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Las acelgas se abren paso en la ciudad

Los huertos urbanos reanudan su actividad después de tres meses cerrados

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Desescalada en Canarias | Reabren los huertos urbanos de la ciudad

Lo primero que llama la atención del huerto urbano Pino Apolinario, en la calle Portugal esquina con Kant, son los tremendos colinos que han crecido sin tino, pese a la falta de mantenimiento que han tenido en los últimos meses, lo que le da al lugar un aspecto de pequeña jungla. Apenas dos o tres mangerazos de agua han recibido de vez en cuando, pero ha sido suficiente. Con idéntico vicio pero peores resultados crecen a su lado las acelgas, las tomateras, con su tomates casi a punto de ensalada; los puerros, los calabacines, las berenjenas, las piñas de millo, en las que lo que crece son los granos, no el carozo, o las zanahorias. Incrustado en medio de un parque, donde hace muchos años estuvo la antigua Escuela de Artes y Oficios, el huerto se ha convertido en un verdadero oasis en medio de tanto edificio y tanto asfalto. En el vergel se ha afincando hasta una familia de mariposas monarca.

"Son verduras sanas. No tienen veneno", resalta María Eugenia quien habla y no para de la satisfacción inmensa que se siente "cuando plantas algo, lo ves que va brotando, chiquitito apenas una pipita de nada. Es hermoso verlos crecer. Y luego el olor y el sabor tan intenso. No tiene nada que ver con lo que compras en el supermercado. Yo suelo compartir mi parte con una vecina. Todos mis potajes y ensaladas los tengo garantizados, lo que ayuda bastante porque soy pensionista".

Como la totalidad de los diez huertos urbanos que tiene en marcha el Ayuntamiento en la ciudad, el de Pino Apolinario ha reabierto hace unas dos semanas y los hortelanos que trabajan en él se aprestan ahora a arreglar lo que ha dejado manga por hombro el abandono. Algunas verduras se han echado a perder, pero otras se han abierto paso con la fuerza de la naturaleza. En él trabajan varios colectivos de mujeres, pensionistas, personas que participan en programas de inclusión social y también de salud mental. Todos ellos y ellas se benefician del inmenso poder curativo y relajante que tiene el estar en contacto con la tierra en un ambiente amigable y además ayudan a gente que lo necesita, porque todas las verduras y frutas son para el autoconsumo y lo que sobra se dona a gente que lo necesita.

"Cedemos la comida a comedores sociales o a personas que están en situación de necesidad. También es una manera de trabajar el tema de la solidaridad, de hacer algo para que otras personas salgan beneficiadas", explica Fermín Romero, uno de los monitores, que destaca también "la enorme importancia y atractivo de estos espacios, por lo que suponen a nivel social y a nivel de embellecimiento" y humanización "del entorno".

Y es que como explica la concejala de Medio Ambiente, Belén Hidalgo, el principal objetivo de estos huertos es la sensibilización ecológica y mentalizar a la gente sobre la importancia de la alimentación sana, así como avanzar en la economía circular y el consumo de productos de kilómetro cero. Hidalgo trabaja en la puesta en marcha en marcha, junto con el Gobierno canario, de huertos en todos los colegios.

Jesús, otro de los hortelanos que acude dos veces a la semana a vigilar los cultivos, asegura que la actividad le sirve de "psicoterapia y como punto de encuentro con la gente. Lo más duro es trabajar la tierra, pero cuando sale el fruto compensa. Debería haber más huertos para que lleguen a más ciudadanos".

Gonzalo Huerta es vecino de la zona y acude a ayudar y a compartir su experiencia como agricultor. Muestra orgulloso los tomates que, dentro de tres o cuatro días ya estarán listos para formar parte de una buena ensalada. "Planto coles, acelgas, perejil, lechugas, escarolas, habichuelas y siempre lo regalo. La gente necesitada viene y me piden y yo se los doy con gusto. Esta comida es ecológica. Gústame mucho", afirma este asturiano que no ha perdido su acento.

Teresa, otra de las monitoras, resalta los efectos benéficos del huerto. "El contacto con la tierra relaja bastante y ayuda mucho a gente que cuesta motivarla. Es muy agradable encontrarte con huertos como este en medio de la ciudad. Debería haber más. Mucha gente pasa y pregunta qué tienen que hacer para apuntarse", señala.

"Aquí estamos bastante felices", resalta José Rodríguez, otro pensionista que se incorporó al huerto hará unos tres años. "Lo mejor de esto es la tranquilidad, el compañerismo y la satisfacción de plantar las verduras, ver como surgen de la tierra y verlas crecer.

"Esto estaba hecho polvo, a ver si va surgiendo de las cenizas como el Ave Fénix. La ventaja de estas verduras es que son ecológicas. Saben mejor y son más sanas. No tiene veneno ninguno. Sólo echamos estiércol para enriquecer la tierra", resalta Rodríguez, que trabajó muchos años en barcos petroleros y culpa a los mayoristas e intermediarios de arruinar a los agricultores canarios por los bajos precios que pagan por los productos. Todos esperan como agua de mayo los plantones prometidos.

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