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Crisis del coronavirus La desescalada en las playas capitalinas

Distancia social a orillas de La Laja

Los usuarios de la playa capitalina valoran la ausencia de aglomeraciones a diferencia de otros arenales de la ciudad v El baño sigue prohibido en las piscinas naturales

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Desescalada en Canarias: Ambiente en la Playa de La Laja en la fase 2

"En Las Canteras tienes que pedir permiso hasta para respirar", señala una bañista desde su toalla, bote de crema solar en mano, mientras conversa con varias amigas y vecinas en la capitalina playa de La Laja. "Aquí hay tranquilidad, la gente que viene se conoce y es de la zona en su mayoría", apunta Penélope Rodríguez junto a su marido Ricardo García, quienes acababan de desplegar la sillita y las toallas para pasar "unas horitas" junto a la brisa marina del Atlántico. El buen tiempo ha acompañado desde que el pasado lunes Gran Canaria entrara en la fase 2 de la desescalada, pero aún así las aglomeraciones no han llegado a este rincón de la ciudad, donde la distancia de seguridad está garantizada.

"El lunes me vine un poco a pasear, ver el panorama, pero hoy toca disfrutar", señala Penélope, vecina de Casablanca I, "la semana que viene se me acaba el chollo porque empiezo a trabajar", añade, pues en estos momentos está bajo un ERTE. Aunque, en su caso, pudo disfrutar en parte de esta playa capitalina desde que se permitiera hacer deporte al aire libre. "Me venía aquí tempranito, con mi bañador y mis gafas, daba un paseo y luego a nadar", recalca.

Vecina de toalla, y también del barrio de Casablanca I, Milagrosa González aprovecha estos días para tenderse al sol y estar con su hijo pequeño. "Vine más que nada por el niño, al estar sin colegio y tanto tiempo encerrado en casa por la cuarentena, eso no es bueno", apunta. Y es que en su caso se declara incondicional de La Laja, "donde, esté una playa como esta, no la cambio por nada".

Lo cierto es que esta playa de Las Palmas de Gran Canaria, con más de un kilómetro de largo, se caracteriza por su relativa escasez de público y su fuerte carácter familiar y vecinal. En este rincón no hay problema con la restricciones impuestas por el Ayuntamiento capitalino para utilizar aseos, lavapiés y duchas durante la vigencia de la fase 2, porque sencillamente no existen. Algo que denuncian Fefi Araujo y Ángel Sánchez, también de Casablanca I. "Ahora no se pueden utilizar en ningún lado, pero lo que no puede ser es que nunca hayamos tenido", señalan.

Fefi y Ángel también son asiduos a La Laja, playa a la que volvieron el pasado lunes, pues no se lo pensaron dos veces. "Venimos temprano porque hay poca gente, con precaución y el agua, encima, está buenísima, muy limpia", señala ella. Esta pareja arranca para casa una vez las manecillas del reloj pasan de las 12 del mediodía, que es cuando comienzan a llegar familias con niños pequeños y grupos de adolescentes y jóvenes. "Hay quien no mantiene las medidas de seguridad, de distanciamiento social, y luego no ves a ningún guardia por aquí", añade.

Lo cierto es que a pocos metros de allí o, mejor dicho, unas piedras más allá, en las piscinas naturales, algunas personas se estaban dando un chapuzón este miércoles. Sin embargo, la concejalía de Ciudad de Mar ha prohibido el baño en esta zona hasta nuevo aviso, al tratarse de aguas relativamente estancadas y existir mayor riesgo de contagio de la Covid-19.

Precisamente, Roberto Grueso Armas, vecino de la Hoya de la Plata, es uno de esos bañistas que habitualmente hacen uso de las piscinas de La Laja. "Donde esté una piedra y un charcón, que se quite lo demás", señala, en compañía de su hijo Zebenzui y Domingo Herrero, amigo y también incondicional de este rincón. "Ojo, hemos venido a pasar la mañana pero siempre manteniendo la distancia de seguridad", apunta este último, mientras se encuentra, efectivamente a unos dos metros del resto.

"Vamos que si había ganas de venir", señala Grueso padre, mientras su hijo juega con su nieta Michelle. "Desde que éramos niños, fijo aquí, marinero de toda la vida", añade este herreño de nacimiento, aunque dejó atrás el Puerto de la Estaca cuando apenas tenía siete años, recuerda.

"Esta es nuestra segunda residencia, llevamos la playa en la sangre", apunta Herrero, cervecita en mano. "Nos iremos antes de las dos para ir comer, la siesta y si eso vendremos un rato por la tarde, pero mañana [por hoy] estaremos aquí otra vez", añade Grueso padre. El sentimiento es unánime, al igual que una buena parte de los bañistas que poblaban la playa este miércoles, no cambian "por nada" La Laja; un rincón con una estampa sin aglomeraciones a diferencia de otros arenales como Las Canteras o Puerto Rico.

Pero, en La Laja no todo son bañistas procedentes del Cono Sur de la capital grancanaria. Paco Martín, su esposa, su hija y sus nietas también disfrutaron este miércoles de este rincón, a pesar de vivir en Siete Palmas. "En Las Canteras hay muchas aglomeraciones, aquí el aire está muy limpio", apunta. Eso sí, toca venir a primera hora de la mañana para evitar las peores horas de sol, explica. "No hay que abusar de la piel, aunque otros ya están cual lagartos", añade con sorna. Y tanto, el kilómetro largo de arena negra de este paraje natural estaba ya salpicado a mediodía de multitud de toallas. Eso sí, siempre con la distancia social medianamente garantizada.

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