En tiempos de coronavirus, bajo estricta cuarentena, tirar de la imaginación se convierte en un imprescindible. En la tarde del pasado martes, las estrofas del A quién le importa de Fangoria resonaron en el barrio de Pedro Hidalgo de la capital grancanaria. Los acordes de un teclado semiprofesional convirtieron durante casi dos horas el vecindario en una verbena festiva, en la que decenas de personas salieron a sus azoteas, ventanas y balcones para disfrutar del ambiente y romper la tediosa rutina instaurada en la sociedad isleña desde que el pasado fin de semana el Gobierno central declarara el estado de alarma. Una hazaña que volvió a repetir este domingo a mediodía.

Moisés Afonso, oficial de la construcción de profesión pero músico de corazón, levanta estos días los ánimos de todo Pedro Hidalgo, logrando así que el barrio pueda desconectar por un momento del bombardeo informativo que está suponiendo la actual crisis sanitaria. "Mi misión es entretener a la gente...y lo he conseguido", afirma tajante, "la gente responde, esto ha sido una locura". Y tanto, los vídeos han empezado a correr pronto por las redes sociales. "Esta historia ha llegado hasta Zaragoza", añade, mientras reconoce que su teléfono echa humo ante los incesantes mensajes que le llegan.

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Coronavirus en Canarias | La verbena de Moisés Afonso

"No había terminado de actuar el martes, cuando ya estaban mandándome vídeos del espectáculo gente que no es de la zona", comenta María Dolores Cabrera, vecina de Afonso, y quien no dudó a la hora de subir a la azotea de su casa junto a sus padres y bailar para romper la rutina. "Son cosas de agradecer, tenía un mal día y se me pasó, el barrio en peso salió a disfrutar", señala.

La acústica del barranco

La idea le empezó a rondar por la cabeza al artista durante el desayuno. Afonso, quien lleva más de dos décadas en el mundillo de las orquestas, indica que le comentó a su pareja por teléfono "que iba a cometer una locura". Ante el aburrimiento de la cuarentena, pues ha pasado estos días acompañado tan solo de su perro, decidió subir dos torres de altavoces, un pequeño teclado semiprofesional y un amplificador. La acústica del barranco en el que se asienta Pedro Hidalgo hizo el resto. "Me mandaron vídeos de la fiesta vista desde Tres Palmas", detalla.

Entre las dos laderas que encierran este barrio del Cono Sur han resonado temas clásicos: Como una ola, Como la flor o Me gusta la bandera. "El martes llegó un punto en el que interactuaba con los vecinos, ellos pedían canciones y hasta el Hola Don Pepito se convirtió en Hola Don Javier", señala riéndose. "Tuve que despedirme tres veces, fue emocionante", continúa, mientras aclara que su idea era estar un rato, "al final aquello se alargó a una hora y media por lo menos". El barrio vivió así un encierro verbenero.

"El primer día estaba viendo Sálvame con mi madre cuando escuché música, me asomé a la ventana y me di cuenta que Moisés estaba tocando, levanté a mis padres y subimos a la azotea", comenta Cabrera por su parte. "Medio barrio escuchándole", aclara. En estos días de cuarentena los vídeos de actuaciones en balcones y terrazas en el Archipiélago, en la Península o en otras partes del mundo han corrido como la pólvora.

"Yo que soy un poco comedida, me puse a bailar, a mis padres les sacó una sonrisa, fue algo muy lindo", apunta Cabrera, "mi madre me decía que si no me dolía, porque acabo de salir de una lumbalgia, me tomé luego un paracetamol y ya". De hecho, el éxito llegó a tal punto que algunos vecinos llegaron a tirar voladores, mientras otros sacaron banderas a las ventanas, para que les vieran, detalla esta vecina.

"En mi caso, el martes estaba limpiando en casa cuando escuché música, muy alta, me extrañó, miré por la ventana y vi a Moisés", apunta Gudy Valerón, también de Pedro Hidalgo. No se lo pensó dos veces, dejó la bayeta a un lado y llamó a sus dos hijas, de 13 y 17 años respectivamente, para subir las tres a la azotea y pasar un rato diferente. "Las niñas estaban privadas, desde el viernes solo he salido una vez a comprar al supermercado", señala esta amante declarada de la música. "No hay mejor manera para romper la rutina", añade entusiasmada.

Sobrellevar la cuarentena

"Ojalá que repita, esto va para largo", añade Valerón, quien en su caso ha sufrido un ERTE -expediente de regulación temporal de empleo- por parte de la empresa donde trabaja, por lo que no le queda otra que sobrellevar la cuarentena desde su casa. Precisamente, Afonso se reconocía a simismo como un "privilegiado" durante el tiempo que transcurra el confinamiento por tener perro y poder ir a la calle.

"Repetiré,pero no quiero ser cansino, al final esto fue algo espontáneo", comenta Afonso. Lo cierto es que reconoce que el martes de la semana pasada se metió tanto en el papel que a las siete no recordó aplaudir a los sanitarios, "me sentí mal porque coincidió y pudo restarle importancia, la próxima pido disculpas", subraya. "Me alegró especialmente la emoción de una vecina que tiene cáncer y se animó", relata con un nudo en la garganta. Otro vecino, comenta, se despertó de la siesta, y tras el leve cabreo al privarle de su descanso, rápidamente se unió a la fiesta con su timple.

Afonso lleva más de dos décadas entre verbenas. Comenzó con apenas 18 años sobre al escenario de las fiestas de la virgen de la Cuevita en Artenara, pasó por varias orquestas, hasta formar parte del grupo Dúo Impacto junto a su expareja durante 13 años, relata. Hoy tan solo acude cuando tiene tiempo a bodas y banquetes, pero, como esta semana, se encarga de repartir alegría. Un concepto muy necesario en mitad del drama del coronavirus, el cual se ha llevado ya más de 600 vidas en España.