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Carpinteros de la Galia

Un grupo de 12 desempleados franceses construyen dos botes de vela latina en la capital grancanaria estos días a modo de prácticas laborales

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Estudiantes franceses en prácticas de carpintería de ribera

La localidad gala de Rochefort nació a finales del siglo XVII bajo el reinado de Luis XIV, el Rey Sol, con la intención de alojar a los obreros de los nuevos astilleros de la Armada Francesa. Más de tres siglos después, el sector náutico sigue siendo una importante fuente de ingresos y de trabajo en la región, aunque la mayor parte de las empresas se ha radicado ahora en el cercano puerto de La Rochelle. Una ciudad que en los últimos años ha incrementado sus relaciones con Las Palmas de Gran Canaria, especialmente en el desarrollo de la economía azul. Fruto de esas relaciones, un grupo de 12 desempleados de Rochefort (25.000 habitantes), integrantes de un curso de formación profesional para adultos, están realizando estos días prácticas en los talleres de la Federación de Vela Latina de la capital grancanaria.

Alexis Colin llevaba una década como marinero en distintas embarcaciones cuando la situación turbulenta del sector pesquero en la fachada atlántica de Francia le llevó ante la oficina de empleo. Vecino del distrito de Rochefort, llevaba un año en paro cuando ingresó en un curso de desarrollador náutico en madera y fibra, una formación que le ha traído estos días hasta Gran Canaria, junto a otros 11 compañeros. "Está siendo una experiencia muy enriquecedora, aprender algo tan específico y técnico", explica, espátula en mano, este joven de 31 años.

Durante dos meses, el grupo construirá dos botes de vela latina destinados a la escuela de la Federación. "Nos enseñan a realizar un producto final, no un prototipo, es como si estuviéramos en una empresa real y, encima, permitirá que otros puedan aprender una disciplina", apunta Colin, quien describe la situación como "un círculo". La mayoría contaba con escasa experiencia en el trabajo de la madera, pero aún así, la evolución a lo largo de estas semanas ha sido muy notaria, tal y como destacan tanto el formador que les ha acompañado desde Francia, Cedric Beltran, como Nano Santana, el único carpintero de ribera que queda en la capital.

"Le ponen muchas ganas, son muy perfeccionistas", indica Santana. "Podrían dedicarse a esto, trabajan mucho a mano y le ponen voluntad", explica el experto, que ha vivido entre barcos y talleres desde que era un niño. La experiencia está siendo todavía más enriquecedora si cabe por el ambiente de "intercambio" cultural que se está viviendo estos días en el Muelle Deportivo.

"Sorprende la proximidad con los mayores, compartir el conocimiento", apunta Beltran por su parte. En su caso, lleva año y medio como formador, pero ha dedicado su vida profesional a la carpintería; aunque ha estado especializado en la restauración de patrimonio histórico en Francia. "La cubierta de una iglesia es como la quilla de un barco, pero invertida", señala riéndose.

Precisamente, los 12 estudiantes han prácticamente terminado a lo largo del mes de febrero las quillas de los dos botes. "Esperábamos llegar a este punto al final de la formación, por eso es muy destacable la evolución que han tenido", señalan los educadores. El grupo, en su mayor parte parados de larga duración con edades comprendidas entre los 20 y los 56 años, vivió a principios del mes pasado una semana de adaptación al entorno organizada por Ciudad de Mar. Aunque el curso empezó oficialmente en septiembre en Francia, donde aprendieron a trabajar la fibra y a construir piraguas.

"La evolución está siendo fantástica, son personas que estaban alejadas del empleo y han venido aquí a trabajar en equipo, crear relaciones personales", señala Sebastian Rafaneau, director de la Oficina de Empleo de La Rochelle, quien estos días se encuentra en la capital grancanaria para mantener una serie de reuniones con representantes de Femepa, Ciudad de Mar y con el viceconsejero de Empleo del Gobierno de Canarias, Gustavo Santana.

No obstante, la idea es que este intercambio cultural y por el empleo vuelva a repetirse pero a la inversa, con un grupo de desempleados canarios que viajarían a La Rochelle para aprender nociones con respecto a la construcción de barcos. Toda una experiencia que también avala estos días Michèlle Le Pavec, directora del centro AFPA (Agencia de Formación Profesional para Adultos) de Rochefort.

Por delante les queda todo el mes de marzo antes de volver a Francia. Probablemente no terminarán los botes, tampoco esa es la intención del proyecto, la idea es que aprendan nociones de carpintería de ribera y poder así reorientar su vida laboral. No obstante, los botes como los de la vela latina son autóctonos del Archipiélago, pero las técnicas que han aprendido les servirán en la vida real. Una experiencia enriquecedora entre territorios.

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