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Crisis del coronavirus La ciudad en cuarentena

Un Ramadán en la intimidad

Los musulmanes en la capital grancanaria viven el mes de ayuno que marca el islam confinados, con las mezquitas cerradas y sin reuniones familiares

El fin del Ramadán en Canarias

El fin del Ramadán en Canarias

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El fin del Ramadán en Canarias Adzubenam Villullas

Para Mamadou Sangare, natural de Mali pero residente en la capital grancanaria desde hace más de 15 años, la jornada comienza estos días a las cinco de la mañana. Come unos pocos dátiles y bebe té para que le pueda entrar el hambre recién despierto. Por delante, una vez amanezca, deberá esperar hasta la caída del sol para poder comer pues ahora comienza el Ramadán, en el que según la tradición islámica se debe practicar el ayuno obligatorio. Un mes festivo y sagrado para los que profesan la religión musulmana que comenzó ayer viernes y que en esta ocasión será muy distinto. El estado de alarma decretado en España el pasado marzo por la expansión de la Covid-19 no solo ha obligado al confinamiento en casa. Las mezquitas de las Islas están cerradas y el distanciamiento social se impone por encima de la tradición.

"Este año la celebración del mes de Ramadán será bastante particular", señala tajante Omar Kasse, secretario de La Liga Islámica Canaria. "Los lugares de culto están cerrados, por lo que cada uno deberá rezar las oraciones en su casa", explica. Lo cierto es que las medidas preventivas contra el coronavirus de Wuhan han trastocado las celebraciones religiosas de medio mundo. En Semana Santa la cristiandad pudo observar las imágenes de una plaza y basílica de San Pedro, en Roma, completamente vacías; mientras que la peregrinación a La Meca, otro de los preceptos fundamentales del islam, lleva suspendida desde el pasado 27 de febrero por parte del gobierno de Arabia Saudí.

La Comisión Islámica de España recomendó el cierre de las mezquitas el pasado 12 de marzo. De hecho el que era entonces su presidente, Riay Tatari, falleció por coronavirus en Madrid el pasado seis de abril. Durante este tiempo los dos centros de culto de la capital grancanaria han permanecido sin actividad. En Ramadán su importancia cobra mayor sentido; es tradición reunirse entre familia y amigos durante los rezos tras la ruptura del ayuno al caer el sol. "Son fechas que se viven en comunidad", señala Kasse. Justo ahí radica la gran diferencia de esta celebración con respecto a años anteriores. Muchos asistentes llevan comida y víveres para los más necesitados, pues son días en los que debe predominar la solidaridad.

"Muchos que están en paro suele venir a romper el ayuno, porque otros fieles traen comida y compartimos entre todos", explica Kasse. "Nosotros no tenemos un banco de alimentos, por lo que hemos recomendado a la gente que vaya a las carnicerías halal de la ciudad, compre no sé, un kilo de pollo por ejemplo, y así luego se lo pueda llevar una familia necesitada", detalla.

Kasse señala que a raíz del confinamiento hay muchas familias musulmanas que "están pasándolo mal", pues o han perdido el empleo o trabajan en mercadillos, los cuales llevan cerrados más de un mes. "Los pocos ahorros que tenían ya se los han gastado en la mayoría de los casos", indica. Pero la respuesta no se ha hecho esperar. En la carnicería halal Directo a la Mesa, situada en la calle Viriato de la capital grancanaria, ayer llegaron los primeros pedidos de este tipo. "Creo que lo mejor es que sea así, hay quien ya se ha pasado por aquí y ha dejado la comida a nombre de alguien", señala la dependienta del establecimiento, donde estos días no paran.

"Realmente hay gente que hace esto todo el año, pero estas fechas son más sensibles, en Ramadán y encima con el virus se vive más la solidaridad", explican en Directo a la Mesa, donde estos días mantienen las distancias de seguridad con sus clientes y el aforo limitado en el negocio, "es lo mejor para ellos y para nosotros mismos", aclaran.

"Lo importante es vivir estos días en familia, hacer los dulces típicos del país de cada uno y eso", señala la dependienta, quien pasará el Ramadán con sus cuatro hijos en casa, algo que no le supondrá ningún percance. En su caso, está acostumbrada a no ir a la mezquita, pues vive lejos, señala. En el caso de Mamadou Sangare, el ayuno lo hará junto a su compañero de piso, también musulmán, al estar lejos de su familia, que vive en su Mali natal, una situación que se repite en numerosas casas donde se profesa el islam en Canarias, pues buena parte son migrantes con origen en países africanos.

"Ayer [por el jueves] hice la compra y ahora será ir de casa al trabajo", señala Sangare, soldador en el Puerto. "Voy algún viernes a la mezquita, pero ahora nos apañamos en casa", apunta, pues, además de las cinco oraciones diarias que marca el islam, en Ramadán habría que añadir otra más especial tras el iftar -o ruptura del ayuno-. Este maliense indica que lo más importante en estos días es comer mucha fruta, zumos y carne, "se come diferente para poder aguantar, son muy importantes los líquidos, uno se siente más liviano cuando va acabando el mes", añade. Por otro lado, asegura que está esperando el inicio del desconfinamiento para que puedan abrir pequeños establecimientos de alimentación africana que estos días han cerrado en la capital.

"Es verdad que estos días estaba comiendo más de lo normal, demasiados refrescos, había días que iba al trabajo en bicicleta para poder hacer ejercicio", explica Sangare. "Pero en cinco días te acostumbras", concluye. De hecho, asegura que el confinamiento "no es tan malo", pues ayuda a reflexionar y a concentrarse más en las oraciones. "Si no podemos reunirnos con los amigos no pasa nada ya habrá tiempo", añade. Es más, dedicará estos días a pedir "por la salud de todo el mundo, musulmanes, cristianos, da igual, es lo más importante".

Precisamente, Omar Kasse señala que el hecho de que el confinamiento haya coincidido con el Ramadán "es una oportunidad para pedir a Dios por la salud de todos". A diferencia de otros lugares, pues la cuarentena está vigente en numerosos países de mayoría musulmana -entre ellos Marruecos-, la comunidad islámica no tiene previsto grabar las oraciones a través de videollamada o de redes sociales. Los fieles deberán recurrir a la lectura del Corán en casa de manera individual o en familia.

La comunidad islámica en la ciudad está a la espera de cómo irá desarrollándose el desconfinamiento. Aunque, según Kasse, la celebración del fin del ayuno, que desde hace algunos años congrega a varios miles de personas en la explanada de Santa Catalina -entre ellos al propio Mamadou Sangare- no se podrá llevar a cabo el próximo 23 de mayo con casi total seguridad.

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