La Cícer ha vuelto a convertirse estos días en el lugar donde disfrutan de la vida miles de habitantes de Las Palmas de Gran Canaria. El extremo suroeste de Las Canteras, el de las olas bravas y la arena bruna, es de nuevo un ir y venir de paseantes, surfistas, playeros y deportistas que aprovechan las horas de marea baja para tostar su piel o dominar el mar sobre sus tablas. Regresaron las fiambreras con churros de pescado y los balones de fútbol, pero no el tabaco. Al igual que ocurrió en tantos otros espacios públicos, en los arenales de la ciudad se impuso la distancia física entre los usuarios como norma general, pero además el Ayuntamiento puso en marcha la prohibición de fumar. Algunas semanas después de su implantación, la medida ha sido bien acogida y la gran mayoría parece respetarla.

"Me parece estupendo", sentencia José Trujillo sobre una prohibición que en realidad desconocía hasta ayer por la mañana. "Más que nada, porque era una cochinada", añade en referencia a los residuos que los fumadores descuidados dejan en la arena. "Los que tenemos niños pequeños, cuando te pones a jugar con ellos en la arena empiezan a salir las colillas y es una verdadera cochinada", reitera. "Y también por el coronavirus, porque pueden ser transmisoras", apostilla a su lado su hermana Mapi.

La propuesta que ahora se implanta de forma temporal en todas las playas de la ciudad sigue la estela de otras similares que están en vigor desde hace tiempo en otros puntos de la Isla, por lo que no resulta extraña para los usuarios habituales de La Cícer. "Hay playas en el Sur donde está prohibido, como Mogán", señala José. La norma en la capital, que en principio durará hasta el fin del estado de alarma, tiene visos de consolidarse -al menos para Las Canteras- en fechas próximas, una decisión que aplauden estos hermanos: "Debería mantenerse", zanja Mapi.

No son los únicos que esperan que la prohibición se mantenga una vez comience la 'nueva normalidad'. Otros dos hermanos, Ilenia y Fabio Salas, también disfrutan de un rato de ocio en la arena de La Cícer poco antes de la hora del almuerzo mientras los niños hacen un cursillo y se alegran de que el humo no haya vuelto a formar parte del ambiente del arenal. "¡Que la pongan definitivamente, como en Mogán", reclama ella. Él, que además vive cerca de la playa, asegura que "la gente está respetando" la prohibición.

Con lo que no están tan de acuerdo es con otra medida que afecta solo a La Cícer: la prohibición de permanecer sentados o tumbados dos horas antes y después de la pleamar, para así evitar aglomeraciones que impidan respetar la distancia física en la estrecha tira de arena que permanece seca durante la marea alta. "Me parece exagerado que sean dos horas antes y después, tienes que tener una app para saber la tabla de mareas", lamenta Fabio. "Es demasiado control", abunda Ilenia.

Aunque pueda alterar las costumbres de quienes toman el sol entre la pasarela y el Auditorio, la medida ha llegado para quedarse algún tiempo. El concejal de Ciudad de Mar, José Eduardo Ramírez, asegura que "es imposible" mantener la distancia física en los momentos de gran afluencia que coinciden con la marea alta debido al escaso espacio que queda entre la orilla y el muro del paseo, por lo que seguirá siendo necesario desalojar la zona en esas franjas horarias. En cualquier caso, la limitación solo es para sentarse o tumbarse, pero no para otras actividades habituales en la arena de La Cícer. "Decidimos prohibir la estancia en la arena, no el paseo o la práctica deportiva", apostilla el edil.

Ramírez se muestra satisfecho con el impacto de la prohibición del tabaco en la arena. "Lo notamos en la recogida de residuos", indica. De acuerdo con los datos que maneja la Concejalía, casi un 40% eran colillas y ahora esa cantidad se mueve en torno al 25%. "La idea es que sea cero por ciento, pero nos queda trabajo por hacer, estamos hablando de décadas y décadas de costumbre", reconoce. Por ahora, más que sanciones, se está llevando una labor informativa a través de la Policía Local y Cruz Roja: "Nuestra intención tampoco fue nunca perseguir desde el punto de vista de las multas sino generar complicidad de la ciudadanía", agrega el concejal.

La prohibición definitiva del tabaco está en la recta final de su tramitación en la administración municipal, una vez superado un proceso que arrancó con una consulta ciudadana -la primera que el Ayuntamiento realizaba por internet- a finales de 2017. Ramírez estima que podrá entrar en vigor "en pocos meses".