La Provincia - Diario de Las Palmas

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"Canarias tiene un reto añadido con la inmigración, hace falta una política más abierta"

Francisco Cases Andreu, en una entrevista con LA PROVINCIA. Juan Castro

Deja atrás la Diócesis de Canarias después de casi 15 años al frente de la misma, ¿podría hacer un balance?

Confieso que en nuestra profesión no me gusta hablar de balances. Cuando me preguntan dónde está lo que yo he hecho, lo bueno y lo malo, pues está en el corazón de las personas con las que he vivido, que me han escuchado o con las que he discutido. En su alma queda ese trabajo como en la mía queda el impacto de todas ellas sobre mí. La idea de balances en las profesiones vocacionales es muy delicada de calibrar.

Pero tendrá momentos especiales a rememorar.

Por supuesto. Entre los más duros de mi vida aquí ha sido, sin dudarlo, el accidente de Spanair del 2008; y a partir de aquel año la crisis económica, que a mí me apremió a estar muy cerca de Cáritas para seguir las necesidades de la gente. Algunas cosas que teníamos por hacer las pusimos entre paréntesis porque había que atender a la gente que lo estaba pasando mal. Y este último año, el incendio de la cumbre que nos tuvo a todos en vilo durante días y que realmente fue una gracia del Señor y de todos los hombres que contribuyeron para que pudiera terminar como terminó, con mucha destrucción, pero sin la pérdida de vidas humanas. Aquello fue muy duro. Estaba en la Península, me pasó como en el accidente de Spanair, en las dos ocasiones cogí el avión y me vine.

La crisis del coronavirus también la ha vivido de cerca.

El impacto del coronavirus también ha sido un incendio y este sí que se ha llevado vidas. Pero sobre todo ha abierto una etapa que está siendo dolorosa y seguirá siéndolo para mucha gente. Las medidas sociales que se han tomado están pensadas para la gente que de alguna manera está dentro de la página de la vida, pero hay mucha que está excluida, que no está empadronada, que está de manera irregular. De la mañana a la noche, en 24 horas, se han quedado mirando a la pared, antes malvivían de limpiar unas casas o acompañando a un abuelo. Todo eso ha desaparecido, pero esa gente no tiene derecho al Ingreso Mínimo Vital, que es una medida formidable, y hay que ayudarles. Todo este tiempo he estado confinado pero el teléfono ha sido mi acompañante. A quien más llamaba era a los curas y a los responsables de Cáritas. Iba siguiendo día a día el movimiento de la generosidad de la gente.

También habrá tenido buenos momentos.

Los más gratos han sido la ordenación de sacerdotes. Es lo que me garantizaba que había jóvenes que entraban en el juego de la continuidad. Uno de los problemas angustiosos de la Diócesis es la escasez de sacerdotes y la edad media. Hay muchos que están siguiendo en el tajo diario de las parroquias de una manera heroica, tenemos dos sacerdotes en activo que superan los 90 años y hasta por lo menos una quincena que supera los 80. En la sociedad a los 65 uno se jubila, yo lo haré a los 75; pero es verdad que no me voy a retirar del trabajo pastoral, ahora iré a mi pueblo en Alicante y le pediré al obispo que me diga en qué parroquia puedo echar una mano. Aunque sea obispo seguiré trabajando como cura en beneficio de los demás, es lo que siento que tengo que hacer y es lo que me gusta.

Precisamente, ¿cómo va a afrontar esta nueva etapa?

Con mucha paz. Voy a continuar haciendo lo que me gusta. En vacaciones siempre he ido a Alicante 10 días; descanso de verdad han sido los tres primeros, el resto le decía al cura de la parroquia qué podía hacer para ayudarle. Si eso lo hacía en vacaciones, ahora será igual. Me gusta el trabajo de la parroquia, que es un poco como el médico de familia que toca todos los palos y sigue de cerca a la gente. Además, recopilaré todo lo que he escrito, que son cosas pequeñas, porque no he escrito ningún libro. Pero sí poner en orden todos los sermones, los encuentros.

Antes fue obispo de Albacete, de 1996 a 2006.

Estuve casi diez años como obispo en Albacete. Es una Diócesis que es prácticamente en kilómetros cuadrados cuatro veces lo que es esta pero es casi la tercera parte en habitantes. Las distancias eran enormes, con parroquias a 200 kilómetros de la capital. Pero, los problemas hoy de una Diócesis y de otra son similares, porque los grandes retos son de la Iglesia en general. Es decir, los pobres, la familia y la juventud. En Canarias añadiría otro reto, el de la inmigración. Gracias a Dios hace poco escuché al Delegado del Gobierno decir que lucharía por construir una red de albergues para inmigrantes; ahí se me encendió la alerta verde, la de la esperanza. Hace falta que tengamos una política de inmigración más abierta. La Diócesis está trabajando en esto. En Albacete esto era un reto menor y nos llegaba de rebufo de las provincias del litoral.

¿Y en cuanto al trato entre canarios y manchegos?

El carácter de los manchegos, bueno, el canario es más alegre y vivaz, trabajé muy a gusto con los manchegos porque son muy leales. Pero con los canarios también, son muy abiertos, acogedores, por eso me gusta que eso se transforme en el campo de la inmigración en una buena palabra.

Hablaba del necesario relevo generacional entre los sacerdotes y de la juventud como reto. ¿No se ven capaces de atraerles?

El problema de la juventud está vinculado al de la familia. La gran diferencia entre la de hoy y la de mi tiempo era que básicamente los jóvenes nacieron en familias configuradas cristianamente. Ahora no es que se hayan alejado, es que nunca estuvieron. Circula una frase inexacta: los jóvenes se han ido de la Iglesia; en general, nunca han estado dentro en el tiempo actual. Han cumplido entre comillas con los sacramentos, pero esa praxis de primera comunión y confirmación no se ha visto continuada por falta de raíces familiares. Es uno de los grandes retos en Europa. Los jóvenes están creciendo con unos valores en el amor, la justicia o la paz. Uno de los grandes problemas es que todo el mundo quiere desvincularse de sus propias raíces, la voluntad de las personas por delante de lo que la naturaleza pide. Lo digo con toda claridad, el matrimonio es la unión por naturaleza de un hombre y una mujer, decir esto hoy día es visto como un disparate, porque el matrimonio se considera no lo que la naturaleza, según mi criterio, dice que es, si no que es toda forma de convivencia según el deseo de las personas.

Pero el Papa Francisco ha tenido un acercamiento a la comunidad LGTBI.

Acercamiento siempre lo he tenido. Nunca, nunca, nunca he faltado a alguien del campo LGTBI. Y en la parroquia sabía quién lo era y nunca se me ha ocurrido faltar. He respetado exquisitamente. Aquí en este despacho he recibido a personas que han venido a quejarse de que les habían maltratado algún cura y he llamado la atención seriamente a estos.

Precisamente estaba pendiente de formarse la comisión de abusos en la Diócesis.

La Iglesia es la que mejor está afrontando el abuso de menores. El Papa nos ha obligado que en todas las Diócesis tengamos una comisión para ello. Esto se estaba haciendo y ahora es de la forma que el Papa ha mandado. Las denuncias que puedan haber, que se sepa cómo hacerlas, en la página web de cada Diócesis debe haber un punto de protección de menores. La Iglesia no es la que más casos de abusos tiene, es la que más se ha hecho sonar. Por delante están las propias familias y las instituciones educativas y deportivas. En esta Diócesis en la comisión tenemos cuatro miembros, dos psicólogas, un religioso que es director de un centro de estudios y un sacerdote que es doctor en derecho canónico.

En otra orden de cosas, ¿qué le pareció la primera bajada de la Virgen del Pino?

Mi episcopado aquí empezaba en la tarde del 27 de enero de 2006, pero ese mismo día por la mañana un servidor cogió con mi familia y subió en coche a las 8 de la mañana a visitar a la Virgen del Pino. El primer paso que di fue visitarla. Estuve un buen rato hablando con ella en el camerino y después celebré la eucaristía. Ese día celebré dos misas, una que no se enteró nadie, en Teror, y la segunda en la catedral. Siempre me ha impresionado la romería y la devoción por el Pino, que no es cosa de un día, se le va a ver continuamente, es cosa de todo el año. Además, el 15 de septiembre está los Dolores, patrona de Lanzarote, y el tercer sábado de ese mes la virgen de la Peña de Fuerteventura. Entonces, en 15 días están las tres patronas de las tres islas, siempre he vivido eso con un gozo y alegría, porque era encontrarme con toda la gente de la Diócesis de la mano de la Virgen María. Prácticamente repetía la homilía, se trataba de dar un mensaje común. Siempre he cuidado mucho esos días, era como la ceremonia de principio de curso.

Otra de las tradiciones es el Carnaval. En 2018 se desató la polémica tras unas declaraciones suyas.

El Carnaval no se identifica con la homosexualidad. Yo viví el carnaval de pequeño, es una fiesta antiquísima. Las connotaciones que tiene aquí a mí me gustan más o menos, pero llegó un momento que me provocó. He sido el ofendido y me he quejado de ofensa, yo no he atacado la homosexualidad. Me atacaron a mí como cristiano, me ofendieron en los valores fundamentales que constituyen mi fe, Cristo crucificado y la figura de mi patrona. Lo que no admito es la ofensa de los sentimientos religiosos, de la homosexualidad del carnaval no dije ni pío. Lo que sí afirmo es que si la sociedad y sus autoridades permiten que se ofenda de esa manera a un colectivo importante como el cristiano, me pregunto para qué está la autoridad pública. ¿Por qué se tiene que permitir la libertad de expresión con los sentimientos religiosos?

En las últimas semanas fueron varias las voces que solicitaron un obispo canario. Finalmente su sucesor, José Mazuelos Pérez, será de Sevilla.

Normalmente en ningún lado se mira si son de ese sitio o no. En la Diócesis de Alicante creo que no ha habido ninguno. Solo en las vascas y catalanas se tiene en cuenta este punto. Los localismos, bueno, cuando llegué aquí era consciente que hubo un movimiento nacionalista fuerte. Pero me di cuenta que el nacionalismo que había y que hay es sobre todo afirmación orgullosa de la propia identidad. Eso es fantástico, que yo me sienta canario y que ame las costumbres; ahora, que me sienta con eso aislado del resto es empobrecimiento. Todo lo que me abre es enriquecimiento. Me encantaría que surgieran obispos canarios, pero para Santander o Madrid. Si pensamos que aquí por principio debe ser canario, no tiene por qué. De hecho, hay obispos canarios, uno está en las Islas, y otro, el exarzobispo de Sucre, en Bolivia, es canario.

¿Conocía la Diócesis?

Había estado siendo cura, no recordaba casi nada. Ahora me he vuelto canario en algunas cosas. En la Península hay un desconocimiento total del hecho isleño. Tenemos que despertar y hacer que esté más presente.

¿A qué se refiere?

Pues que vaya a la Península y me pregunten qué tal en Canarias y den por hecho que estoy en Tenerife. Preguntas por las provincias de las Islas y dicen ¿hay más de una? Hay mucha gente que no tiene ni idea. Esto hay que arreglarlo. Esto influye que luego digan que tenemos el privilegio del 75%. Lo que pasa es que de Alicante a Madrid tienes muchas opciones para moverte, pero desde aquí solo tengo una. Estas son las verdaderas luchas, que Canarias pese en la Península.

¿Conoce a su sucesor?

En la Conferencia Episcopal nos conocemos todos. Hemos coincidido y hemos hablado. Es un hombre cercano y muy preparado, es médico y después ha estudiado teología moral. Es sencillo, accesible.

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