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CRISIS DEL CORONAVIRUS Los empobrecidos, doblemente golpeados por la pandemia

El número de personas sin hogar que atiende Cáritas se triplica en dos meses

El comedor de la ONG ha atendido a casi 800 usuarios en lo que va de año - Muchos sin techo abandonan los albergues municipales y vuelven a vivir en la calle

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Centro de atención a personas sin hogar en Alcaravaneras

El número de personas sin hogar que ha tocado a las puertas de Cáritas en busca de un plato de comida casi se ha triplicado desde que se declaró el estado de alarma. Hasta mediados de marzo eran 300 los usuarios del comedor que tiene la ONG en Escaleritas, pero la cifra se ha disparado en estos casi tres meses y en estos momentos su número roza los 800, una cifra que no incluye a los que acuden a los comedores parroquiales. El incremento se ha producido pese a la puesta en marcha de tres nuevos albergues municipales con capacidad para 150 plazas -que se añaden a los tres existentes-, unos recursos extra que están permitiendo que algunas de las personas que se han refugiado en ellos hayan iniciado programas de desintoxicación durante el confinamiento o estén trabajando en programas para iniciar un proceso de reintegración social.

Son muchos los que han permanecido en los albergues, pero otros se han marchado y han vuelto a las calles tras perderle el miedo al Covid-19. Fuentes policiales indican que cada vez son más las personas que vuelven a dormir al raso, sobre todo en las cercanías de los supermercados y al abrigo de edificios con soportales. La concejala de Servicios Sociales, Carmen Luz Vargas, cifró a finales del pasado mes de abril en 28 el número de personas que continuaban en la calle, porque se negaban a entrar en los albergues, una cifra que según fuentes policiales ha aumentado muchísimo estas últimas semanas, no solo porque algunos han abandonado los albergues sino porque la situación social provocada por la pandemia está dejando a mucha gente en la calle. En las primeras semanas del confinamiento, el Ayuntamiento puso en marcha contra reloj dos albergues con cien plazas en El Polvorín y la Fábrica del Hielo, que se llenaron y tuvo que habilitar un tercero en el polideportivo García San Román con 50 plazas más.

La avalancha de personas que ha acudido a pedir ayuda a Cáritas Diocesana refleja la gravedad del problema. "El numero de personas sin hogar atendidas es muchísimo mayor de la cifra con la que nosotros trabajamos normalmente, sobre todo teniendo en cuenta que estamos a mitad de año. Se trata de gente que ha tenido que ir a Cáritas al no obtener respuesta en otro lado a sus necesidades de alimentación", señala Jennifer Montesdeoca, coordinadora del área de Personas Sin Hogar de la ONG, quien aclara que bajo el término de personas en situación de calle se incluyen no solo a los que duermen al raso, sino también a los que están como okupas o viven en infraviviendas o con unas condiciones de habitabilidad mínima.

La entidad ha continuado dando respuesta a estas personas, como viene haciendo desde hace muchísimos años, aunque ha tenido que modificar la forma de hacerlo. Se ha visto obligada a cerrar el comedor y entregar la comida envasada en la puerta. El servicio de duchas ha sido trasladado al balneario de la playa de Las Alcaravaneras, donde el Ayuntamiento ha habilitado un espacio para el aseo y el desayuno. Y se ha interrumpido el trabajo psicosocial y formativo.

La entidad ha colaborado estrechamente con los servicios sociales del Ayuntamiento a quienes han remitido los nombres de las personas interesadas en entrar en los albergues. "Los que están ahora en la calle es a causa de muchos motivos. Muchos entraron y pasado un tiempo decidieron salir. La imposibilidad de salir para una persona que se encuentra desde hace mucho tiempo en situación de sin hogar es un cambio muy brusco" y muchos no lo soportan, explica Montesdeoca, porque "sufren patologías de salud mental y adicciones. Hay personas que no han podido adaptarse a esa situación porque llevan muchos años con otras dinámicas de vida. Es muy complicado estar encerrado en circunstancias normales, imagina cuando le añades una patología".

Y es que según Antonio Rico, presidente de la Cruz Roja en Canarias, que gestiona el albergue de personas sin techo de la antigua Fábrica del Hielo, se está aprovechando la oportunidad de tenerlos bajo techo para "trabajar con ellos y conseguir su integración. A nosotros no nos gusta que la gente esté en la calle, lo que queremos es que se integren en un modelo social que es el que tenemos. Nos hemos encontrado con personas que no estaban recibiendo ningún tipo de ayuda porque no habían arreglado papeles y ahora estamos" tramitando esa cuestión. "Si tenían algún tipo de familiar, hemos intentado ponerlos en contacto con ellos. Muchas de estas personas no están en la calle solamente porque son toxicómanos, normalmente hay una patología mental que es lo que les lleva a la adicción o a la desestructuración de su estado normal de vida. Hemos intentado mejorar sus condiciones y que estén lo mejor posible", afirma Rico, quien sostiene que "la mayoría ha seguido en los albergues. Nadie vive en la calle por gusto. Vivir en la calle es una catástrofe personal y social, porque la sociedad tampoco se lo puede permitir". A su juicio, estos recursos deberían haberse creado mucho antes, "pero muchas veces las cosas se hacen cuando encuentras todos lo mecanismos y los astros se alinean".

En opinión de Montesdeoca, "hay que dar respuestas continuamente y no únicamente cuando hay situaciones de emergencia. Todas las respuestas son pocas porque es el colectivo que más sufre la exclusión social y las situaciones de crisis y vulnerabilidad. Ahora están peor todavía, porque nosotros estamos en nuestras casas confinados, pero ellos ni siquiera tenían donde encerrarse". Añade que "respuestas hay muchas, pero no todas se pueden dar porque dependen de las administraciones públicas en muchas ocasiones, pero sí es verdad que hay muchas personas que el haber accedido a un albergue les ha supuesto un alivio importante, porque no es lo mismo estar expuesto al virus estando en la calle que en un centro". La experiencia, entiende, ha resultado bastante positiva y "si a eso le añadimos que hay personas que también les ha servido para poder tratar o superar sus adiciones o patologías mentales, evidentemente mejor. Y me consta que algunos de los centros ha tenido esa gestión sociosanitaria, aunque evidentemente no nos podemos quedar en una respuesta por una situación de emergencia y hay que seguir trabajando con este colectivo", ahora que se empieza el proceso de cierre de los albergues, algo que se está iniciando con el García San Román. En el mismo sentido se pronuncia Maximino Pulido, responsable del Proyecto de Personas sin Hogar de Cruz Roja. La ONG ha trabajado con cuarenta personas en la Fábrica del Hielo y califica la experiencia de muy positiva, porque se han dado pasos para incorporar a varios a programas de empleo e incluso "hay algunos que están en condiciones de vivir juntos y estamos viendo la posibilidad de tramitar alguna prestación", indica Pulido, para quien la experiencia "puede ser un punto de inflexión" en la atención a estas personas. Añade que le consta que el Ayuntamiento tiene la voluntad de continuar con el proceso de integración, cuando Cruz Roja deje de gestionar el albergue a finales de este mes, aunque apunta que "hace falta también que ellos crean en sí mismo y se metan en los planes de empleo y para eso están los técnicos y profesionales apoyando". "Desde hace unos días empiezan a salir en grupo a la playa y Gánigo está estudiando caso por caso para intentar buscar alternativas en esta nueva etapa", indica Pulido. Este periódico intentó hablar, sin éxito, con la concejala de Servicios Sociales, Carmen Luz Vargas.

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