Este sábado termina la historia de una instalación que durante 14 años ha estado deteriorándose en un punto clave de Las Palmas de Gran Canaria, la Fuente Luminosa. Y es que hoy están procediendo a retirar el popular y también polémico mástil de la superbandera del que fue en 2006 presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Manuel Soria, que en el momento de su instalación costó 300.000 euros, y que hoy en día su mantenimiento supondría más derroche del gasto público que su retirada definitiva.

La retirada de la superbandera supone un gasto de 12.047 euros. Sin embargo, esto supone mucho menos de lo que sería mantener un motor y una estructura que no se han utliizado en los últimos cinco años, lo que ha conllevado también a su deterioro. A principios del año 2018, tras los avisos de los técnicos del Cabildo sobre el estado del mástil por la oxidación, el entonces consejero de Obras Públicas y actual presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, encargó un informe sobre las posibles soluciones.

Ese informe propuso dos alternativas. La primera consistía en la reparación, mantenimiento y explotación de la bandera, con un coste total de 47.385 euros y una cifra similar cada año para la conservación del poste y de la maquinaria para subir y bajar las banderas. La segunda opción era la retirada del mástil, el troceado y envío al vertedero, con un presupuesto de 13.600 euros que han quedado rebajados a 12.047 euros.

La empresa Imesapi es la encargada de eliminar del paisaje capitalino un mástil de cincuenta metros que llevaba años desnudo. Para ello utiliza dos grandes grúas para trocear el poste y trasladarlo a un vertedero.

Las costosas alternativas

La alternativa de mantener la cara bandera, según ese dictamen de Obras Públicas, tendría los siguientes costes: 5.550 euros por la evaluación del estado actual del mástil y realización del informe técnico; 14.877 euros para la puesta a punto del mástil; 11.518 euros anuales para el izado de las banderas; 3.500 euros para el mantenimiento de la instalación eléctrica y contrato de suministro; 7.438 euros por la conservación del mástil en los años siguientes y 4.500 euros para la compra de banderas, al menos una de Gran Canaria al año por el desgaste del uso. Las insignias, pues también se colocaban una vez al año las banderas de España y de Canarias, debían tener unas dimensiones de 21 metros de largo por 14 de ancho, confeccionadas en poliéster y colores vivos, más una malla de 10 centímetros a lo largo de los 14 metros para disminuir el desgaste por flameo, así como una vaina reforzada en el cabo del izado.

La superbandera se instaló en el año 2006, por iniciativa del entonces presidente José Manuel Soria, y estuvo envuelta en la polémica desde el principio, por su alto coste, 300.000 euros, y por la caída del paño a los pocos días. Desde entonces la bandera no dejó de aparecer y desaparecer en función de las decisiones del Gobierno insular de turno. Finalmente en 2014 el ondeo de la bandera desapareció.