La Luz cuenta con la primera planta de todo el sistema portuario español que permite reciclar las aguas residuales de los buques a través de un proceso físico-químico. La empresa de recepción de residuos portuarios Transvirgin presentó ayer el nuevo equipamiento, un innovador sistema creado y desarrollado en el Archipiélago que a través de varios tanques y filtrados es capaz, en un espacio de no más de 50 metros cuadrados, de filtrar y limpiar hasta 480 metros cúbicos al día para que puedan volver a ser destinados a diferentes usos. El proyecto está basado en los principios de la economía circular, ya que permite tomar "una materia prima que ha sido transformada y es un residuo para volverla a convertir en materia prima", según explicó el consejero delegado de la compañía, Sergio Socas, durante la inauguración de este equipamiento.

La principal diferencia entre esta y otras plantas de depuración existentes en recintos portuarios radica en el procedimiento escogido para limpiar las aguas. En vez de acudir a tratamientos biológicos, como ocurre habitualmente, el proyecto de Transvirgin logra revalorizar el líquido a través de una serie de fases consecutivas en las que se combinan elementos químicos con procesos físicos hasta obtener un producto final "de alta calidad" destinado a fines como el riego, la limpieza, las demoliciones o la construcción, de acuerdo con Socas.

El proyecto, que ha supuesto una inversión por encima de los 700.000 euros, coloca al Puerto de La Luz como referencia dentro del sistema estatal en cuanto al tratamiento de los residuos que generan los buques y mejora su posicionamiento con las políticas ambientales que impulsan tanto la Organización Marítima Internacional -las denominadas aguas grises cuentan, de hecho, con un convenio específico elaborado por la OMI- como Puertos del Estado. A juicio de la técnico de Medio Ambiente de la Autoridad Portuaria Nieves Hernández, que participó en la presentación, la infraestructura demuestra que "un puerto verde es compatible con un puerto logísticamente eficiente". El presidente de los Puertos de Las Palmas, Luis Ibarra, también destacó el aporte que supone este equipamiento al catálogo de servicios del re-cinto capitalino y a sus obligaciones medioambientales -"Damos un salto de calidad en nuestros objetivos", incidió- y subrayó los avances que experimenta La Luz por "empresas canarias de segunda generación que van en la línea adecuada para que el valor añadido se quede en nuestra tierra".

La normativa internacional que regula el tratamiento de estas aguas establece que los buques pueden descargarlas en mar abierto siempre que lo hagan con una determinada cadencia y a más de 12 millas náuticas de la costa, aunque también advierte acerca de los riesgos que acarrea esta práctica, ya que este tipo de residuos "pueden provocar el agotamiento del oxígeno y una contaminación visual obvia en zonas costeras" si no han sido depurados previamente, de acuerdo con la OMI.

El consejero delegado de Transvirgin indicó ayer que una de las ventajas que presenta la nueva planta para las navieras es que, gracias a ella, podrán obtener certificados ambientales emitidos por Transvirgin. En ellos se acreditará que sus embarcaciones cumplen con los principios de la economía circular y residuos cero.

La limpieza de las aguas residuales empieza cuando las cubas que descargan los líquidos de los buques llegan a la planta de Transvirgin. Allí, tras el bombeo desde los camiones, tiene lugar una primera fase de clarificación que consiste en la combinación de un producto quí-mico con aire en un gran tanque, de modo que se pone en marcha el proceso, según explicaron ayer in situ los responsables de la planta. Con este paso comienza la separación del agua y del fango, proceso que se acelera durante la segunda fase del tratamiento.

El reactor físico-químico implementado en las instalaciones de Transvirgin es el 'corazón' de la planta y tiene como misión completar la segregación del agua y el fango. Para ello, los residuos procedentes de los buques son sometidos en su interior a una agitación con el mismo producto químico utilizado en la primera fase. A partir de ahí ya solo resta llevar los distintos productos generados durante el proceso por caminos diferenciados, para lo que la planta cuenta con unos filtros de anillas. El agua limpia pasa a un gran tanque una vez concluye el proceso. Desde ahí, el líquido tiene dos posibles destinos finales. El agua puede ser vertida a la red de saneamiento cumpliendo con la normativa o bien comercializada -ese, al fin y al cabo, es el objetivo último de esta planta- a usuarios que la quieran utilizar.