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Tributo al ‘embajador’ de los navegantes

La comunidad portuaria rinde homenaje a Pedro Pérez Abrante poniendo una calle con su nombre en el Muelle Deportivo, junto a la gasolinera donde trabajó 40 años

Pedro Pérez Abrante en el muelle, en una imagen de archivo

Cuando en el Muelle Deportivo aún no había agua, ni luz, ni oficinas, ahí estaba Pedro Pérez Abrante al frente de la gasolinera Texaco, que acabó siendo un punto de encuentro y unión para todos los navegantes de la isla y más allá, muchísimo más allá.

Y es que él era el único referente para todos los barcos que recalaban en el Puerto de la Luz en su travesía oceánica.  

Más conocido como Pedro ‘No problem’ o Pedro ‘Texaco’, este tinerfeño de nacimiento pero canarión por adopción, ha sido “un faro luminoso en el Atlántico y un hombre de mar, honrado, generoso y hospitalario”, en palabras de Mimi González, quien fuera concejala de Ciudad de Mar en 2011-2014 y fundadora de la primera tripulación femenina de Vela Latina hace 27 años, amén de amiga y admiradora del homenajeado.

El pasado miércoles tuvo lugar el acto oficial en el que las Autoridades le brindaron merecido homenaje institucional con la colocación de las placas con su nombre en la vía del contradique Este del Muelle Deportivo.

Calidad humana

Algo en lo que están de acuerdo quienes le conocen es que lo que definió sus años de servicio no fue la calidad del repostaje que distribuía sino la calidad humana y la cercanía con la que recibía a todos los marineros y transeúntes que pasaban por allí. 

“Pedro era a quien todos acudían para atracar, para avituallarse, al final él era quien organizaba y manejaba todo”, explica Vicente Boissier, arquitecto y regatista que conoció de cerca los comienzos del Muelle y de su embajador más querido.

Cuando un navegante parte a un puerto desconocido, normalmente busca referencias y se informa previamente de las condiciones de su lugar de destino y a quienes venían a Gran Canaria todos les decían “cuando llegues, pregunta por Pedro Texaco”.

Nacido en el Puerto de la Cruz en 1940, recaló en la isla de Gran Canaria allá por 1966 y desde entonces se ha convertido en todo un referente del mundo náutico a nivel internacional. “Incluso vino a verme el embajador de Italia en España en una ocasión”, comenta, aún ilusionado por el último reconocimiento recibido. 

A este galardón, que le introduce oficialmente en el callejero de la ciudad de LPGC, le preceden otros tantos que ha recibido durante toda su trayectoria, como fue la Medalla de Plata al Turismo, el reconocimiento como hijo adoptivo de la ciudad en 2013 o el Norai de Oro de la Autoridad Portuaria. Además, una zodiac neumática de la Federación lleva su nombre y la popular regata de Dinguies ‘Pedro Texaco’ fue bautizada así, precisamente, porque fue él quien la inició.

Según cuenta su hija, Mapi Pérez o ‘Texaco’, por supuesto, un día había tantos auxiliares con sus zodiacs que su padre comentó “con esto también podemos hacer una regata” y de ahí surgió la idea de la ya conocida internacionalmente prueba o jarana acuática en la que participan embarcaciones a motor fuera borda, botes, tablas de surf y lo que a cada uno se le pasara por la cabeza.

El faro del Atlántico

“Saludos cordiales y bienvenidos a Las Palmas de Gran Canaria”. Esa era la frase con la que recibía a todo aquel que se acercaba a preguntar o a buscar ayuda en el único foco con vida que había en los comienzos del Muelle Deportivo, la Texaco que regentaba junto a toda su familia.

 Otra ocurrencia de su cosecha que sus amigos recuerdan es la de “no problem, my friend, no problem”, y es que cuando hay alguien dispuesto a ayudar los problemas se hacen más chiquitos y las soluciones llegan antes, y en este caso, con una sonrisa y un plato de paella, cortesía del mejor anfitrión de la isla.

Después de cuarenta años trabajando de ocho de la mañana a ocho de la noche a pie de mar, acabó formando parte e impulsando todas las iniciativas náuticas que germinaron en los años ochenta. 

“Pedro es realmente el padre del Muelle Deportivo”, sentencia Boissier. Además, fue quien gestionó y facilitó los comienzos del Comité de la Federación de Vela Latina y quien dio fama internacional al Puerto de la Luz con su familiaridad y su disposición inagotable para ayudar a quien fuera en lo que fuese.

“Es un faro luminoso del Atlántico , un punto de encuentro para toda la familia náutica”, comenta emocionada Mimi. Se podrían pasar horas y semanas comentando las hazañas de este hombre de mar que se subía a la torre del muelle de recepción y brindaba una despedida alegre a todos los barcos que zarpaban. Él mismo llevaba la música y los altavoces para brindar esa cercanía y calidez que le caracteriza y que han hecho que más de un centenar de personas se acercaran al acto conmemorativo el pasado miércoles. “Adiós my friend, buen viaje” era una de las consignas con las que se despedía uno a uno desde la atalaya atlántica que él mismo ha encarnado toda su vida.

“Fue un acto muy bonito, ayer pasé el día muy emocionado”, afirma el marinero, que ha transmitido a toda su familia su pasión. Sus hijos, Mapi y Peyo, y sus cuatro nietas están vinculados a la vela. Tanto como regatistas como participando como juezas en las regatas. Y es que está familia lleva el mar en las venas y ahora la ciudad lleva a esta familia en su callejero y su corazón.

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