La mayoría de los 1.969 usuarios del servicio de ayuda a domicilio de la capital grancanaria son mujeres que viven solas, tienen limitaciones físicas y pensiones muy exiguas para vivir. A medida que la edad de los usuarios supera los 85 años, la demanda de atención crece y necesitan que se les haga todo prácticamente, señala una trabajadora. "Muchos de ellos, más que les limpien la casa lo que necesitan es cariño, porque muchas veces el ayudante a domicilio es su única familia. Somos las únicas personas que ven en muchos días", aclaran. Los ayudantes a domicilio los bañan, limpian su casas, les hacen la comida, les planchan, en función de las necesidades de cada usuario.

Aunque también hay usuarios jóvenes porque son discapacitados, han sufrido operaciones o accidentes que los incapacitan, el 85% de los beneficiarios es mayor de 60 años, entre los que hay 224 personas que están encamadas.

"Algunos", explica la ayudante a domicilio, "se orinan encima y todos los días hay que cambiarles la cama y bañarles. Son personas solas y hay que darles vida, además del servicio de aseo o limpieza. También les damos la medicación o les recordamos que la tomen y les acompañamos al médico y hasta le gestionamos el papeleo. Se crea un lazo emocional muy grande".

Calidad

La finalidad de la ayuda a domicilio es conseguir que la persona mayor viva en condiciones en su domicilio el mayor tiempo posible antes de ir a una residencia. En la capital grancanaria la ayuda es gratuita, frente a otros municipios en los que se aplica el copago en función de la capacidad adquisitiva del solicitante. Los mayores dependientes de la capital soportan además el problema añadido de la escasez de plazas de residencia. En muchos casos, aunque quieran no tienen una plaza a su disposición.

Además del envejecimiento de la población en los últimos años se ha notado un aumento de personas dependientes debido a accidentes automovilísticos. Un 4% de los usuarios tienen familias con conflictos. La mayor demanda de este servicio se registra en el Cono Sur y en la Ciudad Alta. Se trata de personas con pensiones muy pequeñas. Algunos de los encamados tienen familia, pero los trabajadores señalan que cuidar a estas personas es agotador, por lo que también necesitan el auxilio de estos profesionales para aliviar su carga física y psíquica.