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Crisis del coronavirus

Los hosteleros se sienten víctimas de unas medidas anti-Covid irracionales

Los propietarios de restaurantes coinciden en que su gremio es el “más perjudicado” tras decretarse el cierre de su negocio a las 23.00 horas

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Terrazas en la capital ante el paso a Nivel 2 por la Covid José Carlos Guerra

Los hosteleros de las Islas se sienten que son los principales perjudicados de unas medidas anti-Covid “totalmente irracionales” que sólo les perjudica a ellos cuando hay otros gremios en los que el contagio resulta mucho más fácil y no se someten a un control. Con motivo de las nuevas restricciones decretadas por el Gobierno debido al repunte de infectados en las últimas semanas, a partir de esta medianoche los restaurantes de las Islas están obligados a cerrar a las 23.00 horas, además de reducir el número de comensales a cuatro personas como máximo.

Para los profesionales de la repostería en las Islas las estrictas medidas de seguridad impuestas hasta ahora requerían de un protocolo espacialmente severo que ha llevado, entre otras medidas, a reducir el número de trabajadores, pero estas nuevas restricciones van a provocar una crisis aún mayor en el sector, por lo que resulta una noticia negativa y más teniendo en cuenta que no se va evitar el aumento de casos si no hay una conciencia ciudadana.

Aunque entre los propietarios y encargados de los negocios de las calles céntricas de la capital grancanaria haya distintas maneras de ver el problema, todos coinciden en que las medidas no tienen utilidad de cara a frenar la enfermedad. Manuel Berciano, propietario del restaurante Midway en la calle Domingo J. Navarro, señala que “todas las medidas que se tomen para evitar el repunte son pocas, pero que no caigan siempre del mismo lado”. Este veterano empresario se refiere a que, efectivamente, el objetivo siempre son los restaurantes o locales de ocio, cuando resulta que “al final somos nosotros los que más a rajatabla llevamos la seguridad, porque nos interesa más que a nadie el que se cumplan las normas, pero se da más leña al sector de la hostelería y después te subes a la guagua y está llena o estás haciendo la cola en una perfumería y nadie respeta la distancia de seguridad”.

Para Berciano “lo que peor llevamos es tener que educar a la gente, la pelea a diaria, que tenga que hacer de policía, y el riesgo de que te multen a ti porque aquel que está incumpliendo la ley también está en mi terreno”.

Jonathan Eusse Velázquez, de El Gallo Negro, en la calle Perdomo 15, señala que el tema es que “ahora estamos cerrando a las 12.00 y a la una en casa. Pero ahora es una hora antes y hay que trabajar todo el día porque la gente va a salir antes”. En su opinión estas medidas tendrían sentido si se extendiera a todos los ámbitos de la sociedad “pero la gente tampoco respeta y por eso el pasado cinco de enero se produjo una multitud aquí en Triana y hubo mucho trabajo, pero nosotros actuamos como si fuéramos policías porque era un constante decir ‘desalojen’, ‘den el paso’ o ‘sean conscientes”. Por otro lado, las nuevas medidas afectan “porque es por la noche cuando la gente acuden a los bares y restaurantes” y si antes estábamos hasta las dos de la madrugada, ahora son tres horas de trabajo importantísimas que se pierden

Víctor González, encargado del restaurante Positano en Perdomo 13, entiende la medida pero, al igual que sus compañeros de profesión, “me parece drástica porque solo nos afecta a nosotros y hay otros factores en los que no se hace tanto hincapié como el transporte público donde no se respeta un número de usuarios, o las tiendas de ropa “donde se aglomera mucha gente y mucha gente toca el mismo producto”. González afirma que “realmente no lo veo correcto” porque, al final, es la restauración la que más medida toma” en cuanto a separaciones entre los clientes, limpiar y desinfectar bien las meses y utensilios. “Nos parece un poco drástico, pero lo entiendo sobre todo por la gente joven que sale tarde y se aglomera en los parques. Pero nosotros, el cliente que solemos tener, es gente adulta, parejas, que viene concienciados”, asegura. “Y esto nos cancela porque si vamos a tener que cerrar a las 11 no van a venir a comer a las 9. La gente sale a partir de las 9 y media o incluso más tarde, con lo que no saldrán, y la restauración y el ocio nocturno es el arma fuerte de este país”.

Los hosteleros se sienten víctimas de unas medidas anti-Covid irracionales J. C. G.

Marcos Pomares, camarero del restaurante La Pepa de Triana, en la calle Constantino 5, señala que no es lógica esta medida cuando “luego te montas en la guagua y pareces que estás en una lata de sardinas, o te subes al taxi y el taxista no desinfecta tras el anterior cliente” por lo que se trata todo de “una serie de incongruencias”. Este profesional también recuerda cómo el pasado día cinco los centros comerciales estaban abarrotados, “cuando es ahí donde deberían forzar las medidas”, y “nosotros cada vez que se marchan unos clientes tenemos que pasar el hidrogel”. En su opinión, el Covid es un problema, “pero si lo hacemos drástico que sea para todo el mundo igual”, añade.

Nicolás Umbras, de la tasca Quitapesares, de la calle Cano 27, asegura que todas estas nuevas medidas “si sirven para algo me parece bien”. Al poseer una pequeña tasca el adelanto del horario para cerrar no le afecta tanto, “porque la gente acostumbra a llegar antes”, aunque esas pequeñas dimensiones si es un problema para el aforo ya que solo pueden recibir a pocos grupos de clientes. Aún así, este empresario italiano afirma que si todo esto “sirve para salir de esta situación lo acato sin problemas como he hecho con las medidas de distancias de mesa, etc.”.

Finalmente, Liviana Velázquez, del restaurante Bachaco de la calle Pérez Galdós 32, asegura que “nosotros entendemos la situación, pero la gente tampoco ayuda” y recuerda también el caso del pasado cinco de enero y cómo se quedó impactada por lo abarrotada que estaba Triana. “Para nosotros es negativo porque son menos horas de trabajo y los españoles, además, suelen cenar muy tarde”

Pero esta nueva norma les obligará a cerrar a las hora en la que la gente empieza realmente a salir. “Estamos sobreviviendo como podemos porque las leyes y todas las restricciones se dirigen muy duramente a la hostelería, pero luego los demás gremios no toman medidas tan estrictas, aunque sea ahí donde realmente se relaciona la gente y se contagien”.

Velázquez pone el ejemplo de ir a casa de algún amigo o reunirse más de diez personas en un sitio que la policía no pueda controlar. “Pero luego vienen y nos atacan a nosotros, a la hostelería, y parece como que somos nosotros los que estamos contagiando a la gente”.

Las declaraciones de los encargados o propietarios de estos seis locales de la zona de Triana y alrededores definen con certeza la opinión del resto de los profesionales de la mampostería que sienten cómo las leyes se están cebando especialmente en este gremio.

La ruina de las pequeñas tascas

Todos los propietarios o encargados de bares, terrazas y restaurantes de la capital grancanaria, ya sea de la zona del puerto como de Triana-Vegueta, subrayaban que no entendían esta medida cuando ya la anterior, la de cerrar a las 12.00, no había afectado a que se produjera una reducción de contagios. Esta nueva medida, como la anterior, resulta especialmente perjudicial para sus negocios ya que la mayoría de la gente acude a sus establecimientos a cenar que suele ser a partir de las 21.30 horas. “Ahora cierras a las 22.00 porque a las 23.00 tienes que estar en casa y sólo has tenido media hora de ese tiempo de oro en donde empieza a aumentar la clientela”, aseguraba Jonathan Velázquez del restaurante El Gallos Negro. “Es algo que solo va a tener una consecuencia: la ruina de pequeños empresarios”. | A. G. S.

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