"¡Oye, que hay extranjeros en Triana!", exclamaba la pasada semana un comerciante tras ver a un grupito de turistas, los primeros en muchos meses que se ven en la zona. La mayoría de los comerciantes se muestran esperanzado en que este tímido goteo de visitantes se convierta dentro de pocas semanas en una lluvia fina que contribuya a llenar las cajas registradoras de comercios y bares. Las tiendas y restaurantes de Triana están resistiendo, gracias a que la gente del país ha vuelto a acudir a la zona desde que se acabó el confinamiento con un nivel de afluencia similar al que había antes. La pandemia, sin embargo, ha obligado a echar el cierre a al menos a una docena de negocios, que no han podido soportar la reducción de recursos por el obligado parón. El confinamiento ha afectado más a la restauración que a las tiendas, que han tenido mejores condiciones para recuperarse, aunque la mayoría de las terrazas y restaurantes han vuelto a desplegar sus mesas.

Según los datos facilitados por la asociación de comerciantes de la Zona Abierta de Triana, de los doce que han echado el cierre, la mayoría (ocho) son restaurantes y locales de comida y el resto son tiendas. Entre los que han desaparecido figuran La Jamonería de la Quinta de la calle Cano, la heladería Helamore y la delegación de Juicy Avenue. Las tiendas que no han podido volver a subir la persiana están situadas en su mayoría en la calle Mayor. Entre ellas están la tienda de marcas deportivas Foot Locker y la de objetos de corcho Cork Shop, cuyos locales vacíos se unen a los que cerraron antes de la pandemia, algunos de ellos desde hace varios años, como el que acogió a Metharam. Tampoco ha vuelto a abrir la pizzería Pendolino, pero según han asegurado sus dueños van a aprovechar para reformar el local. Arencibia fue otra tienda que ya anunció el cierre antes de la pandemia.

Carlos Bethencourt, presidente de la asociación de comerciantes de Triana, explica que la restauración ha salido más perjudicada de la pandemia y ha sufrido "más pérdidas" que las tiendas, "una prueba de ello radica en que la mayoría de los comercios que han cerrado de manera definitiva son de restauración y que, entre los que van a seguir, hay algunos que aún no han abierto" y prefieren seguir en suspenso todo lo que duren los ERTE. Bethencourt calcula que todavía quedan una decena de bares por abrir y explica que la mayoría de los que han cerrado definitivamente se debe a que no pudieron optar por la venta a domicilio. El representante empresarial se muestra también muy crítico con el Ayuntamiento y su negativa a ampliar el espacio de las terrazas para poder compensar las limitaciones por la distancia de seguridad.

Los comercios, destaca, sí que han vuelto a abrir en su gran mayoría desde el primer día. "Para nuestra sorpresa, han conseguido recuperarse, en términos generales, porque Triana tiene una gran afluencia de gente y porque los empresarios han utilizado la herramienta de los ERTE para cubrir los costes de personal".

A ello se une la coincidencia de la reapertura con el mes de junio, ya que "este mes junto con julio y agosto conforman la mejor época de venta en la zona. "Hemos tenido suerte, porque la apertura coincidió con la temporada de rebajas, que es la que da el pistoletazo a la mejor temporada de zona Triana. Si el confinamiento se llega a producir en enero, nos parte por el eje. Nos morimos. Hasta que abrieron los centros comerciales cerrados, la gente se fue a Triana a pasear y olvidar el agobio de las cuatro paredes".

Pino Rodríguez, encargada de Mark&Spencer, reconoce que las primeras semanas de reapertura, en mayo y junio, hubo una gran afluencia, pero "las rebajas, sin embargo no están yendo muy bien", aunque no se queja. Tampoco lo hace Yaiza, de la perfumería Dalia, quien se muestra contenta con la afluencia. "Hay días regulares y días mejores. La gente se ha acostumbrado totalmente a los protocolos de seguridad y los extranjeros están viniendo poco a poco. Yo he atendido a británicos, alemanes", explica.

También abrió la semana pasada la histórica tienda de regalos Jícara. Su dueña Maribel Parre comenta que, afortunadamente, no necesita la tienda para vivir. "Si dependiera mi vida de esto, me habría muerto de hambre", comenta la propietaria de una de las tiendas con más solera de Triana, abierta en 1973. "Sigo con la tienda porque me gusta y porque mis clientes llevan viniendo tanto tiempo que, más que clientes son amigos", sostiene.

A muchos comercios de Triana, el confinamiento les ha impulsado a reinventarse. Nereida Vizuete, experta en estrategias de márketing, resalta que "muchas tiendas se han dado cuenta de la importancia que tiene vender online y he tenido muchas solicitudes para crear por lo menos una página web o unas redes donde te puedan hacer los pedidos".

La asociación de comerciantes de Triana también ha estado trabajando en esta línea y ha creado en este tiempo Marketplace, una tienda virtual de toda la zona de Triana. Por ahora se han sumado ocho tiendas, pero todas tienen la oportunidad de entrar si quieren.