El obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez Afonso, animó ayer a los cristianos a manifestar públicamente su fe en la calle durante su pregón de la Semana Santa capitalina, un acto que tuvo lugar en la Catedral de Santa Ana. Álvarez indicó que es "absurdo" que se califique a la religión como un asunto privado y se preguntó por qué no lo son "las ideas políticas o las convicciones. "Se dice que es privado cómo si la religión fuera un virus a erradicar. Más que hablar que es un asunto privado, la religión y la fe es personal; que es distinto a privado. Afecta a mi persona y nadie me puede prohibir o amedrentar independientemente de dónde estoy o de qué profesión tengo. Va siempre conmigo", dijo.

Ante un centenar de personas, entre las que se encontraba el obispo de Canarias, Francisco Cases, -pregonero de la pasada edición- miembros de las Cofradías, Hermandades y Patronazgos de Gran Canaria y autoridades militares, Álvarez lamentó que los que reclaman tolerancia "son intolerables con los que no piensan igual" y añadió que las religiones no son la causa de las guerras sino que lo que genera conflicto es "la falta de respeto a un derecho". "La libertad religiosa en un bien esencial", recalcó.

El máximo representante de la diócesis Libariense afirmó que las creencias "si no se expresan, comparten o celebran o no se tienen o se terminan perdiendo", pero advirtió a los creyentes a no olvidar el verdadero sentido de la Semana Santa "reconocer, celebrar y proclamar que Dios se entregó por nosotros" y a no dejarse llevar por la estética de los tronos y el espectáculo que las imágenes y las cofradías ofrecen estos días en la calle.

"Hay que tener cuidado para que la estética de la religión no convierta a la religión en estética", señaló.

El obispo, que comenzó su pregón anunciando que no era ducho en la materia y que se remitiría a ajustarse al significado que tiene la palabra pregonar en el diccionario, sorprendió a todos los presentes con un "paréntesis musical" al poner la música de la canción Puente sobre aguas turbulentas, del dúo Simon and Garfunkel. Una canción de 1969, que según indicó, escuchaba cuando tenía veinte años.

"Me entusiasmaba, pero no sabía el significado hasta que en 1982 Camilo Sexto la cantó en castellano. Es algo más que una buena melodía", contó.

La letra de la canción -dedicada a un amigo destrozado por la droga- sirvió a Álvarez como parábola para recordar que Dios es ese "puente que se despliega" ante las dificultades.

El obispo, que recibió la medalla de la Unión de Cofradías, terminó su pregón -de una hora- animando a todos a participar de las liturgias y de las procesiones porque ambas "estimulan la fe en medio de una sociedad secularizada y desacralizada".