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105 años y tres generaciones en el asadero

El centenario fundador de La Brasa, Juan Cárdenes Guerra, celebra su cumpleaños orgulloso del negocio de pollos cocinados al carbón, que lleva abierto desde 1963

105 años y tres generaciones en el asadero JUAN CARLOS CASTRO

A sus 105 años de edad, Juan Cárdenes Guerra mantiene intacto el recuerdo de cuando decidió convertir el bajo donde vivía con su familia en Tomás Morales, en lo que ahora es el Asadero La Brasa, conocido por ser el único de la ciudad en asar el pollo en tradicionales hornos de carbón. Y por llevar 56 años al pie del asador.

Natural del municipio de Tejeda, de la calle La Tosca, siendo niño se hubo de trasladar junto a sus seis hermanos y sus padres, Abraham Cárdenes y Sinforosa Guerra, hasta una finca en la localidad de Telde, donde cultivaban lo que la escasez les permitía y vendían el queso o la leche que sus cabras producían.

Dada la dificultad para vivir de la agricultura, la familia marchó a Teror en busca de un posible trabajo que llevara "comida a la mesa". En la villa mariana fue donde el centenario fundador del Asadero comenzó sus estudios, que continuaría en el instituto de segunda enseñanza del Barranco Guiniguada y finalizó más adelante en la Escuela de Comercio, donde se colegió como agente comercial.

A los 18 años le tocó incorporarse a filas, donde desempeñó labores como transportista y conductor y se libró de ser trasladado al frente, corría el año 1923 y la dictadura de Miguel Primo de Rivera aun se prolongaría hasta 1930. Andando el tiempo, conoció a la que ha sido su mujer durante 75 años, Olga Martín Suárez, que a día de hoy sigue a su lado, con 96 años a las espaldas.

Los recuerdos de toda una vida los atesora en su robusta memoria, pero también en un pequeño libro biográfico que sus hijos Juan, José Luis y Mario Cárdenes Martín regalaron el año pasado a su progenitor y a ellos mismos, que conservarán sus palabras para la posteridad. Con la mirada tranquila y un hilo de voz clara y serena, el centenario Juan Cárdenes se emociona al recordar a su gran amigo, Manuel María Da Silva, un comerciante portugués que tuvo un papel fundamental en la gestación del Asadero y en la vida de la familia afincada, aún hoy, en la calle de Tomás Morales. Da Silva, ya fallecido, conoció al fundador de La Brasa porque ambos se dedicaban al comercio, trasegando con proveedores y transportistas de España, Portugal y más adelante, también de Cabo Verde.

Mario Cárdenes, el menor de los tres hermanos, es quien tomó las riendas de la empresa familiar tras la jubilación de su padre a los 65 años. Aunque quedó libre de obligaciones laborales al jubilarse, continuó echando una mano y dejándose caer por el local hasta que cumplió los 85. A día de hoy, con 105 años cargados de recuerdos, acude de vez en cuando a recoger su ración de pollo para almorzar, y es que en casa de este herrero no se usa cuchara de palo.

Borja, Braulio y José son los tres empleados que atienden con amabilidad y diligencia las colas que se forman para recoger las comidas que preparan. Ensaladas, costillas, paleta de cordero, piña asada o tortilla de papas, son sólo algunos de los platos que ofrecen, además del protagonista principal: los exquisitos pollos a la brasa. A Cárdenes hijo, hace tiempo que se le pasó por la cabeza la posibilidad de hacer una franquicia y expandir su idea de negocio a lo grande, pero finalmente optó por abrir una filial en la calle Fernando Guanarteme número 3. En este asadero, Víctor, Joel y Freddie trabajan al pie del cañón para que nadie se quede sin la su ración.

En el año 1963 se abre el Asadero La Brasa, tras cuatro años de intenso trabajo tanto en la reforma del edificio donde se ubica, como en el papeleo necesario para llevarlo a cabo. Conseguir todos los permisos del Ayuntamiento no era cosa fácil por aquel entonces, ya que la política municipal "no era como ahora", sino que dependía más de "conseguir amigos" en el consistorio o algún funcionario que "te aprobara el proyecto". Así fue como, tras mucho ir y venir solicitando licencias y haciendo consultas, Juan Cárdenes logró obtener las autorizaciones necesarias para abrir su negocio. Desde entonces, ya son tres generaciones echando leña al fuego en el que se doran los únicos pollos a carbón de la ciudad. A día de hoy es uno de los 23 hombres de más de 100 años en Gran Canaria, según datos del Instituto Canario de Estadística (Istac) de 2019.

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