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La hostelería trata de resistir sin turistas

La pandemia también reduce las reservas para cenas de empresa de Navidad y Fin de Año

La hostelería trata de resistir sin turistas

La hostelería resiste pese a la falta de turistas en la capital. En estas fechas, los bares, restaurantes, cafeterías y heladerías del paseo de Las Canteras dependen en gran parte de este tipo de cliente que, año tras año, regresa a la ciudad para alejarse del frío que asola al resto de Europa y que este año han tenido que faltar a su cita a consecuencia de la crisis sanitaria, lo que ha ocasionado una bajón en sus ventas.

Cuando el frío llega a Las Canteras el consumidor local empieza a desaparecer, sobre todo en las heladerías. Y es que los nórdicos son el tipo de cliente al que “no le importa tomar un helado en cualquier época del año”. Así lo cuenta la dueña de Liki Liki, Romina Monforte. Asimismo, la empresaria comenta que los fines de semana son los días en que más trabajo tienen, “pero estos últimos tres domingos ha llovido y esto hace que la gente no salga, y si sale no lo hace para tomarse algo frío. Nosotros también vendemos café, pero no genera la misma facturación”, explica.

La hostelería trata de resistir sin turistas

En este sentido, Monforte añade que la venta ha estado “muy floja” este mes y se debe, a su juicio, a que la gente tiene “mucho miedo” a sentarse en un lugar y tampoco pueden hacerlo para tomarse algo mientras fuman por las restricciones. “Si me quiero tomar una cerveza sentada, pero me provoca fumar, tengo que pararme y alejarme, para eso me quedo en casa. Son muchas las limitaciones”, indica. “Los turistas no han venido y se nota mucho. Diciembre y enero se trabaja con los turistas, porque el canario se come un helado un domingo pero no el resto de días, mientras que a los extranjeros les da igual si hace frío, calor o si llueve”, reitera la dueña de Liki Liki, al tiempo que reseña que los primeros meses trabajaron bien con los palmenses, “pero es que también se nota que falta el dinero en la población”.

Otro negocio que echa de menos a los turistas es la cafetería Bread and Coffee. Y es que su empleada Sonia Hernández cuenta que este mes “ha estado la cosa muy floja, se ha notado el parón”. De igual forma reseña que en estas fechas solían recibir turismo nórdico, pero este año, por la pandemia, ha venido poca gente. “En diciembre deberíamos estar trabajando muchísimo y sin parar. Ahora hay solo momentos puntuales en los que acuden muchas personas a la vez, pero pasa rápido y por tanto vendemos lo mismo que antes”, lamenta, al tiempo que resalta que, en comparación con otros meses de 2020, ha empezado a subir la facturación.

Los restaurantes lo han tenido un poco mejor, así lo manifiesta la camarera de la pizzería La Bottega di Pulcinella, Federica Gigugin. La joven relata que “está llegando gente de la Península y, a pesar de la situación, seguimos teniendo gente a la hora del almuerzo y cena. Hay menos clientes, pero tampoco se puede decir que no hay nadie porque no estaríamos abiertos”, sentencia. La joven admite que “se gana menos” pero agradece que han tenido trabajo.

“Hay más clientes de la península y del norte de Europa que se han venido porque aquí la situación sanitaria es mejor que en sus países. De hecho, he sabido de personas que se han mudado a la Isla durante el invierno porque teletrabajan y se sienten más seguros aquí”, revela Gigugin.

En cuanto a las reservas típicas de estas fechas, la camarera agrega que todavía no han tenido por parte de negocios, debido a la Covid-19 y el aforo. “La gente no se anima a hacerlas”, apunta. Hasta ahora, tienen confirmada una para el 31 de diciembre, algo que en años anteriores requería de hasta dos meses de anticipación, porque “todo estaba lleno y eso ya no se ve”, lamenta.

El dueño del restaurante italiano Sunset, Matteo Fogliato, también añade que diciembre ha sido “bastante atípico”, porque no hay turismo. Sin embargo, asegura que la gente “está respondiendo bastante bien, pero el clima no ayuda mucho y los restaurantes de playas funcionan como paneles solares, trabajan con el sol y si no sale, no se produce mucho, pero dentro de lo que cabe somos afortunados”, recalca el empresario. “Estamos abiertos y tenemos la oportunidad de jugárnosla, así que tenemos paciencia”, explica.

Fogliato sostiene que el cambio respecto al año pasado “es brutal”, porque el 70% de sus clientes son turistas y eso ha ocasionado que tenga la plantilla reducida en un 25%. “Respecto a las reservas por las fiestas, tenemos algunas, pero es que también las empresas están sufriendo y eso se ve reflejado en las cenas navideñas. Mientras que las cenas por Navidad y Fin de Año se han visto comprometidas por el horario y aforo”, comenta.

Por su parte, el dueño de Al Maccaroni, Massimo Ferrara, ha decidido montar otro negocio al lado de la pizzería, en plena pandemia. “Me han dicho loco por abrir Tentaciones Ibéricas en una época en la que todo el mundo cierra. Yo he tomado la decisión porque esta al lado de mi restaurante con 29 años y me da ese respaldo. Además, yo tengo clientela fija nativa. También tengo terraza en los dos y eso me beneficia porque la gente quiere comer al aire libre por la pandemia”, apostilla.

La encargada de Paparazzi, Martina Yulivi, también echa de menos a los turistas. “Estamos trabajando menos porque solemos tener muchos clientes extranjeros, ya que el consumidor local prefiere venir los fines de semana, mientras que el turista acude todos los días. En cuanto a las reservas de empresa, Navidad y Fin de Año, también han tenido un bajón por el horario y aforo. “Yo creo que se le quitan las ganas a la gente de salir”, concluye la trabajadora.Los locales del paseo de Las Canteras se mantienen gracias al consumidor local aunque tienen una merma en su facturación. En la imagen principal, una panorámica de La Puntilla. Arriba el dueño de Sunset atiende a dos clientes y abajo, un empleado de Al Maccaroni arregla una mesa. |

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