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Puerto Las naves del misterio (XXII)

Una de artistas, espías y asesinatos

El conocido como 'crimen de Punta del Este' dio la vuelta al mundo en 1958 y dos de los principales sospechosos pasaron por el Puerto, aunque la Interpol ordenó su puesta en libertad

El 'Claude Bernard', renombrado ya como 'J.G. Fichte', en la década de 1970 en Cabo Verde. WIKIPEDIA (CC BY-SA 3.0)

Tiene algo de truismo decir que América Latina fue durante buena parte del siglo XX un nido de espías. Agentes de todos los bandos se movían de un país a otro recabando información en una especie de terreno de juego para las agencias de inteligencia internacionales. A comienzos de marzo del año 1958, el asesinato de un empresario británico en Punta del Este (Uruguay) hizo saltar las alarmas: de él se decía que en realidad había sido espía británico durante la Segunda Guerra Mundial, cuando habría participado en la operación para hundir al acorazado nazi Admiral Graf Spree. Tras algunas pesquisas, las autoridades uruguayas señalaron como sospechosa a una pareja de artistas que para entonces ya había salido oportunamente del país en barco. ¿Su destino? Europa, pero de camino tenían que pasar por el Puerto de La Luz, donde fueron detenidos por orden de Interpol para pode ser interrogados acerca de su posible implicación en los hechos.

"Por Las Palmas pasarán el día 19 el bailarín polaco Max de Balzac y su esposa Eugenia Godunova", publicaba el Diario de Las Palmas el 12 de abril de aquel año. La pareja viajaba a bordo del barco de bandera francesa Claude Bernard y la Interpol ya había solicitado su detención. Las gafas halladas junto al cadáver, explicaba el vespertino, pertenecían a Godunova. La noticia de la inminente llegada del buque con los sospechosos había dado ya para entonces la vuelta al mundo y para cuando el trasatlántico atracó en uno de los muelles de La Luz unos días más tarde la Isla ya se había llenado de periodistas extranjeros que querían ser los primeros en dar la información del arresto de los artistas, porque "en la prensa londinense y a seis columnas se ha dicho que este crimen obedece a una venganza nazi", según contó el Diario -que entrevistó a un redactor del Daily Express trasladado a la Isla para cubrir la información- en su portada del 19 de marzo, día de la llegada del Claude Bernard a La Luz.

La espera en el Puerto fue accidentada aquella mañana con el constante trasiego de "periodistas, chóferes y suministradores del barco". Hasta el Claude Bernard subieron agentes de la policía española acompañados por el director de Investigaciones de Uruguay junto a su cónsul y el de Francia. De acuerdo con la crónica del Diario de Las Palmas, el capitán del buque se opuso en un primer momento, aunque acabó aceptando el arresto. No así Balzac, que al parecer se encerró en su camarote, "intimidándole finalmente a que la puerta sería echada abajo, lo que dio por resultado que aceptara dicha detención", continuaba el periodista.

Balzac, que había llegado a trabajar en el Ballet Nacional de Uruguay y a las órdenes de la legendaria artista española Margarita Xirgú en una adaptación del Romeo y Julieta de Shakespeare, descendió del barco acompañado de su esposa. Los sospechosos fueron trasladados a la comisaría de la ciudad a la espera de poder realizar un contacto telefónico con Interpol para que sus agentes les interrogaran. A las dos de la tarde, por sorpresa para muchos, fueron puestos en libertad y regresaron a toda prisa al barco acompañados por Martín Díaz, reportero del Diario de Las Palmas.

Balzac y Godunova negaban rotundamente cualquier relación con el caso y aseguraban que solo sabían de los hechos "lo mismo que cualquier otra persona que haya leído los diarios de aquellos días". Aunque aquellas gafas aparecidas junto al cadáver y algunas contradicciones de la pareja resultaban sospechosas, pero no concluyen-tes como para procesarlos, por lo que tras embarcar en el Claude Bernard no se volvió a sa- ber de ellos nunca más en Gran Canaria.

El misterio sobre el caso se ha alargado hasta nuestros días. Más de 60 años después de que el cadáver de Victor La Brooy Johnson apareciera semienterrado en una fosa junto a su coche abandonado, los asesinos continúan sin aparecer. Además, según publicó hace poco más de un mes el Diario Correo de Punta del Este, el expediente del caso desapareció sin que nadie sepa qué pudo pasar con él.

El Claude Bernard tampoco regresó por Gran Canaria tras aquel viaje, al menos con ese nombre y bandera. A los pocos años, el trasatlántico fue comprado por la República Democrática de Alemania para convertirlo en un buque escuela donde entrenar a sus cadetes. Navegó por medio mundo durante varias décadas más -la imagen que acompaña este artículo fue tomada a mediados de la década de 1970 en el archipiélago de Cabo Verde- hasta que en 1981 fue finalmente vendido y trasladado hasta Pakistán, donde acabó desguazado.

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