Con trece años, su hermana Juanita, la mayor, le hizo dos pantalones largos para que comenzara a trabajar en la perfumería de la calle Mayor de Triana, en Las Palmas de Gran Canaria. No se los quería poner por vergüenza ¿Cómo iba a llevar él pantalones largos si todos sus amigos los llevaban cortos? Se hizo grande y responsable casi sin querer, por obligación. El barrio de Las Alcaravaneras fue su cuna y escuela. Hijo de Calderín (Ezequiel Antonio Marrero Calderín) y de Piru (Pino Santana Pulido). Paquito fue un amante del cine Goya, donde embelesado aprendió con Pepe Monagas, Jorge Negrete, Pedro Infantes, Cantinflas y las películas del "jolijú" que empezaban por estos lares. A la Negra le compraba chufas y chochos, y en La Heladora, milhojas y leche merengada. Las llevaba a casa, donde las repartía entre hermanas y vecinas. Atravesaba los Arenales desde la calle Ingeniero Salinas hasta Guanarteme a buscar el litro de leche de vaca para sus hermanas. Obtuvo un empleo en la Banca, repartiendo correspondencia y de auxiliar de auxiliares. Estudió contabilidad en la Escuela de Comercio y pegó un salto a la Compañía Española de Petróleos (Cepsa), donde ejerció de jefe de Personal hasta su jubilación.

Hizo la mili en San Andrés por Tenerife y se carteaba con una estudiante de Magisterio que vivía en la calle Barcelona, Anita Santana Ortega, con quien formó una familia y tuvo cinco hijos; uno de ellos soy yo, junto con mis hermanos Ana, Zazu, Gemma y César. Paco, Paquito, vivió pegado a la calle, "con su gente y receptor de nuevas gentes, aunque fueran de ideas diferentes". Me enseñó que hay veces que se gana y otras se pierde, pero que lo importante es estar en la brega y aprender. Querido Paquito, Papá, gracias y hasta siempre.

Falleció el 17 de febrero de 2020. Sepelio el 18 de febrero de 2020.