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Santa Ana, la isla en piedra

Los labrantes de Arucas ultiman tras seis meses de trabajo artesano la sustitución de las tres pilastras centenarias de la plaza derribadas por un camión en febrero de 2020

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Labrantes de Arucas en la plaza de Santa Ana José Carlos Guerra

El 7 de febrero de 2020 un camión que participa en la retirada del escenario del pregón de Carnaval desarboló tres pilastras, dos de ellas de gran tamaño, del perímetro de la plaza de Santa Ana, todas ellas de cantería de Arucas y realizadas hace siglos. Imposible un remiendo de fortuna ante tamaño cochafisco, los labrantes de Arucas han salido al rescate del emblemático recinto recurriendo a las mismas técnicas artesanales que durante más de 400 años han ido ornamentando la arquitectura isleña con la filigrana de la piedra y de la que hoy quedan apenas no más de cinco tallistas en todo el archipiélago canario. 

El pregón del Carnaval que se celebró el viernes 7 de febrero de 2020 terminó para la plaza de Santa Ana de la peor de las maneras, cuando un camión que formaba parte del operativo de retirada del escenario, también ‘retiró’ tres pilastras centenarias y una albardilla de cantería que ornamentan el perímetro del recinto.

A lo que a ojos de un profano pudiera parecer un repegue posterior para enmendar el cochafisco en realidad era un auténtico revés al patrimonio de compleja solución, ya que se trata de unas pilastras que llevan una ornamentación en relieve de flores y conchas realizadas hace más de 200 años por los maestros labrantes de Arucas, profesión que en su momento era una parte sustancial de la economía de la ciudad, pero de la que hoy quedan los que se podrían contar con los dedos de una mano en todo el archipiélago canario. Y varios de ellos se encuentran en la empresa Mercohesan de Arucas, firma que ahora cumple su 25 aniversario, propiedad de los hermanos Mundín y Mingó Santana, hijos de una de las grandes figuras del arte de convertir la piedra en filigrana, el mítico Domingo Santana, El Niño, a su vez hijo, nieto y más que retataranieto de generaciones de labrantes.

El Ayuntamiento recurrió a Mundín para afrontar el caso. “Vine a estudiar los desperfectos y no quedó otra que hacer de nuevo todas las piezas por completo, así que tiré de plantillas y medidas e iniciamos el proceso”. Son encargos exclusivos, y que con el tiempo se hacen cada vez más raros, con lo que el desafío es doble, con un tallado a mano realizado por los labrantes Rodrigo Rodríguez, José Juan Pulido, Adolfo Armas Luján y Félix Santana, que se ha prolongado durante los últimos seis meses, emplantillando el dibujo con garbo y mucha maña y cuya colocación están ejecutando estos días. Al módico peso de 3.000 kilos cada una de las pilastras de mayor tamaño, son tochos primigenios de fonolita que tras el repaso de herramientas como el escoplo, la maceta y la escoda han sido transformados por los tallistas aruquenses en otra más de las gemas que enjoyan a Santa Ana.

A Mundín le da tiempo mientras repasa con ojo de microscopio la alineación de una nueva pieza del extraordinario tetris a arrancarse por folías, y de letra propia: “Labrante de nuestra cantera, oficio con tradición, artesanos de la piedra, trabajo y obligación. Emblemática es Arucas, con su piedra arrogante, hecha con gran maestría por esos nobles labrantes”.

Todo, de proa a popa y de babor a estribor donde la vista alcanza desde allí pasa por la piedra en sus diferentes épocas, formatos y orígenes. Mundín ha estado en buena parte de todos los edificios, primero con su padre Domingo y luego solo, recomponiendo y acicalando. Pone su mirada en modo rayos X y va desgranando la historia de cada una de ellas.

De buena parte de la fachada de la catedral sitúa su origen en la cantera de Piletas, en Tamaraceite. Y en su interior se encuentra la arenisca, sacada de Las Canteras, playa que antes de que fuera sometida a la extracción de materiales se conocía como del Arrecife. “Fue la familia Marrero, la del Muro Marrero, que tenía un astillero allí y se dio cuenta que esa piedra destilaba. La mayoría de las pilas que se utilizaban para destilar el agua que existían en las islas provienen de La Barra, y se llegó a exportar a Sudamérica y Gran Bretaña. Los últimos que sacaron esas piedras en marea baja fueron Pepe El Pujío y Lalo Montesdeoca, del barrio aruquense de La Goleta”.

“Echando un vistazo”, sigue Mundín, “recorres la isla. Siguiendo con la catedral se añadieron ampliaciones con piedra azulada del Monte de Bandama, donde ahora se encuentra el Club de Tenis. Mi padre iba allí con un grupo de labrantes a extraerla para el Seminario. Se iban los lunes, con su padre, sus hermanos Ñoco y Pepe, más Moisés y Bartolo, y regresaban el sábado por la tarde. Ellos mismos hacían de cocineros, eso sí, también se llevaban su garrafón de ron”.

Fue en el año 1978 cuando Santana participó en la primera restauración del templo de la mano de su padre. “Él llevó varias fases, y la última la ejecuté yo en el cimborrio, las escaleras de atrás, la balaustrada curva, la más difícil de todas, el piso de la nave y la torre sur. Cuando empezamos toda la piedra era de El Cerrillo y del Tiro Pichón de Arucas. Menos el sillón del obispo, que de una piedra verdosa extraída del barranco de Tauro, así como el ambón o atril y la mesa del altar”.

Este mixturado ocurre, casi en un calco, con el resto ya no solo de Santa Ana, sino de toda Vegueta, con curiosos casos como el inmueble que hoy es sede del Archivo Provincial. “Cuando llegué a restaurar me encuentro la cantería pintada, algo que también se podía ver en Teror en muchos edificios, como en la basílica. Pues bien, indagando un poco resulta que era lo que hacían en tiempos de pandemia en la creencia de que de esa manera se evitaba que los virus o patógenos se alojaran en los poros de los sillares”.

Un delicioso patrimonio que habla de historia a través de la arquitectura, de ahí que tanto Mingó como Mundín sean especialmente críticos con la creciente tendencia de restaurar con otros materiales como el hormigón, “como ocurre con el Museo Canario o con las intervenciones en la parte alta del Mercado Municipal de Arucas, una auténtica falta de respeto con el entorno, porque es como si rodaras una película de romanos y saliera un gladiador con una ametralladora”.

En la imagen superior, arriba y de negro José Juan Pulido y Rodrigo Rodríguez, acompañados en primer plano por los hermanos Mingó y Mundín Santana y Joel Lorenzo Santana. En la foto de la izquierda, Joel, Rodrigo y José Juan, colocando una de las piezas de una de las dos grandes pilastras dañadas, con la catedral, un crisol de piedras provenientes de toda la Isla, vigilando los trabajos. |

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