Eran tiempos en que los hombres vestían pantalones campana y zapatos con un discreto tacón. Los peinados leoninos y cardados de las mujeres reflejaban las ansias de libertad de una época que se abría en el horizonte.

Corría el año 1975 cuando el empresario grancanario Sergio Santana Reyes montaba su primera discoteca, la Play Boy, ubicada en la calle Torres Quevedo. Andando el tiempo hubo de cambiarle el nombre para no entrar en conflictos con la revista norteamericana que de buenas a primeras prohibió su uso más allá. Pasó a llamarse Big Boy y a esta le seguirían otras 12 salas de fiestas levantadas y regentadas por Santana y su familia en Gran Canaria, Lanzarote y Benidorm.

Era el fin de una época de dictadura y cerrazón y el comienzo de otra caracterizada por la apertura de mentes y fronteras, la moda hippie y extravagante y las fiestas como forma de disfrute colectivo y rebelión.

A esta primera incursión en el mundo de la noche le seguirían 45 años de actividad ininterrumpida. “Para mí el trabajo es un hobby, me apasiona y lo hago con absoluta dedicación”, aclara Santana, apoyado sobre una de las troneras de la sala de billar que regenta desde hace doce años, la Pool Fiction, en la calle Secretario Artiles, 22. Este local de 200 metros cuadrados es un referente para jugadores de esta disciplina de todas las islas. Fue uno de los últimos negocios que levantó, y uno de los dos que sigue en la brecha a día de hoy.

Una vida al pie de la noche

Este empresario es especialmente conocido por la que fuera la discoteca más conocida de la isla a finales del pasado milenio y comienzo del actual, la Wilson, cerrada hace unos cinco años por razones del tiempo y la edad. Por ella pasaron la crema y la nata de la sociedad canaria y nacional tanto a actuar sobre el escenario como a disfrutar de la música, los rones y los guanijeys. “Al cumplir 70 años dejé el mundo de la noche”, explica este Rey de la fiesta, como cariñosamente lo apoda su amigo y antiguo director comercial, Miguel Pérez

“El evento más apoteósico que tuvimos fue el concierto de Mecano”, comentan con una sonrisa de orgullo en la complicidad de sus miradas. “Se colaba la gente hasta por la parte de atrás, fue un llenazo absoluto”. 

Otro de los eventos que dejó huella en la memoria fiestera de la ciudad fue la aparición de Isabel Pantoja por primera vez tras los tres años de silencio escénico que siguieron a la muerte de Paquirrín. El primer concierto de la famosa cantante fue en Las Palmas de Gran Canaria. Y es que procuraban llevar a todo tipo de artistas, desde Los Panchos, hasta Bertín Osborne, pasando por Maritrini, Masiel, Arévalo o Fernando Esteso. Todo un elenco de músicos, cómicos y seres de la farándula y lo variopinto.

No sólo artistas recalaban por este Templo de la Fiesta, era habitual encontrarse con políticos y empresarios isleños y extranjeros del más alto nivel. “Recuerdo cuando vino Jerónimo Saavedra el día antes de ser elegido presidente del Gobierno de Canarias en 1982, era la jornada de reflexión, aunque todos sabíamos que iba a salir”. Y añade que dejó una curiosa dedicatoria en el Libro de Oro que ponían a disposición de las grandes figuras: “Los políticos también tenemos derecho a disfrutar de la noche”. Y muchos de ellos lo hacían precisamente en los locales de esta familia.

Un negocio familiar

Santana estuvo acompañado durante gran parte de su andadura empresarial por su hermano, ya fallecido, Antonio Santana Reyes, y por su mujer, Ilsen. La cadena Wilson llegó a contar con 13 salas de fiesta y miles de empleados bajo su ala. El nombre elegido para el grupo obedece a la esencia cosmopolita y moderna de una época en la que las suecas, las danesas y las minifaldas eran la cara más aclamada de la apertura política y económica de la sociedad. Cabe añadir que Ilsen, la esposa de Santana, es de Dinamarca.

Desde la Wilson Las Palmas, la Wilson de Lanzarote, el Pub Wilson de Franchy Roca, pasando por la sala Hipocampo o el Starlight de Benidorm, la familia Santana llegó a tener un auténtico emporio en el que se encuentran varios espacios de más de mil metros cuadrados, que se dice pronto pero se tarda un rato en recorrer.

“Además revolucionaron el mundo del espectáculo”, añade su amigo Miguel Pérez, quien trabajó codo con codo con la familia durante media vida. Recuerda que la mayoría de los que pasaron por el mítico programa ‘Un, dos, tres... Responda otra vez’ vinieron a actuar a alguno de sus locales. 

A día de hoy mantienen la discoteca Ibiza, en Lanzarote, y la sala de billar Pool Fiction, donde además ponen música ambiental y por supuesto unas copitas y garimbas para hidratar uno la sed.

Una jugada de billar

El nombre de Pool Fiction no fue elegido en balde. En la famosa película dirigida por Quentin Tarantino y estrenada en 1994, Pulp Fiction, hay varias secuencias rodadas en un club de billar. 

La transformación de 'Pulp' a 'Pool' no es arbitraria, ya que a la práctica americana de este juego se le conoce como ‘Billar Pool’. De esto sabe mucho su dueño, que ha sido seis veces campeón de España, la última en 2018 en la categoría sénior. A nivel europeo ha quedado en octava posición y en el campeonato mundial celebrado en Las Vegas en 2009 quedó el tercero.

Este bronce de los tacos entró en este mundo casi por casualidad, más bien de carambola. “Un día, paseando por la calle, pasé delante del local y me encontré con un amigo del barrio que me invitó a entrar y echar una partida”, explica. El garito por aquel entonces se llamaba ‘Jupama’ y lo llevaba Juan Padrón Marrero, dueño también del Gran Casino Las Palmas y conocido empresario del Juego en las islas y fuera de ellas.

Tras ese primer contacto fruto del azar, la cosa fue viento en popa hasta llevarlo a las Vegas y a gestionar él mismo el establecimiento en el que empezó. “A día de hoy hay muy buenos jugadores de billar en las islas”, cuenta Santana, quien realiza campeonatos a nivel local y regional de los que salen los que participarán en Madrid a nivel nacional.

Después de casi cincuenta años de actividad infatigable se ha visto obligado a bajar de marcha por la crisis sanitaria que obliga a reducir el aforo y cerrar el ocio nocturno. Aunque la discoteca Ibiza de Lanzarote permanezca cerrada y la Pool Fiction se vea forzada a funcionar a medio gas, Santana confía en que esto pase “en algún momento” y pueda volver a la carga en todo su esplendor.