La madrugada del Viernes Santo de 2019 se vivió en Las Palmas de Gran Canaria como uno de los momentos más emocionantes de la Semana Santa capitalina: el Vía Crucis del Silencio. La procesión, a cargo de la Real cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin, se realizó en recogimiento acompañando al Cristo del Buen Fin, una pieza que data de 1690. El Miserere, que se canta antes de que la imagen salga de la ermita del Espíritu Santo, el tintineo de la campana que marca cada parada y la palabra del sacerdote eran los únicos sonidos que rompían la noche de Vegueta. Ese año, las 14 cruces de las estaciones penitenciales se estrenaban y fueron bendecidas por el Papa Francisco.

La Real cofradía del Cristo del Buen Fin, erigida en los años 40 del siglo pasado, festejó así sus bodas de brillantes. Las nuevas crucetas, que simbolizan el recorrido y sufrimiento de Jesús desde que fue arrestado hasta su muerte y resurrección, son rojas y miden unos 22 centímetros.

El Hermano Mayor de la cofradía -Miguel Rodríguez- fue quien gestionó la cruces a través de la Academia Tiberina de Roma, una institución con más de 200 años de historia dedicada al estudio de la Historia de Roma y la lengua y literatura italiana, y a la cual pertenece.

La anécdota fue que, cuando llevaron las 16 piezas -dos más que las 14 del Vía Crucis por si alguna se rompe- a que las bendijera el Papa en una de sus audiencias públicas, el Pontífice extrañado por el contenido preguntó a dónde iban destinadas. Al decirle que para Canarias, manifestó: "!Canarias¡, qué linda tierra. En esas bonitas islas vive una prima mía", sin saber en concreto a cuál de las siete islas iba destinadas, contaban en la cofradía.

Las nuevas cruces sustituyeron a las de madera que se colocaban antes de la procesión y que, tras cada parada, se retiraban porque un año robaron un par de ellas. Desde entonces, los cofrades cargaban con las mismas lo que resultaba engorroso.

Las nuevas piezas se fijaron a las fachadas de los edificios a una altura prudencial para que nadie pudiera retirarlas y para ello se contó con el permiso de sus propietarios.

Las cruces estuvieron colocadas en los puntos donde habitualmente se hacía la estación penitencial, un recorrido que data de 1942 y que es el siguiente: Casa Manrique de Lara -plaza del Espíritu Santo-; Museo Canario; iglesia de San Francisco de Borja; entre las casas del Mayorazgo Westerling -calle Doctor Chil, entre los números 3 y 5-; iglesia Matriz de San Agustín; colegio de la Sagrada Familia; dos casas en la calle Espíritu Santo, números 8 y 14; esquina trasera de la Catedral de Canarias por la calle Espíritu Santo; esquina frontal de la Catedral -entre Espíritu Santo y la calle Reloj-; casa de la plaza de Santa Ana, número 1; Colegio Oficial de Farmacéuticos -plaza de Santa Ana, número 9-; Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y fachada de la Ermita del Espíritu Santo.