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Los parques, receta contra la Covid-19

Las nuevas zonas verdes y los espacios al aire libre de la ciudad se han convertido en la opción preferida para pasar el día con las mascotas por el menor riesgo de contagio

Los parques, receta contra la Covid-19

“Hoy por hoy, lo mejor es venir a un parque, antes que estar en un sitio cerrado”, señala Idaira Sarmiento López, residente en la capital. Junto a ella, un grupo de vecinos de distintos barrios de Ciudad Alta y sus respectivos perros pasan una amena mañana en las laderas del parque del barranco de La Ballena, un espacio que tras las intervenciones de los últimos años por parte del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria se ha convertido en la mayor zona verde urbana de las Islas.

Los nuevos parques de la ciudad y en general los espacios al aire libre se han convertido en la opción preferida para pasar el fin de semana desde la llegada de la “nueva normalidad”. A modo de puntos de encuentro, zonas verdes como el barranco de La Ballena son ahora lugares de reunión donde pasar unas horas, bien con el perro, los hijos, haciendo deporte o simplemente pasar el rato a la sombra de un árbol. Y es que según estudios recientes, el riesgo de contagiarse por Covid-19 en este tipo de lugares, siempre y cuando no se produzcan aglomeraciones, es 19 veces menor frente a un recinto cerrado, como puede ser un centro comercial.

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Jornada de domingo en el parque de La Ballena

Una de las medidas que tomadas esta semana por la Comunidad de Madrid para atajar la segunda ola de contagios de la Covid-19 que más se ha criticado en redes sociales y puesto en entredicho por expertos ha sido la de cerrar los parques en las zonas más afectadas. Y es que los espacios al aire libre son, para muchas familias, una auténtica vía de escape frente a unos pisos que en muchas ocasiones se quedan pequeños; un tipo de vivienda que casualmente es el predominante en la Ciudad Alta de la capital grancanaria.

“Mejor un parque antes que cualquier sitio cerrado”, señala Sarmiento. En su caso, acudió ayer al parque de La Ballena junto a su hija Yeneva y sus tres perros: Noah, Valentina y Bella, esta última con tan solo un año de edad. Junto a ellas se ha formado una auténtica perripandi, tal y como destaca Javier Hernández, otro de los miembros y dueño de un podenco de lo más desinquieto.

El confinamiento en pisos pequeños causa estrés a las mascotas que necesitan correr

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“Necesita esto, mucha actividad y moverse de un lado para otro”, indica Hernández mientras su podenco, Joey, corretea todo el tiempo. Para un podenco como el suyo, cargado de energía, pasar un tiempo prolongado dentro de un piso de reducidas dimensiones puede suponer una fuerte dosis de estrés, según han reconocido los propios veterinarios. Durante la cuarentena solo se permitió pasear a las mascotas en salidas para lo estrictamente necesario, es decir, para que estas hicieran sus necesidades y a cortas distancias con respecto al domicilio. De hecho, este vecino de Ciudad Alta recalca que se valló parte del barranco de La Ballena para, precisamente, impedir caminar con animales por la zona.

“A mi perro le costó montón acostumbrarse a que solo lo sacara para hacer pis, no le gustaba”, indica Hernández, quien reconoce que su amigo peludo de cuatro patas le rompió más de cuatro cosas en casa al no poder descargar adrenalina en el exterior. “Desde que permitieron salir más tiempo en la desescalada, lo traje al parque y se desfogó”, apunta, “eso sí, al día siguiente no se podía ni mover”, añade entre risas.

Y es que para los amantes de los animales, ir al parque para estar con el perro es toda una fuente de inspiración. Por eso solicitan al Ayuntamiento capitalino un espacio mayor dedicado a las mascotas, “el pipican que tenemos ahora es muy pequeño”, recalca Sarmiento, quien sufrió durante el confinamiento los insultos de varios vecinos por sacar a su mascota, añade. “Ya denunciamos en su momento la falta de papeleras, porque apenas había tres o cuatro, y colocaron más después de eso”, indica esta vecina de La Feria.

“Si hay más de cinco niños en el parque no saco a mi hija a jugar”, indica Inma González

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Lo cierto es que el parque de La Ballena es uno de los espacios verdes que más se ha transformado en los últimos años. En total, el Ayuntamiento ha empleado en su mejora y ampliación más de 3,7 millones de euros. Una inversión que ha permitido reconstruir un lugar que estuvo ocupado anteriormente por una serie de campos de fútbol. Precisamente, la concejalía de Urbanismo inauguró el pasado mes de julio, ya en plena “nueva normalidad”, un área de juegos infantiles de 1.500 metros cuadrados sobre una gran superficie de arena, toboganes, cuerdas y postes de madera.

Por esos toboganes, la pequeña Aurora se resbala en bucle junto a sus padres, para así disfrutar del último domingo del verano, antes de la entrada del otoño. “Somos de Telde y la verdad es que da gusto venir aquí, el parque de San Juan está masificado”, indica Inma González, la madre. “No había venido nunca aquí [La Ballena] y la verdad es que me ha sorprendido para bien”, añade. En su caso, reconoce que decidieron quedarse al ver que prácticamente no había más niños en las inmediaciones, un punto a favor a la hora de prevenir posibles contagios de la Covid-19, recalca.

“Normalmente en casa miro por la ventana el parque que tenemos cerca, si veo más de cinco niños no la saco”, indica González. Y es que la preocupación de los padres estos días ante posibles contagios de la Covid-19 es máxima, más teniendo en cuenta los importantes rebrotes que ha habido en la capital en el último mes -según datos del Gobierno de Canarias, la ciudad mantenía este domingo un total de 4.039 casos activos, a la cabeza entre todos los municipios del Archipiélago-.

Entre tantas preocupaciones, la pequeña Aurora, que lleva mascarilla “por voluntad propia”, según su madre, vivió la semana pasada los primeros días de colegio de su vida, pues apenas acaba de entrar en primero de Infantil. “Da la sensación de volver un poco a la normalidad”, indica González tajante, “sinceramente, me daba más miedo que estuviera más tiempo desconectada de la realidad, la niña necesita socializarse; tenemos que aprender a convivir con el virus y al final es tener suerte para no contagiarte”, añade sincera.

Mayerly Álvarez, peluquera, nota entre sus clientas el nerviosismo por la vuelta a las clases

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Quien sí ha notado el nerviosismo entre muchos padres en esta última semana es Mayerly Álvarez. Peluquera de profesión, señala que varias de sus clientas le han comentado que han preferido no llevar aún a sus hijos al colegio, mientras que otras le dicen que “hay que seguir viviendo”. “Al final es adaptarse a esto, en Japón y China llevan usando mascarillas desde hace mucho tiempo y no pasa nada”, recalca, mientras termina de pasear a su perro Zeus, el cual corre ya vigorosamente por el parque de La Ballena después de haberse partido la pata en el confinamiento y sufrir dos cirugías, comenta la dueña.

Entre esas madres con inquietudes está Idaira Sarmiento, que aunque su hijo tiene ya 13 años, la preocupación sigue ahí. “Trabajo por las mañanas, no me queda otra que mandarlo y esperar a ver qué pasa”, indica. Y es que el problema de la conciliación laboral es uno de los problemas que más preocupa a las familias ante un posible brote de Covid-19 en un centro educativo. Mientras tanto, tocará disfrutar del parque los domingos y en los ratos libres, sin duda, una buena receta contra el coronavirus.En la foto principal, la ‘perripandi’ formada por Caleb Brito, Idaira Sarmiento, Sara Lorenzo, Esther Rojas, Mayerly Álvarez, Javier Hernández y Yeneba, ayer con sus respectivos perros en el parque de La Ballena. Debajo, el taxista jubilado Pedro Alemán junto a sus canes ‘Dámaso’ y ‘Arturo’. |

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