¿No pierde,también,la muerte parte de su terror,si le llega al ser humano

después de una vida plena de trabajo y obras al servicio de los demás)

(Shopenhauer)

Con Felipe, aparte de un apellido, compartí una fraternidad rica en causas y efectos. Nuestras familias vivieron en la calle 29 de Abril y más tarde-enorme casualidad-en la calle General Sanjurjo, hoy Olof Palme. Desde temprana edad fuimos amigos y hasta compartimos novia bajo los ficus del Parque Santa Catalina.

Rivalizamos en deslúmbrarla y para ello, no se nos ocurrió otra cosa que hacer carreras por el Parque. El que ganaba recibía como premio de la primorosa niña, un beso en la mejilla. Quizas eso fue lo que nos llevó más tarde, a competir juntos en el mismo equipo de atletismo. En esta práctica deportiva se forjó una gran amistad, sólida, entre Rafael León García; el preferido de Eolo,el hombre mas rápido, en aquel momento, de Canarias (fue Presidente de la Caja de Ahorros); Juan Jiménez Martín, patrocinado por Hércules, lanzaba el disco, volando en las pistas de Martín Freire,en busca del mar de San Cristóbal (Catedrático); Felipe era Aquiles y Héctor al mismo tiempo en el arrebol del duro Decatlhon; y quien suscribe. Sus extraordinarias condiciones físicas le hacían triunfar en cualquier deporte. Llegó a fichar en el U.D.Las Palmas de fútbol. En balonmano estuvo entre los fundadores y directivos, presidiendo su querido equipo, el Ron Artemi, en el que también jugaba. Con su tesón e inteligencia y la ayuda de sus hermanos levantó la empresa familiar, llevándola a cotas muy altas.

El hacía personalmente la promoción de sus productos (ron,ron con miel vodka,ginebra€) degustándolos con los barman. Noches robando muchas horas al sueño, que empalmaba con la dura vuelta al trabajo.También aquí fue vencedor, como empresario y directivo de la Cámara de Comercio. Vendió la empresa en inmejorables condiciones a Ron Arehucas, que sigue conservando la marca. Lo recordaré cuando vea el logo en estanterías de supermercados, bares y restaurantes.

La muerte de Felipe me ha dejado en una soledad que me abruma y me devora.Ya no me quedan lágrimas, las he derramado todas. A cambio seré testigo y difundidor de su historia como triunfador. Nunca olvidó a sus amigos, tanto de una trabajosa y nebulosa juventud, como de su luminosa vida adulta. Los miércoles eran sagrados para jugar al poker con sus hermanos y con Daniel Moreno y Manuel Ramos. Su muerte me hace recordar frases que nunca he logrado olvidar: "la obra de nuestra vida consiste en construir nuestra buena muerte" (Montaigne), "Encuentra la paz quien haya perdido el miedo a la muerte, la cual al estar mas allá de lo experimentable resulta algo irrelevante para la vida" (Epicúreo). Felipe cumplió positivamente con las premisas anteriores. A su adorada esposa, Belén Navarro, a sus hijos Isabel, Mónica, Belén y Felipe; y a sus hermanos Carmen ,Claudio y Miguel Angel, les expreso mi solidaridad,plasmada en las palabras de Shopenhauer con las que comienzo este obituario.