Dicen que no hay entierro de la sardina que se precie sin una viuda despatarrada en el suelo aullando de desesperación. El desfile mortuorio de la capital grancanaria, en el que participaron más de 100.000 personas, tuvo eso y mucho más. La sardina bembona Marycultura fue despedida ayer con dolor y llanto por miles de viudas a su paso por León y Castillo y Albareda hacia el crematorio de La Puntilla, en Las Canteras. Gordas, flacas, altas, bajas, alegres, recatadas, con plataformas y ligueros, con barba o sin ella. Todas acudieron presurosas a despedir al infortunado pez acompañadas, eso sí, por un ejército de mascaritas, la flota de la marina española y de otros países casi al completo y el tradicional séquito de la representación eclesial, acompañados de sirenas y varios Neptunos. Varios clones de Mary Poppins se dejaron caer con sus paraguas, pero no les hizo falta.

Entre la curia estaban Juan José y Daniel, que aseguraban ir de "curas rasos". "Cuando llegue a Las Canteras, me pensaré si le rezo o no el responso. Si llueve no le hago nada", decía Daniel mirando a un cielo que amenazaba lluvia. Pero el tiempo se portó y el agua no apareció por el desfile, que partió sobre las siete de la tarde de la Plaza de La Feria a ritmo de la contagiosa batucada de Origen Santuka. Aún no había arrancado el desfile y ya se oían los gritos desesperados de las viudas.

Gritos de viuda

"Aquí a los hombres les encanta vestirse de mujer", exclamaba sorprendida Eulalia, una catalana que se vino de Barcelona a pasar una semana de vacaciones y se topó con los Carnavales. Ayer se declaraba encantada con el espectáculo.

Como ocurrió con la Gran Cabalgata, miles de adolescentes se sumaron al desfile. El excesivo entusiasmo con que abordaban la juerga carnavalera delataba que estaban de estreno en la fiesta de Don Carnal. Iban dispuestos a quemar la noche y a echar el resto, como buena parte de la escandalosa comitiva, que llegó a La Puntilla después de las diez de la noche. Junto a la de la Sardina iban las tres carrozas ganadoras de la Gran Cabalgata y las de la Reina del Carnaval de Mar y Culturas, Laura Ojeda. También desfilaron la afilarmónica Los Nietos de Kika, las murgas Los Chancletas, Los Chacho Tú y Los Trapasones, la Gran Dama, Lucía González, la Reina infantil, Selena Pérez y el Drag Queen -Drag Séregon.

Conforme avanzaba el desfile por la calle León y Castillo, iba creciendo la marea humana de carnavaleros dispuestos a exprimir la última noche del Carnaval. "Se acaba la fiesta y nos da mucha pena, pero la vamos matando con ésto", explicaban cuatro provocativas azafatas, mientras señalaban sus vasos repletos de algo que parecía ron. Las cuatro (Fipe, Roberto, Javier y Geño) pertenecen a la compañía Sufridoras Air Plane, por aquello de "buscar un plan", señalaban pizpiretas, mientras se les encendía el manojo de luces que decoran su uniforme de lentejuelas. La sardina llegó sobre las diez de la noche a La Puntilla, donde ardió, entre el llanto de muchos carnavaleros, que se desperdigaron por el mogollón.