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Chatarra nuclear flotante

El ‘Sevmorput’ es un viejo portacontenedores construido en la Guerra Fría que hace solo 5 años estaba condenado al desguace

Chatarra nuclear flotante

El Sevmorput, el portacontenedores de bandera rusa averiado a solo 72 millas al sur de Canarias, es chatarra nuclear flotante de enorme peligrosidad. De ahí que la mayoría de puertos del mundo rechacen su atraque –incluso en Rusia–, ningún país lo quiera en sus aguas jurisdiccionales y sus travesías estén sometidas a estrictos controles de seguridad. Sus características e historial lo convierten en una bomba con una descomunal capacidad de contaminación: es el único carguero del mundo que usa energía nuclear para su propulsión, utiliza una tecnología desfasada, es viejo –fue construido hace 32 años– y estuvo al menos 11 años en dique seco, primero –1999 a 2001– por retrasos en el reabastecimiento de combustible de su reactor y después –2007 a 2016– porque Rusia lo borró de su registro para desguazarlo en la chatarra.

Pero los rusos decidieron al final recuperar el Sevmorput, que abandonó Murmansk –ciudad portuaria ubicada en el extremo noroeste– en noviembre de 2015 tras 9 años de parón. Y eso que incluso estuvo perseguido por la polémica en su propio país desde el mismo momento en que empezó a operar en 1988. Pocos meses después de dejar el astillero donde fue construido –Zaliv Shipbuilding, en Kerch, Crimea– y entrar en servicio comercial, las autoridades de Nakhodka, Vostochny, Magadan y Vladivostok se negaron a aceptar el barco debido a la oposición popular y de los trabajadores portuarios, que se negaron a prestarle servicios por temor a fugas de radiación. Solo dos años antes de que terminara de construirse, Rusia había sufrido el que sigue siendo el peor desastre nuclear de la historia: la explosión de la Central de Chernobyl. La tragedia –Rusia cifró el número de muertos en 31 y la Organización Mundial de la Salud en más de 9.000 durante la explosión y en los años posteriores– generó una fuerte resistencia entre la población rusa contra todo lo que tuviera que ver con la energía nuclear.

El Sevmorput y otros 12 rompehielos nucleares –todos civiles– fueron desarrollados por Rusia en la Guerra Fría gracias al Proyecto 10081. El objetivo era la Ruta del Mar del Norte para la explotación de los vastos recursos naturales de estas regiones. Pero también seguir la estela del enemigo número uno de la entonces denominada Unión Soviética. Fue Estados Unidos, de hecho, el primer país que desarrolló un buque con propulsión nuclear, el Savannah, en 1962. Luego se sumaron Alemania Occidental –Otto Hahn–, Japón –Mutsu– y Rusia, con el primer rompehielos nuclear, el Lenin. Los rusos, sin embargo, fueron los únicos que mantuvieron el pulso tras el fracaso de estadounidenses, alemanes y japonés. Hoy sigue siendo la única nación que usa estos buques.

El Sevmorput es una mole capaz de cargar más de 1.400 contenedores y 38.000 toneladas. Le faltan solo 9 metros –tiene una eslora de 260 metros– para tener la longitud del Titanic. Ha sido utilizado en múltiples tareas a lo largo de su trayectoria: transporte de material militar a las bases del Ártico ruso, de petróleo y maquinaria portuaria y de construcción en la costa de Siberia, de plomo y zinc procedentes de las minas de Pavlovsk o de mariscos entre Petropavlovsk y San Petersburgo a través de la Ruta del Mar del Norte y alrededor de Escandinavia.

Operado por Atomflot, la agencia encargada de administrar la flota de buques civiles de propulsión nuclear de Rusia, el Sevmorput se dirigía a la Antártida, el continente más al sur del planeta, en el otro extremo de sus habituales operaciones en el Ártico –Polo Norte–, cuando sufrió un fallo técnico en su hélice. No llegó a su destino de su nueva misión: el transporte de equipos y materiales prefabricados para la construcción de la nueva estación polar rusa Vostok, del Servicio Federal de Hidrometeorología y Vigilancia Ambiental (Roshydromet). La nueva base de Vostok está financiada en parte por Novatek, una empresa privada rusa que produce gas natural licuado en la península de Yamal, en el Ártico.

El viejo portacontenedores, que se salvó del desguace pero al que solo le quedan teóricamente cuatro años de vida, funciona con un solo reactor de fisión nuclear KLT-40. Contiene 150,7 kilos de uranio enriquecido, uno de los elementos más contaminantes del planeta.

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