Dos de mayo de 2020, sábado, seis de la mañana en Las Palmas de Gran Canaria. El sol aún no ha salido, pero en la ciudad hay quienes viven un nuevo amanecer. Tras más de un mes y medio confinados para contener la pandemia provocada por un virus contra el que aún no hay vacuna que proteja a la humanidad, el levantamiento de algunas de las restricciones lleva a muchos a la calle para practicar deporte. La playa de Las Canteras, el paseo de la Avenida Marítima y el circuito deportivo del Parque Romano vuelven a recibir hasta las diez de la mañana -también por la tarde y la noche entre las ocho y las once- de corredores aficionados, pero también de paseantes, ciclistas o skaters que, con más o menos acierto -o responsabilidad individual- tratan de cumplir con las recomendaciones sobre la distancia física y el tipo de actividades permitidas.

"La policía me ha pedido los datos antes de acceder y me ha impresionado, pero está bien", cuenta Alejandro Cachón en la esquina de Tomás Miller con el paseo de Las Canteras. Va enfundado en su chaque de neopreno mientras sujeta el manillar de una bici con una mano y una tabla de surf con la otra. Al igual que cientos de surferos -la imagen del litoral de La Cícer lleno de cabecitas en el agua a la espera de la primera ola fue de las primeras que se viralizó en las redes sociales desde el comienzo de la mañana- ha aprovechado la relajación del confinamiento para volver al tocar el agua. Reconoce que "no ha sido el mejor baño", porque el mar estaba "hasta arriba de gente", pero aun así subraya que todos los que allí había se han comportado con civismo. Eso sí, tras un mes y medio de parón su cuerpo aún necesita desentumecerse un poco: "Me he sentido muy débil, el mar me ha recordado que hay que ponerse en forma", comenta entre risas.

En el agua no solo hay surferos. También están quienes practican la natación, que a veces se confunden con los que simplemente se dan un baño. Lo primero está permitido, como la actividad deportiva que es; lo segundo, no. Diferenciarlos es complicado, reconoce el concejal de Ciudad de Mar, José Eduardo Rodríguez, que observa la actividad en el arenal, el agua y el paseo desde el balneario que hay junto al hotel Reina Isabel. "Normalmente el que suele venir a nadar lo hace con una boya para que desde la Cruz Roja se les identifique", explica.

El edil asume que "hay una fina línea que es difícil de discernir" entre el deporte y la actividad recreativa, por lo que insiste en "un llamamiento al sentido común y a la responsabilidad" de quienes se lanzan a la calle durante estos días. "O la gente se compromete y es responsable o será difícil vigilar absolutamente todo", insiste. En cualquier caso, los altavoces de la playa repiten cada pocos minutos las recomendaciones del consistorio para mantener la distancia física.

Por los adoquines rojos del paseo y también sobre la arena, los corredores se mueven a toda velocidad entre los que solo pasean, aquellas personas que caminan con ritmo ágil o quienes creen que sacarse un selfie junto a la barandilla de la playa con ropa deportiva también cuenta como actividad física. Los músculos aún andan entumecidos tras esta cuarentena y eso se nota en el ritmo de la carrera. Esforzarse demasiado el primer día supone un dolor al día siguiente que no permite volver a salir a correr, como reconoce Fran Cabrera a la altura del hotel Cristina ya cerca de las diez de la mañana. Él no está entre los que solo han ido a la playa por postureo, pero se toma con paciencia el retorno a la actividad deportiva intensa. "Hay que empezar despacito", asegura, "para poder volver mañana". El objetivo: "Ir suave, porque si no las agujetas no me van a dejar moverme".

Los corredores no solo están en Las Canteras, también abundan en el Parque Romano y la Avenida Marítima. Por ella caminan a la altura de la Fuente Luminosa Eri García y David Batista, que la noche anterior habían celebrado en su casa los 35 años del primero haciendo una videollamada con los amigos en vez de la fiesta que de otro modo habría convocado esta pareja. Aun así, para García la carrera de esta mañana "ha sido el mejor regalo" de este extraño cumpleaños. "Hemos corrido un poco y hemos paseado otro poco", señala. "Sobre todo, hoy hemos disfrutado", añade Batista a su lado.

También hay quienes combinan varias actividades de manera simultánea en esta mañana deportiva. Ese es el caso de Eva Fernández, que corre a buen ritmo con su perra Gara por las inmediaciones del parque Santa Catalina. "Ya que nos han dejado salir, he querido aprovechar el tiempito que nos dejan". Esta empleada de Cruz Roja ha ido a la calle cada vez que tenía que trabajar y también para pasear a su mascota, aunque no es lo mismo llevarla el tiempo justo par que haga sus necesidades que dar una vuelta con ella mientras corren y hacen ejercicio. "Esto es una manera de desfogar", apunta. Su plan a partir de ahora es "salir los fines de semana por la mañana y entre semana por las noches" siempre que el trabajo se lo permita.

La ciudad no solo se ha llenado de corredores, nadadores y ciclistas este sábado. Aunque algunos puntos tenían ligeras aglomeraciones que por momentos no cumplían con las medidas de distancia física necesarias para evitar la propagación del virus, otros estaban más despejados, como la plaza de Canarias. La amplia explanada contigua al intercambiador de guaguas y al muelle Santa Catalina es el lugar elegido por Virginia López para coger su skate y estirar un poco las piernas tras un mes y medio en el que no ha salido "ni para tirar la basura". No ha sido fácil volver a subirse a la tabla -"La verdad es que me he cansado muy rápido", lamenta-, pero confía como el resto en que esta solo sea la primera jornada de la recién estrenada carrera hacia la nueva normalidad. "Quiero salir todas las mañanas", remata.