¿Cuántos carnavales lleva para el cuerpo?

Llevo 15 años siendo el director artístico, lo que incluye una parte de producción y se cumplen 25 años que el Carnaval llega al parque Santa Catalina y como anécdota puedo contar que yo ese año actué como actor con Clapso en la gala del cine con un espectáculo que se llamaba Dragcula. A partir de ahí mi vinculación con el Carnaval ha sido como un viaje. En las dos primeras galas estuve de colaborador artístico y desde 1997 hasta 2004 fui ayudante de dirección y producción con Anatol Yanowsky.

¿Cómo se logra no caer en la rutina?

El Carnaval es el reino donde todo es posible, pero laboralmente no es así. Es decir, yo no estoy en el Carnaval porque apareciera en aquella gala actuando, sino porque mi trayectoria como profesional de las artes escénicas, fuera del Carnaval, ha ido in crescendo. Yo no solamente trabajo en el Carnaval y me he quedado ahí, sino que he luchado para mantener mi compañía y cada vez me doy más cuenta que estoy en el Carnaval por todo lo que hago fuera de él. Y he conseguido un respeto porque lo que sí han evolucionado mucho y más deprisa son las artes escénicas y eso ha hecho que desde el 2004 hasta hoy haya habido una evolución en la tecnología, en el lenguaje creativo, pero también con la incorporación de la televisión que es lo que me hace no repetirme. También he cambiado los equipos, he trabajado con seis escenógrafos, diez coreógrafos, he trabajado a veces con compañías de teatro que nos hemos traído de Alemania o Francia y eso es lo que te permite también evolucionar.

¿Y cómo se mantiene la creatividad?

Primero, estando pendiente de todo. El Carnaval es una fórmula, pero es verdad que desde aquellas primeras galas ha habido un cambio y he pasado por todo, desde los peces gigantes de Plasticiens Volants a hacer cosas mucho más musicales. Siempre apoyando también la creación canaria, porque le hemos dado cabida también a muchos artistas y nos hemos nutrido de la creatividad de cantantes, actores y bailarines de aquí. Por ejemplo, José Carlos Campos tiene un recorrido en Canarias como actor que lo lleva a ser maestro de ceremonias en París . Otro ejemplo es el de Saulo Sarmiento, que en la gala del Quijote, en la que el tendría 16 o 17 años, ya estaba en una escuela de gimnasia deportiva y salía haciendo acrobacias y ahora está en el Circo del Sol. Siempre he tenido como una marca que el Carnaval sea escaparate de ese talento y el Carnaval forma parte del bagaje de muchos artistas.

¿Cómo se presenta el Carnaval de los cuentos?

Creo que se presenta muy positivo, porque cuando coges un tema tan ilustrativo es muy fácil ilusionar a la gente. La gente está ilusionada porque tiene muchas referencias de las que disfrazarse y cada uno hará su versión.

Se está trabajando para conseguir ser Fiesta de Interés Turístico Internacional. ¿Qué se está haciendo ? ¿Cómo fue en Fitur?

Colaboro con la Sociedad de Promoción en la planificación de actividades como Fitur, aunque yo no he estado. Creo que hay que valorar lo que significa tener esa protección de Fiesta de Interés Turístico Internacional, porque aparte de la imagen, es un reconocimiento que algunos años nos habría hecho falta como el que hubo la denuncia por parte de un vecino. Es decir, no es ninguna cosa simbólica, sino que tiene un peso en la interpretación incluso de una sentencia.

¿Cómo habría influido?

Pregúntale a Santa Cruz que es Fiesta de Interés Turístico Internacional desde el año 70. ¿Por qué? Porque detrás de este título que un estamento, europeo en este caso, te está dando un valor no solo en los aspectos promocionales. Es decir, ¿hasta dónde una fiesta de interés turístico prevalece por encima de una queja de un vecino? Porque los datos a veces no se tienen en cuenta: el Carnaval es un motor económico en Las Palmas de Gran Canaria mayor que la Navidad.

Este año se ha aprobado un incremento del presupuesto para el Carnaval, ¿hacía falta?

Desconozco el dato exacto, pero está ya gastado. Quiero decir, el Carnaval se había perdido con la crisis, se habían reducido más de un 25% todos los presupuestos y ha habido un compromiso de aumentarlo por parte del grupo de gobierno, porque el presupuesto no ha subido en comparación con el de 2003, sino que se ha recuperado el que teníamos antes de la crisis. También ha aparecido un elemento nuevo: la seguridad. La seguridad hasta hace cuatro o cinco años era algo que se solventaba con los medios públicos, hoy en día, cerrar la ciudad para una cabalgata lleva un dispositivo de seguridad que cuesta un dinero, al margen del que ya está estipulado en los presupuestos porque son empresas especializadas.

¿Hacia dónde camina la fiesta?

Yo siempre pongo un ejemplo muy bonito que tiene que ver con cuando Sergio Macías presentó el espejo y decía que reflejaba el pueblo. Yo siempre he dicho que el Carnaval es el reflejo de la ciudad. Es decir, cuando la ciudad tenía una noche gamberra, la noche del Carnaval era gamberra. Cuando la ciudad tenía un ocio nocturno, vamos a llamarlo vacío, el Carnaval ha ido hacia una noche vacía. Creo que el Carnaval va tan deprisa que eso es un retrato y sabes en el año en el que estás, porque es una fiesta muy joven. El carnavalero añejo a veces se desconecta de la fiesta porque se la han arrebatado los que la viven, y los que la viven ahora no son los mismos que hace 25 años. Por eso esa frase que parece un poco manida de que el Carnaval es del pueblo, porque el que la vive la hace suya. Creo que la tendencia que más está subiendo es el Carnaval de Día, se está recuperando el disfraz y la ciudad está bastante receptiva a la performance.

La participación sigue aumentando en el Carnaval, ¿a qué diría que se debe?

Se ha hecho un trabajo en los últimos cuatro o cinco años de incentivar la participación ofreciéndoles. Porque el participante hace una inversión en el Carnaval, salvo las murgas y comparsas que reciben una ayuda, que en realidad es una contratación, hay muchos grupos de disfraces, drags, diseñadores, que invierten en el Carnaval. Y creo que a través del marketing, la apuesta más televisiva y de espacios publicitarios, muchos pequeños y medianos empresarios, más los grandes, reciben su contrapartida con lo cual el trabajo en ese sentido se está cuidando. También hay otra cosa que es generacional, se está trabajando mucho la cantera, por ejemplo, si fuera más asequible acceder a la gala Infantil, habría más niños. Pero ilusión y ganas hay porque eso se ha fomentado.

Este año un chico quiso presentarse a la gala de la Reina. Usted ya dio su opinión, pero ¿cree que la tendencia es que haya una evolución como ha habido en otras galas?

Yo creo que sí, creo que la gala de la Reina, que es un símbolo, o bien se crea la Reina y el Rey, que ya lo hay en otros lugares, o se crea un modelo de espectáculo diferente. Pero como todo, la respuesta está en la calle. En el momento que algún creativo exponga un nuevo concepto de participación, las normas se adaptarán, pero nosotros no podemos forzar como organización. Cuando se inscribió el niño fue porque un padre vino y preguntó hasta qué punto podía hacerlo con un traje de fantasía hecho para un niño y abrió un debate que ya estaba sobre la mesa y ya se ha normalizado. Creo que el debate de la gala de la Reina está donde tiene que estar, que es en el seno de los diseñadores que al final son los que hacen los trajes. Hay diseñadores que ven la Reina como un símbolo inalterable, otros que están dispuestos a compartirlo con el Rey y unos más avanzados que entienden que en un momento dado sea sin género. Y las tres cosas son viables.