Ocurrió el 27 de febrero de 1537. Ese día, el monarca Carlos I asignó de forma permanente las compañías viejas del mar de Nápoles a las escuadras de galeras del Mediterráneo, aunque sin saberlo estaba sentando las bases de una unidad operativa que continúa mostrando su capacidad 483 años después. La Infantería de Marina conmemoró ayer aquella fecha con un acto que además sirvió para reconocer al alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo, y al presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Gran Canaria, José Sánchez Tinoco, en un momento en el que, a falta de la anhelada recuperación del Arsenal, la administración local negocia con el Ministerio de Defensa el retranqueo del muro que separa esta zona del resto de la ciudad para así ampliar el nuevo paseo del frente marítimo que arranca junto al muelle Santa Catalina.

El homenaje, presidido por el teniente coronel Francisco Javier González Vázquez, coronel jefe del Estado Mayor del Cuartel General de la Fuerza de Infantería de Marina, convirtió al regidor municipal y al representante de los empresarios en protagonistas de la mañana en el Arsenal. El gesto con ellos es similar otros que la Infantería de Marina realiza en los lugares donde están emplazadas sus otras unidades y busca reconocer "a personas o instituciones que hayan tenido una especial relación con la unidad", según explicaba poco después del acto el teniente coronel Samuel Morales, comandante de la Unidad de Seguridad de Canarias que pertenece a la Fuerza de Protección de la Armada.

En el caso de Hidalgo y Tinoco, es por su "permanente apoyo" en las actividades que organiza la Infantería de Marina en la ciudad, del que el teniente coronel puso un ejemplo: "Tenemos una jura de bandera para personal civil en la plaza de Santa Ana y es gracias a la colaboración del señor alcalde", señaló en referencia al acto que tendrá lugar este domingo frente a las Casas Consistoriales a partir del mediodía.

El casi medio milenio de existencia de la Infantería de Marina -la más antigua del mundo según recuerdan sus responsables- supone un legado histórico que también fue recordado durante el aniversario. De ello se encargaron el componente de mayor edad de la unidad y el más joven. El coronel Francisco Javier Fiol Gómez hizo entrega de un pergamino al soldado Erik Febles Padrón en el que se recogían esas tradiciones y esa historia que, como estipula el artículo cuarto de su decálogo, cada infante de marina ha de respetar y mostrar con orgullo.

El contenido literal de ese artículo - "Seré siempre respetuoso con las tradiciones del cuerpo, estaré orgulloso de su historia, y nunca haré nada que pueda desprestigiar su nombre"- también fue recordado durante el evento celebrado en el patio del Arsenal de Las Palmas de Gran Canaria, un acto a medio camino entre el protocolo y la emotividad en el que los propios componentes de la unidad tomaron la voz para cantar su himno y recordar a todos aquellos militares fallecidos en acto de servicio. Para ello, además de un desfile, realizaron una ofrenda con flores a los pies del monolito que los recuerda en el Arsenal y lanzaron unas salvas al aire.

Estos 483 años están llenos de momentos señalados que ayer fueron recordados en la Base Naval. Desde la defensa del Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro de La Habana en 1762 frente a 12.000 soldados británicos -lo que le granjeó el título de cuerpo de Casa Real- hasta los recientes despliegues en misiones de mantenimiento de la paz en Bosnia, Haití o Líbano, la Infantería de Marina ha participado en algunos de los acontecimientos históricos que más han marcado el devenir histórico, como Lepanto, Filipinas o Cuba o, en la actualidad, las aguas de Somalia, donde sus componentes combaten contra la piratería marítima que, casi como en los tiempos en los que la propia Infantería de Marina fue creada, continúa causando estragos en la flota mercante que navega en sus proximidades.

La Infantería de Marina ha estado presente en Las Palmas de Gran Canaria 80 de esos 483 años, según recordaba ayer el coronel Morales. Su primer emplazamiento en la ciudad ni siquiera fue en tierra, sino a bordo del buque pontón Lauria, hasta que la unidad se instaló por fin en terreno portuario, en el espacio que ocupaban los legendarios almacenes de la Cory Brothers. Tras retornar al Arsenal, el espacio se quedó pequeño y buscaron nuevas localizaciones, primero en la calle Grau Bassas y después en el acuartelamiento Soldado Manuel Lois del barranco de Guanarteme, hasta que en el año 2000 regresó a la Base Naval.