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Puerto Las naves del misterio (XXI)

Duques de York... y de Gran Canaria

Los duques de York, que accederían al trono británico años después por mor de la abdicación de Eduardo VIII, hicieron una escala Gran Canaria en 1927 camino de Australia

El 'Renown', en una imagen posterior a la I Guerra Mundial. LP/DLP

Que en Canarias -al menos, en sus elites urbanas- hay querencia por el Reino Unido no es ninguna novedad. Superada la etapa de la piratería, los británicos llegaron a las Islas implantando negocios y promoviendo infraestructuras como el Puerto. Su influencia era notable incluso en lugares como La Isleta, donde un cartel de la 'Grand Canary Engineering Co.' dio durante años la bienvenida a la Isla a quienes arribaban a La Luz. Con esos antecedentes, la visita de los por entonces duques de York, Jorge e Isabel, no pasó desapercibida en la ciudad.

El Diario de Las Palmas anticipó la visita ducal a través de anuncios oficiales del Consulado británico en la ciudad. Durante varios días, el vespertino publicó una nota en inglés dirigida a todos los británicos de la Isla para que asistieran a la recepción organizada en homenaje a la pareja con el objetivo de saludar a los expatriados que residían aquí. "Se espera que asistan tantos miembros de la comunidad como sea posible", rezaba el texto, "para desearles todo el éxito en esta importante misión en la que representan a Su Majestad el Rey".

Los padres de la futura Isabel II viajaban a bordo del Renown, un acorazado construido 10 años antes y que a comienzos de la década de 1920 ya había llevado a quien por entonces era el príncipe de Gales -el futuro Eduardo VIII- hasta Oceanía. En esta ocasión, los duques de York también tenían como destino final de su travesía Australia y la parada en Gran Canaria fue necesaria para aprovisionarse de 2.500 toneladas de aceites pesados para sus máquinas, material que para el ocho de enero ya se encontraba en la Isla transportado por el cañonero Prestol, según informó ese mismo día el Diario de Las Palmas.

El Renown llegó a Gran Canaria con puntualidad británica el 10 de enero a las 14.30 horas. El buque, de "26.000 toneladas de desplazamiento normal y 32.700 en plena carga" -así destacaba LA PROVINCIA un día después-, dio la vuelta a La Isleta y tras un viraje "avanzó rápidamente hacia el Puerto fondeando fuera de la dársena cerrada, frente al dique de La Luz", momento en el que cambió sus salvas con la batería de San Fernando de La Isleta, de acuerdo con la crónica del Diario de Las Palmas.

Para el Puerto, la escala de los duques de York fue todo un ejercicio de promoción comercial y relaciones públicas, aunque por aquel entonces ni siquiera se hubiera inventado este concepto. Al escoger La Luz "entre todos los puertos del Atlántico [...] se consagran el prestigio y la fama del Puerto por sus singulares condiciones y por los magníficos y rápidos servicios que presta", presumía el Diario de Las Palmas en su resumen de la visita.

También fue un escaparate de las clases dirigentes de la Isla, que se agolparon en el Club Náutico para conocer a los visitantes. "Los socios del club ocuparon las terrazas altas, dejando la baja a las señoras, autoridades y prensa", recogía LA PROVINCIA. El edificio, por entonces ubicado en Santa Catalina, estaba cubierto con alfombras y adornado "con trípodes de bronces, balandros, macetones y banderas" y para cuando llegaron el duque y la duquesa ya sonaba el God Save the King.

La comisión de la colonia inglesa organizó una visita de la pareja a algunos de los establecimientos británicos de más relevancia en la Isla. Sin embargo, en vez de dirigirlos al Puerto a conocer los astilleros o la casa Blandy optaron por llevarles a actividades más benéficas, como el hospital Queen Victoria o el Sailors Institute, una institución de raíz religiosa ubicada cerca del Mercado del Puerto y que ofrecía actividades de ocio a los marineros. Y tras las visitas, aún quedaba la reunión en el British Club, donde la pareja departió "con Mr Blandy y Miss Blandy", según detallaba LA PROVINCIA.

Tras los paseos y las recepciones, los duques ofrecieron una cena a bordo del Renown a la que asistieron varias autoridades de la Isla. Durante la velada, el futuro Jorge VI se interesó por los asuntos de España y anunció que su hermano, el príncipe de Gales, visitaría Madrid unos meses después. De acuerdo con el Diario de Las Palmas, también se mostró "encantado de nuestro clima, haciendo elogios de este puerto y del bello panorama que ofrece Las Palmas desde el mar". Y poco más: al día siguiente, el duque jugó un partido de tenis en el hotel Metropole y a continuación el Renown zarpó con rumbo sur. Unos días después, el Diario de Las Palmas aún publicaba algunos detalles sobre el recibimiento que tendría a su llegada a Australia. El resto es historia: tras el fallecimiento de Jorge VI fue nombrado rey Eduardo VIII, que abdicó poco después presionado por su relación con Wallis Simpson y su filonazismo. El duque de York llegó al trono en 1937 y falleció en 1952, año en el que comenzó a ocupar la corona británica quien ha sido su titular durante 68 años, Isabel II.

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