Oscuro, con mal olor y lleno de escaleras. Así recuerdan los usuarios del centro de salud de las Alcaravaneras el antiguo edificio de Olof Palme que abrió ayer sus puertas después de seis años cerrado. Durante la mayor parte de este tiempo, trabajadores y pacientes convivieron con estrecheces en una pequeña planta de la antigua clínica del Pino a la espera de que el centro de salud, uno de los más antiguos de la capital, fuera renovado.

Unas obras que en principio iban a durar poco más de un año, pero que se vieron paralizadas ante la denuncia de unos vecinos que argumentaban que el nuevo inmueble les restaba visibilidad. Los usuarios han tenido que esperar, pero desde ayer donde antes había oscuridad hoy entra la luz a través de las amplias cristaleras, donde antes estaban unas interminables escaleras, ahora hay un moderno ascensor y el único olor que impregna el edificio es el olor a nuevo.

"Estamos muy contentos. Los trabajadores se han esforzado mucho para tenerlo todo listo para hoy [por ayer]", explica Virginia Cabrera, directora del centro desde el año 2003.

El centro de salud, con más de 40 años de historia, atiende a una población de 27.292 usuarios de Alcaravaneras, Santa Catalina y Guanarteme. "Algunos vienen hoy [por ayer] porque tienen cita previa, pero otros sólo para novelerear", reconoce la doctora María Jesús Reyes en su nueva y luminosa consulta. "Estamos atendiendo a los pacientes de forma escalonada para que no se produzca un colapso el primer día", añade.

Los cerca de 60 trabajadores no podían ocultar la alegría de trabajar en este nuevo centro que ha ganado más de 870 metros cuadrados y que ha supuesto una inversión de más de tres millones de euros. Pero si alguien se ha alegrado de verdad son los usuarios de mayor edad que ya no tienen que atravesarse parte de la ciudad cuando tienen una urgencia. "Después de tanto tiempo por fin podemos volver a ir al médico caminando", comentan felices.