Hace unos cuatro o cinco mil años, en la ciudad cisjordana donde naciera el mensajero de Dios, ya disfrutaban del fresco dulzor de la sandía. Que pregunten los escépticos habituales a los belenistas Pedro de Armas y Julia González, quienes tras documentarse durante años en la historia bíblica y en la profana han diseñado decenas de belenes basándose en la cultura y la forma de vida original.

“Alguno nos ha dicho hace poco que por qué ponemos sandías en el Belén si entonces no las había, pero no saben que están en Egipto desde hace por lo menos tres mil años”, comenta, entregado a la causa, el agaetense Pedro de Armas. Cualquier revista de divulgación científica que se consulte le dará la razón. Y es que en la maqueta a escala que luce, esplendorosa y suculenta, en el Palacete Quegles se observan variopintas escenas de lo que debía ser el día a día real en la pequeña ciudad de los montes de Judea.

Más allá de la intimidad de la divina familia en el famoso portal, la maqueta belenística muestra el trasiego de agricultores, panaderos, herreros y comerciantes que, ataviados con mini trajes de época, dan vida y movimiento a la estampa más tradicional de la Navidad. Una de ellas, en primer plano, es la de un campesino carretando un cargamento de sandías, que si no fuera por lo minúsculo de su tamaño, parecerían listas para comer. Tan realistas son los detalles que salpican este Belén.

“Hemos querido contar anécdotas e historias”, aclara esta pareja que lleva toda una vida junta por obra y gracia del matrimonio y del belenismo también. Otra de las escenas en movimiento es la de un grupo de mujeres charlando alrededor de un pozo, típica estampa que refleja uno de los pocos momentos de asueto que las hijas y esposas de entonces podían tener. Algo más allá, un burro se encabrita con su amo, temeroso de cruzar el puente de madera que atraviesa el río Jordán.

“Somos unos frikis”, dice él. “Aquí tienes a dos bobos juntos”, bromea ella. Conscientes de la rareza que supone su atípico hobby y orgullosos a su vez de compartir una misma pasión. “Cuando vamos de paseo siempre descubrimos algo nuevo que nos puede servir. El otro día traje una planta que encontré en el barranco de La Ballena y que podemos utilizar el próximo año trabajándola con cola blanca”, comenta Julia.

Detrás de los paisajes y figuras que lo componen hay horas y años de diseño, montaje y recolección, pues absolutamente cada detalle ha sido construido, modelado, pintado y barnizado por ellos. Desde los bollos de pan que salen, aún calientes y humeantes, de los incandescentes hornos de leña, hasta cada uno de los diminutos deditos del recién nacido niño Jesús. Las casas terreras de piedra blanca, los muros y roquedales los han hecho con espuma de poliuretano y planchas con poliéster, construidas por ellos también. Los moldes que dan forma irregular, pero con sentido, al pedregoso terreno son fruto de su propia cosecha, de las décadas de trabajo conjunto e imaginación compartida.

Los cipreses, las vides, palmeras y olivos que bañan la geografía cisjordana han sido replicados a partir de otras plantas y hierbas. En este cometido les ayuda su hija, Beatriz de Armas González.

Como desde hace años está prohibido por ley recoger Cladonia mediterránea, musgo, dicho en lenguaje corriente, el matrimonio encarga este imprescindible a Alemania, donde hay varias especies que continúan siendo de comercio legal. Todo lo demás lo recogen ellos mismos en sus caminatas, igual que hacían cuando eran pequeños y se entretenían buscando cascajos para ambientar sus respectivas casas en Navidad, pues ya antes de conocerse ambos compartían la misma afición.

Dicen que Dios los cría y ellos se juntan, y los agaetenses han participado en varios congresos nacionales de belenistas donde han conocido a cientos de ‘frikis’ como ellos. “Fue un alivio ver que hay más gente con la misma afición que tú. Aquí éramos los raros”, confiesa De Armas.

Pero raro es lo que se sale de la norma, lo que llama la atención de un modo u otro, y después de tantos años de entrega a su particular rareza, su trabajo con las maquetas ha sido reconocido y solicitado por diferentes museos y grupos arqueológicos de las islas.