El abordaje en el que se vieron implicados el ferri de pasajeros y carga rodada Alborán y el barco auxiliar de servicios marítimos Trames Uno el 8 de noviembre de 2018 se debió a “la concatenación de una serie de errores cometidos por las tripulaciones de los buques”. Esta es la principal conclusión de la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim), un órgano colegiado adscrito al Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana que acaba de hacer público el informe con el que culmina una detallada investigación acerca de los hechos ocurridos aquel día a siete millas de la costa norte de Gran Canaria, mientras las dos naves se dirigían de Las Palmas de Gran Canaria a Santa Cruz de Tenerife.
En un barco faltó vigilancia; en el otro, presteza a la hora de evaluar el riesgo de accidente
La comisión, que no entra en la evaluación de responsabilidades o culpabilidades del suceso, sí aborda en las conclusiones de su informe los errores cometidos en cada buque, cuya combinación acabaría dando lugar al abordaje. En el caso del Alborán, que navegaba con la alarma del sistema de identificación automática (AIS, por sus siglas en inglés) conectada, pero sin la del radar, considera que faltó “una eficaz vigilancia de la guardia de navegación”, ya que los responsables del catamarán se hallaban ocupados en labores de comunicación con la compañía. En el del Trames Uno, señala que a bordo hubo una “tardanza en evaluar y considerar la existencia del riesgo de abordaje” a pesar de que el rumbo del otro barco no variaba, lo que hizo inútil la maniobra evasiva que puso en práctica.
Los armadores han tomado medidas a bordo para evitar nuevas colisiones en alta mar
El informe de la Ciaim recoge también las medidas adoptadas por las compañías de los buques implicados en el abordaje. El armador del Alborán, Trasmediterránea, implantó una serie de medidas generalizadas en su flota a partir del accidente, entre ellas el establecimiento de un sistema para identificar en todo momento a la persona responsable de la guardia de navegación y de un procedimiento que recoge la obligación de que todos los oficiales en el puente se encuentren en todo momento ubicados en el puesto de mando. El Trames Uno cuenta ahora con nuevos equipos de navegación para evitar colisiones, según se destaca en el texto.
La comisión no efectúa recomendaciones de seguridad a raíz del accidente, “a la vista de las medidas tomadas por la compañía armadora del buque Alborán”. En cualquier caso, concluye apuntando una serie de lecciones de seguridad que se pueden extraer del suceso. En primer lugar, “la importancia de mantenerse concentrado” en lo que se está llevando a cabo “y resolver las distracciones no esenciales más tarde”. En segundo lugar, señala que la información que se usa para evaluar los riesgos de abordaje “se debe actualizar y comprobar regularmente”. Por último, recuerda que “el tiempo en sí mismo es un recurso limitado” y advierte de que si se dedica más del disponible a evaluar y planificar “se perderá el control de la situación y la posibilidad de actuar de forma eficaz”.
Ambos barcos fueron sometidos a profundas reformas tras el accidente. El Alborán fue renovado por completo en Astican y rebautizado como Villa de Agaete. En la actualidad continúa conectando las dos capitales. El Trames Uno, que entró en Zamakona, ganó habitáculos y una grúa de mayor capacidad. Desde entonces continúa trabajando en proyectos marítimos en Canarias. El último, estos días en Agaete, durante las labores posteriores al accidente de otro ferri, el Bentago Express.
