En la bocana de La Luz no hay, por suerte, ningún campo de minas que pueda poner en peligro la seguridad de la que goza el tráfico marítimo del principal recinto de portuario de Canarias. Sin embargo, aunque a muchos les suenan a viejos conflictos marítimos, estos artefactos continúan siendo en la actualidad uno de los principales elementos de riesgo en cualquier conflicto naval debido a su emplazamiento, lo que dificulta su detección. De hecho, en pleno siglo XXI siguen encontrándose entre las armas navales más utilizadas en los conflictos asimétricos, debido a su bajo coste relativo y su peligrosidad potencial.

Contar con un canal de acceso despejado -o, si eso no es posible, ser capaces de navegar con la máxima seguridad por uno trufado con estas bombas submarinas- es uno de los primeros cometidos en caso de una escalada de la tensión bélica y por eso la capacidad de dar respuesta a estos artefactos suele ser objeto de concienzudos adiestramientos militares. De hecho, el más reciente de la Armada española está teniendo lugar durante estos días en aguas de Gran Canaria con tres de sus buques de acción marítima (BAM) como principales protagonistas.

Tres buques de acción marítima con base en el Arsenal de Las Palmas de Gran Canaria, el Rayo (P-42), el Meteoro (P-41) y el Relámpago (P-43), iniciaron ayer un entrenamiento que en principio los mantendrá ocupados hasta hoy. El ejercicio cuenta entre sus actividades con la denominada canal dragada, que consiste en realizar una navegación de entrada y salida con un buque en una zona en la que se simula un campo de minas, lo que supone limitar las capacidades de maniobra y de velocidad de la nave y, por lo tanto, requiere de una mayor pericia en el control de las embarcaciones frente a los elementos de la mar.

El adiestramiento de seguridad marítima es, en realidad, un ejercicio colectivo fruto de la colaboración de los tres ejércitos, que además han aportado su propio equipamiento para llevarlo a cabo con garantías de éxito. Tanto el Ejército del Aire como el de Tierra han desplazado varias de sus unidades aéreas -en este caso, helicópteros- para participar en el entrenamiento. El primero, con varias unidades Superpuma pertenecientes al Mando Aéreo de Canarias que tienen su emplazamiento habitual en la grancanaria Base Aérea de Gando. El segundo, con sus propios helicópteros con base en el Batallón de Helicópteros de Maniobra VI (BHELMA VI). Pertenecen al Mando de Canarias, que tiene su sede en Santa Cruz de Tenerife, aunque la base de los artefactos se encuentra en el aeropuerto de Tenerife Norte, en La Laguna.

El entrenamiento antiminas no es el único cometido que llevan a cabo durante estos días los buques de la Armada y los helicópteros de los otros ejércitos: en realidad también ponen en práctica ejercicios marineros, de comunicaciones y de adiestramiento. De hecho, una de las actividades más llamativas que han puesto en práctica los militares es el denominado aprovisionamiento de pesos ligeros.

Esta es una práctica que en apariencia resulta sencilla, pero encierra un riesgo, el de perder los materiales que se quiera transportar en esos acarreos. La actividad consiste en la realización de un intercambio de material entre dos buques que en esos momentos se encuentran en navegación y que truecan las mercancías a través de un sistema de cables que conecta de forma temporal las embarcaciones involucradas.

Los helicópteros también tienen un papel destacado durante los ejercicios, ya que algunas de las actividades que ejecutan los militares estos días tienen como objetivo principal el adiestramiento de sus pilotos en maniobras de carácter marítimo. Durante estas dos jornadas de entrenamientos continuos, las aeronaves realizan consecutivamente distintos aterrizajes y despegues en las cubiertas de los tres buques de acción marítima de la Armada. Con ello, las personas al mando de estas unidades pueden perfeccionar su capacitación a la hora de realizar este tipo de tomas navales.

El Rayo, el Meteoro y el Relámpago han servido como plataforma para el despegue y el aterrizaje de las aeronaves, pero también han tenido que llevar a cabo sus propias maniobras y ejercicios prácticos. Además de la denominada canal dragada para evitar minas y del aprovisionamiento de pesos ligeros en aguas grancanarias, las unidades del Arsenal capitalino realizan hasta hoy evoluciones, esto es, diferentes formaciones en la mar en las que tanto las embarcaciones como quienes navegan a bordo han de demostrar su destreza marinera.

Estas actividades resultan fundamentales para las unidades de la Armada de cara a garantizar su éxito en operaciones en zonas de conflicto o para unirse a campañas de búsqueda en alta mar. Los tres, por ejemplo, han participado en distintos momentos en la operación Atalanta para combatir la piratería marítima en aguas del estrecho de Adén y el océano Índico y uno de ellos, el Relámpago, se sumó hace escasas semanas al operativo de búsqueda del pesquero Rúa Mar, desparecido en aguas marroquíes cercanas a Cádiz a finales del mes de enero.