Concepción Reyes Santana lleva 21 años viviendo en la calle Califa, en el barrio de San José de Las Palmas de Gran Canaria. En los últimos meses había visto pequeñas “tonterías” en su cocina. Un cajón que le costaba salir, la luz del techo que parpadeaba o zonas del techo que se descascaronaban. El sábado pasado notó un grieta un poco más grande de lo habitual, por lo que llamó a un chico para que se la arreglase, ahí comenzó su calvario. Las filtraciones de agua desde la calle Bola, a una cota superior a su vivienda, han terminado por provocar importantes daños en su cocina hasta hacer ceder la escayola y el cemento.

Agentes del cuerpo de Bomberos de la capital grancanaria acudieron en la mañana de este jueves al lugar y comprobaron el mal estado en el que se encuentra esta parte de la vivienda. Fuentes del mismo señalan que, tras una inspección del técnico municipal, el callejón Bola sufre de un problema de “impermeabilización”, de tal manera que el agua se ha ido filtrando a través del precario pavimento de cemento hasta salir por la pared de la cocina del número 14 de la calle Califa.

“Pensé que era una bobería”, reconoce. “El chico que vino el lunes quitó un poco de la escayola y vio que todo el techo estaba destrozado y hundido sobre el falso techo”, explica. En ese instante fue todo muy rápido, los cascotes y el mallazo que conformaban la cubierta de su cocina se derrumbaron. “El albañil tuvo que decirme que saliera corriendo, las piedras caían a rozándole”, detalla, aún con el miedo en el cuerpo.

Aquello fue el pasado lunes; desde entonces, esta vecina del risco de San José lleva cuatro días cocinando como buenamente puede con una bombona de gas que ha colocado en mitad del patio y con la casa repleta de escombros. “Estoy a fruta, huevos sancochados y poco más, así no se puede; soy diabética e hipertensa, tengo que alimentarme bien”, resalta esta pensionista.

Tras el derrumbe el albañil terminó de quitar el falso techo y las piedras que estaban sueltas por encima, al haber cedido el mallazo metálico. “Una parte quedó colgando, un peligro”, apunta ella. Tras despejarlo, el técnico le indicó que las vigas estaban muy oxidadas en los extremos que dan a la montaña, hasta tal punto que presentan grandes agujeros, por lo que estaría en peligro el piso superior. Hasta el plafón tenía errumbre en los apliques.

El Ayuntamiento deberá tomar medidas, según los técnicos de bomberos

Agentes de la Policía Local acudieron al lugar este jueves e inspeccionaron la vivienda y el callejón superior. Tras ver las grietas que se han estado formando en la calle Bola con el paso del tiempo decidieron llamar a los bomberos. “Vinieron y valoraron todo, me dijeron que la habitación de la planta de arriba ni se me ocurriera utilizarla”, señala ella. Los técnicos de Bomberos determinaron que el Ayuntamiento deberá tomar medidas al respecto.

Los vecinos de la calle Bola señalan que la vía “nunca” se ha urbanizado por parte del Consistorio. El callejón esta cubierto actualmente por un “cascarón” de cemento dispuesto directamente sobre la tierra de la ladera de San José, por el cual crecen hasta malas hierbas entre las rendijas. “Llevamos años esperando que hagan algo y nada”, apuntan.

Los vecinos afirman que en la trasera de la vivienda de Reyes Santana -calle Bola- existía una casa terrera que, tras fallecer su propietaria sin herederos, esta fue derribada, permitiendo así ensanchar la vía y crear una pequeña placita. Sobre la misma solo echaron una capa de cemento, explican, y de eso han pasado más de 25 años. Los albañiles han calculado que el arreglo de la cocina de Reyes Santana costaría más de 5.500 euros. “¿Cómo voy a pagarlo si cobro una pensión no contributiva?”, se pregunta. De momento, ya tiene cita para el próximo miércoles en el Ayuntamiento.