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La Vega de San José cambia de rostro

Las obras de rehabilitación de 600 viviendas de 44 bloques del barrio capitalino arrancaron ayer

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Rehabilitación de la Vega de San José

La de ayer parecía una mañana cualquiera de agosto bajo un sol opresivo en la Vega de San José a excepción de un acontecimiento en el comienzo de la calle Palma de Mallorca: el montaje de los primeros andamios para las obras de rehabilitación de 600 viviendas de 44 bloques de este barrio capitalino. La instalación de esta maquinaria respondía a una demanda histórica del vecindario de este barrio de Las Palmas de Gran Canaria, tan lejano a la realidad del centro pese a que colindan en el callejero de la ciudad, y los vecinos y vecinas alzaban la mirada a su paso por esta estructura que simboliza un paso hacia adelante, pero que, al mismo tiempo, solo es la punta del iceberg en un mar de necesidades, espacios públicos desatendidos e hileras de viviendas que permanecen a la cola en gravísimo estado de deterioro.

Una vez que culmine el montaje, el inicio de las obras arrancará en los próximos días hasta completar la rehabilitación de un total de seis bloques en el primer tramo de ejecución, que tiene como fecha límite hasta finales de este 2020. Ninguna de estas edificaciones, que datan del año 1982, han sido rehabilitadas desde entonces, aunque, como asegura José Quintana, vecino del final de Palma de Mallorca, "son más las veces que lo hemos pedido que los años que llevamos esperando".

Entre tanto, Domingo y Orlando, vecinos de la calle Málaga y "cuidadores de los parterres", regaban ayer sus guayaberos, papayas, ficus y calabazas, como cada mañana, bajo la mirada escrutadora de Nicolasa, madre del primero, desde la ventana. "¿Que si me alegro de que nos arreglen el edificio? ¡Pues claro que me alegro! No pensé yo que viviría para verlo. Nosotros hemos tenido suerte de que empezaran por nuestras casas", vocea Nicolasa por encima de la ropa tendida.

Cuenta que ya acumula 47 años viviendo en este barrio, asomada a esa misma ventana, desde la que señala con el dedo las grietas que se agrandan en la base de la fachada. "Esto nunca se ha arreglado, ni pintado, desde que yo vivo en mi casa", explica. "Y el jardincito lo cuidan nuestros hijos".

El barrio pide más

En el mismo minuto, su vecina María del Carmen sale del portal, sigue la trayectoria de la voz y asiente. "Este barrio lo lleva pidiendo años, o más bien, décadas", clama. "Aunque este barrio pide más cosas". También afincada en la Vega de San José durante casi media vida, pide que "ojalá" esto sea un punto de partida, "porque nuestros edificios necesitan reparación, pero mira estas aceras, mira la basura tirada por el suelo, las palmeras: date una vuelta y el barrio mismo te lo dice".

Este proyecto de rehabilitación, que forma parte del Área de Regeneración y Renovación Urbana de la Vega de San José (ARRU), comprende 600 viviendas correspondientes a 44 bloques situados en las calles León, Málaga, Córdoba, Eufemiano Jurado y Palma de Mallorca. El primer tramo de las obras interviene en la calle Málaga, en los números 4, 6 y 8 de los bloques 23, 26 y 25, así como 10, 12 y 14 de los bloques 21, 22 y 24; y en la calle Córdoba, en los números 7, 9 y 11 de los bloques 10, 11 y 12.

Las obras están financiadas por el Ministerio de Vivienda, el Gobierno de Canarias, el Consorcio de Viviendas de Gran Canaria y el Ayuntamiento capitalino, como gestor, cuyo presupuesto asciende a 3,8 millones de euros, toda vez que la ejecución corresponde a las empresas Construplan, Construcción y Planificación S. L., Gratecsa S. A., Ferrovial Servicios S. A. e Inagua Gran Canaria Servicios S. L.

Por su parte, Cristo González, jefe de obra, desgranó ayer por la mañana las intervenciones principales que se ejecutarán durante esta primera fase: "En el primer lote de bloques, los trabajos consistirán, sobre todo, en el acondicionamiento de edificios, reparación y pintado de fachadas, eliminación de tendederos y demás elementos expuestos al aire en mal estado, reparaciones estructurales e impermeabilización de las cubiertas", expuso.

"Luego, los bloques situados frente a las instalaciones de los Juzgados, requieren una reparación mayor, que iniciaremos la semana que viene", siguió. "La envolvente tiene otro material y conlleva otro procedimiento de trabajo, pero los trabajos también se basan principalmente en el acondicionamiento y pintado de la fachada, ya que se trata de edificios con mucho deterioro y que requieren un saneamiento urgente". Y a contrarreloj, dado que este conjunto de intervenciones debe completarse en un plazo inflexible de cuatro meses. "Esto es una subvención, así que tenemos que agotarla antes de que finalice el año", indica González. "Trabajaremos a máquinas forzadas".

Pero la realidad malherida del barrio se extiende más allá de estas calles: en la encrucijada entre Málaga y Palma de Mallorca, José Quintana, camarero profesional y vecino del barrio desde hace más de tres décadas, se gira hacia el final de esta última, donde reside. Y cuenta que, hasta la fecha, no tiene noticias de que las obras de rehabilitación alcancen su bloque. "Los años que llevo viviendo aquí son los años que llevo esperando a que arreglen por fin nuestros edificios. Y eso son 32 años", sentencia.

Al dirigirse hacia la fachada de su vivienda, señala una red verde en vertical que apuntala de arriba abajo los 11 pisos del inmueble. La comunidad realizó un desembolso de 1.500 euros para contratar una empresa que ejecutara este trabajo hace poco más de un mes, en plena crisis del coronavirus. "La parte de arriba se está cayendo pa' abajo, lo puedes ver desde la acera, así que pusimos la red por si acaso cogiera a alguien que pasara por debajo, que podía pasar en cualquier momento", explica. También el bloque contiguo desplegó la misma estrategia unos meses antes.

Al respecto de las demandas infinitas que han presentado los vecinos al Ayuntamiento capitalino, González suspira con resignación. "Nuestras peticiones las tiran a la basura", afirma. "Aquí no se ha podado una sola palmera. A veces se caen, se pudren y tenemos que apartarlas nosotros", indica. "Una vez quitaron una porque aquí tenemos un aljibe y las raíces se nos estaban metiendo dentro; estuvimos seis meses pagando hasta 400 euros de agua de pérdidas". También cuenta que, en el invierno antes del confinamiento, los vecinos tuvieron que arreglar la azotea entre todos porque se produjo un desbordamiento y, debido a su mal estado, " los vecinos del 11 no se ahogaron de milagro". "Yo te digo que todo lo que pasa aquí no se arregla de aquí a otros muchos años, y me gustaría equivocarme".

Con todo, Óscar Roque, presidente de la Asociación de Vecinos de la Vega de San José, explicó ayer que la agrupación permanece cerrada desde el estado de alarma por la crisis de la Covid-19. Por esta razón, prefiere aguardar a que se retomen las reuniones antes de prestar declaraciones, si bien apunta que "siempre es un avance que se empiece este proyecto y se ejecute, pero, para nosotros, es importante que hubiera habido un sorteo a la hora de determinar por dónde se empezaban las actuaciones, porque todos los edificios de este barrio tienen problemas y muchos son muy graves".

"Lo importante es que cuando se haga algo en beneficio de la Vega de San José, porque todo es siempre en contra, en contra, en contra, se valore como algo positivo, pero deberían haber hecho un sorteo generalizado para ser justos, porque todos los vecinos somos iguales y los que están al lado de los Juzgados son iguales que los de la otra punta", manifiesta.

La situación de la mayoría de las familias en este barrio capitalino, denominado periférico pese a que sus fronteras casi se desdibujan con el mismo casco de Vegueta, pende de un hilo. Así lo comentaba uno de los "cuidadores de los parterres", padre de dos hijos y desempleado, al igual que su pareja. Después de regar el jardín subía a su casa a arreglar su currículum para entregarlo mañana a una de las empresas constructoras.

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