La pandemia del coronavirus ha provocado que el Carnaval se aplace hasta 2022. Es la primera vez en la historia de los festejos, cuyas primeras referencias aparecen a mediados del siglo XIX, que se suspenden si exceptuamos los años de la Guerra Civil y la posterior prohibición durante el Franquismo. Ni siquiera la mortífera Gripe de 1918; mal llamada española, que causó estragos en la población de nuestro país y en otras latitudes -entre 20 y 50 millones según la OMS- y cuya propagación fue muy similar a la del Covid-19, logró tumbar las carnestolendas del Archipiélago canario.

El historiador tinerfeño Ramón Guimerá Peña, autor de varios libros sobre el Carnaval, confirmó ayer este hecho. “Es la primera vez que se suspenden si exceptuamos la prohibición posterior a la Guerra Civil (1939)”, dijo Guimerá ayer, que subrayó que, aunque se impidió la fiesta, surgió un carnaval clandestino “primero en Tenerife y luego en Agüimes; más o menos tolerado por la autoridad” hasta que se consintieron como fiestas de invierno en algunos municipios, mientras que en otros hubo que esperar a la llegada de la democracia, como sucedió en Las Palmas de Gran Canaria, para volver a resurgir (1976).

La pandemia de principios de siglo sí suspendió festejos y ferias en la Península

“Durante los años de contienda tampoco hubo celebraciones; muchas familias tenían hijos en el Frente por lo que no había nada que celebrar. Lo mismo ocurrió en los años de postguerra porque la represión fue muy fuerte”, apuntó el historiador, que puntualizó que al menos la suspensión del Carnaval no se debió a “motivos de salud pública”.

“Ni tengo constancia, ni documento que lo acredite”, añadió el experto, que indicó que los eventos que entonces se celebraban ni eran tan masivos ni callejeros como los conocemos en la actualidad dada la población existente y que se desarrollaban en el interior de la casas familiares y las sociedades recreativas, si exceptuamos alguna cabalgata como atestiguan los documentos gráficos del Archivo Histórico Fotográfico de Canarias del Cabildo. En 1920, por ejemplo, la capital tenía solo un censo de 66.461 personas de población de hecho y había contabilizados 13.835 hogares, según recoge el Instituto Nacional de Estadística (INE) en sus estadísticas.

Pese a que la falta de higiene, las aglomeraciones y la movilidad, tal y como ocurre ahora con el coronavirus, eran factores de riesgo para la propagación de la gripe, las autoridades sanitarias debieron pensar que no eran motivo suficiente para la suspensión de las fiestas, que tampoco llegaron a cancelarse en Cádiz, otro de los referentes del Carnaval en España, aunque sí se suspendieron fiestas populares y se retrasaron ferias en otros puntos del país.

En 1904, sanidad prohibió usar confeti multicolor por “razones higiénicas”

Un artículo publicado el pasado mes de octubre en la Revista Española de Salud Pública, titulado Medidas de Salud Pública durante la pandemia de Gripe en el periodo 1918-1920, escrito por Laura Almudéver y Ramón E.Camaño, así lo constata.

El artículo revela que en esos años se cerraron colegios, se retrasaron cursos escolares, se desinfectaron locales, se suspendieron festejos y hubo control de fronteras, entre otras medidas, para evitar la propagación de la gripe, que desde hacia tiempo circulaba por Europa y España, tal y como reflejan los periódicos de ámbito nacional de la época tras las instrucciones de Sanidad Pública, que actuó tarde frente a la epidemia. En 1918 murieron más de 690.000 personas, según las estadísticas de mortalidad.

Instrucciones

Salud Pública emitió en 1920 una serie de Instrucciones sobre la profilaxis de la gripe, tanto de carácter individual como público, para evitar contagios. En cuanto a las medidas a tomar por las administraciones públicas figuraba la de ventilar y desinfectar colegios, cines, teatros, locales de reuniones y transporte público, y si fuera necesario la suspensión temporal de los eventos en el caso de que la epidemia fuera a mayores, pero en ningún caso en las recomendaciones a las administraciones públicas se habla de festejos o fiestas populares.

“La práctica de regar los lugares de reunión con un líquido desinfectante, es de una utilidad dudosa, y solamente sirve para dar una sensación falsa de seguridad; y la de regar las calles y otras prácticas semejantes, tocan por inútiles los límites de lo ridículo”, se llegaba a decir en la instrucción, que fijaba su mirada en el control y aislamiento de los enfermos para frenar la pandemia.

En los legajos públicos del Ayuntamiento de Las Palmas, que custodia el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas, tampoco figura ninguna referencia concreta a la Gripe de 1918 en sus catálogos de Festejos (1844-1936) y Sanidad (1852-1930), aunque en este último capítulo si que hay entre 1900 y 1909 expedientes relativos a directrices sanitarias para atender a buques procedentes de lugares en los que hay epidemias o llevasen enfermos a bordo y medidas a tomar en el caso de que la epidemia de tifus reinante en Santa Cruz de Tenerife en 1907 llegase a la capital grancanaria.

Entre las curiosidades relativas al Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria relacionadas con la sanidad, hay una de 1904 que habla de la “prohibición de usar confeti multicolor por razones higiénicas”.