Una ruina de radar
ALBERTO CASTELLANO
A principios de la década pasada, el walkman comenzaba a agonizar, Internet se instalaba en los hogares de la Isla y las primeras cámaras digitales salían a la venta. Desde entonces, las co- sas han cambiado, y mucho. Sin embargo, en la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria parece que, una década después, el tiempo no ha pasado. Y la mejor muestra se encuentra instalada en un vehículo azul. Se trata de una auténtica reliquia que vale más por su antigüedad que por su funcionalidad: un radar de tráfico compuesto por una cámara de fotos analógica, de esas que funcionan con carretes y que para poder ver la imagen hay que revelarlos en un cuarto oscuro, como a la antigua usanza.
A pesar de que nos encontramos en la era digital, este aparato es el único con el que cuenta el cuerpo de seguridad municipal de la capital grancanaria. Con un pequeño objetivo y una ruda carcasa, el radar, fabricado a finales de los años noventa del siglo pasado, viaja en un pequeño coche para cazar a aquellos conductores que exceden la velocidad. Sin embargo, los años no pasan en balde tampoco para esta máquina que, tras algunas fotos y horas de trabajo, se calienta y obliga a los agentes a desconectarla para que así vuelva a coger tino. Y cuando un carrete consume las 36 fotos, hay que cambiarlo para que continúe haciendo fotografías que sirvan para las denuncias.
Los policías encargados de tan anticuado instrumento no sólo se encargan de ponerlo en marcha para su cometido, sino que también han tenido que aprender a revelar. Ellos mismos son los encargados de, utilizando los productos químicos adecuados, convertir el negativo en una imagen para así poder identificar a los infractores, según denuncia Unión Sindical de Policía (USP).
Pero esta no la única curiosidad. Los carretes que se utilizan están caducados y son cedidos al cuerpo de seguridad por unos grandes almacenes ante la imposibilidad de venderlos. Por el contrario, el inspector Curquejo, encargado de la unidad de Tráfico, niega la mayor e incluso asegura que estos son adquiridos convenientemente por el Ayuntamiento y que no se encuentran con fecha vencida.
"No es lo ideal"
Curquejo señala que tener este radar no es lo ideal, "pero es lo que nos cede la Jefatura Provincial de Tráfico". Sobre la posibilidad de tener un aparato digital, con el que contaban el año pasado y que finalmente fue destinado a la Policía Local de Telde, el inspector apunta que "lo más razonable y práctico es alquilar uno como renting. Lo más razonable porque con la rapidez con la que avanza la tecnología, los radares van mejorando con el paso de los años y si lo adquieres a los cinco años puede quedar obsoleto". Además, el coste sería muy inferior al de una adquisición, ya que el renting podría suponer un desembolso de entre 600 y 800 euros al mes, cuando comprarlo cuesta más de 30.000 euros.
También contar con una célula digital supondría una descarga de trabajo para los agentes que se encargan de revelar los carretes. "De esa manera se podría atender la cantidad enorme de peticiones que tenemos por parte de los vecinos que aprecian exceso de velocidad en sus barrios", comenta Curquejo, y que en la actualidad no se pueden llevar a cabo.
Por suerte, donde sí ha llegado la tecnología punta a la Policía Local es en los radares fijos, que desde hace seis años funcionan en varios puntos de la avenida marítima y, desde hace menos, en la circunvalación.
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