Las monedas de oro y plata que traían adosadas a sus cuerpos les llevaron a la tumba. El naufragio del Sud America, que recibió la embestida de La France en el viejo fondeadero de La Luz, forma parte de la historia negra del Puerto. Este accidente acaecido el 13 de septiembre de 1888, y considerado la primera gran tragedia de la emigración al dejar sin vida a 80 italianos que venían con toda su fortuna de América, mantiene vivo su recuerdo gracias al monumento funerario y la fosa del primer oficial en el cementerio de Vegueta. Los restos del vapor de madera quedaron sepultados a unos 15 metros de profundidad dentro del Muelle.

"El abordaje ocurrió por descuido o temeridad del capitán francés, siendo responsable La France del daño causado". Este es el veredicto del largo litigio sobre un naufragio del que se cumplen 123 años la próxima semana.

El vapor acababa de fondear tras una larga travesía desde Buenos Aires y Montevideo con 260 pasajeros a bordo, que habían pagado entre 203 francos de la tercera clase y 750 de la primera, y con 60 tripulantes, así como 700 toneladas de carga, con 1.800 sacos de café, 140 palets de lana, 600 sacos de semilla y 500 de cuero seco. Su destino final era Génova, tras la escala en Las Palmas.

El pasaje llevaba toda una fortuna que amasaron en sus Américas. Se habla de que muchos "desaparecían instantáneamente, sin duda por el peso que llevaban consigo", al llevar ceñidos al cuerpo cintos con dinero. Y también se dice que "a una mujer, que parecía ser mayor de 50 años, pobremente vestida, se le encontraron cosidas en la ropa interior junto al seno, varias letras de cambio por valor de unos 3.000 duros y al otro lado unos 200 duros en oro. A otro se le halló el reloj, un cinto con dinero y otras cantidades en los bolsillos, y se nos dice que en otro de aquellos cadáveres se encontraron unas 600 libras esterlinas de oro. Y el caso de un hombre que, según los buzos, "llevaba el cuerpo lleno de oro, cuyo metálico tenía distribuido en un cinto grande, en los forros del chaleco y hasta dentro de los zapatos. ¿Cómo era posible que este hombre pudiera salir y salvarse llevando sobre su cuerpo tanto peso?", se preguntan. Incluso, "al dárseles sepultura se observó que uno de ellos tenía en un bolsillo un portamonedas conteniendo no pocas de oro, y algunos papeles".

El cónsul de Italia, José Carlos de Blasio, recalca que esta es la primera gran tragedia de la inmigración. Y sucedió sin tiempo para nada. "¡Diez minutos de indescriptible angustia!", cuentan los medios de la época, que relatan que las vergas de los palos se vieron cuajadas de gente, que trepaba por ellas a medida que el buque se iba sumergiendo. A esa hora, la mayoría del pasaje estaba descansando, incrementando el espanto y la confusión". Los hechos acaecieron a las 6 de la mañana del citado 13 de septiembre de 1888, cuando el barco francés se echó encima con una gran fuerza en el momento que el italiano fondeaba a unos 800 metros del antiguo dique del Puerto, y a unos 600 metros de la playa.

Los restos del barco de la compañía La Veloce quedaron desde entonces sepultados dentro del actual Muelle, a unos 18 metros de profundidad y, a buen seguro, con muchas joyas. Lo que sí se rescató fue toda la documentación del comandante.

La colaboración ciudadana fue reconocida por el Gobierno de Italia. Unos acudiendo en auxilio, otros entregando ropa y algunos acogiendo a niños que quedaron huérfanos por la catástrofe.