hecho, en el año 2018 el museo Elder le encargó una de las maquetas para conmemorar el centenario de la tragedia, que se celebró el 10 de septiembre de 2019.

El Correíllo de La Palma es otro de los barcos históricos que han vuelto a la vida entre las manos de José Cáceres. Este vapor de pasaje, que fue botado en los astilleros de Middlesbourgh en 1912, se dedicó al transporte de correo postal, carga y pasaje y fue el primer buque en recibir la certificación de buque histórico, formando así parte del Inventario General de Bienes Muebles del Patrimonio Histórico Español.

La muestra de maquetas hechas a partir de materiales reciclados se podrá visitar hasta el próximo viernes. Cuando tomarán el relevo, con calma y buena letra, el elenco de artesanos que el Cabildo de Gran Canaria promociona en el espacio de la Fedac, en la calle Domingo J. Navarro. Quien lo desee, tiene dos días para disfrutar de las joyas navales que construye José Cáceres.

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