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Las ventas del mercadillo de Vegueta caen hasta un 90% por la Covid

Muchos puesteros se ven obligados a pedir excedencias al no poder hacer frente a los gastos

Ambiente, ayer, en el mercadillo de Vegueta, que cada domingo se instala en la trasera de la Catedral y la plaza del Pilar Nuevo. | | JOSÉ CARLOS GUERRA

El parón de la actividad provocado por la crisis sanitaria de la Covid-19 ha provocado que las ventas en el mercadillo dominical de Vegueta hayan caído en 2020 entre un 70 y un 90%, según aseguró ayer la propia asociación encargada de llevarlo a cabo, Veguearte, en una nueva jornada en la que solo diez puesteros decidieron montar su punto de venta en la trasera de la Catedral de Santa Ana. Y es que el cierre del grifo turístico, como a la mayoría de sectores económicos de Canarias, les ha golpeado con fuerza. Hasta el punto que muchos de ellos decidieron tomar excedencias dentro de la organización porque no pueden afrontar los gastos de mantener la actividad en marcha.

La de ayer era una jornada dominical más en la “nueva normalidad” de la ciudad: las familias, los grupos de amigos y algún que otro turista despistado paseaban por el centro histórico. Pero nada comparado con aquellos días de domingo de hace poco más de un año, antes de que el virus viniera a cambiar la vida de toda la sociedad de manera drástica. Estos “domingueros” se acercaban, mascarilla en ristre, a los puestecitos que se mantienen en pie después de un dramático 2020. Alguno terminaba convencido y se marchaba con una bolsa en las manos. Otros, en cambio, se limitaban a interesarse por los productos que tenían delante y alabar el trabajo artesano. Conforme avanzaba la mañana, el ambiente se iba animando, si bien la mayoría de visitantes regresaban por donde vinieron sin haber adquirido nada.

Según Iliana Lago Pereda, presidenta de la asociación Veguearte, “se hace muy cuesta arriba” el seguir trasladando todos los bártulos para montar el puestecito cada domingo. Explicó que todos empiezan la jornada “en negativo” porque tienen que afrontar gastos de aparcamiento la mayoría de veces, los desayunos, la gasolina para el transporte... “Y a partir de ahí, empezar a remontar. Mucha gente no se lo puede permitir, no les sale rentable”, agregó tajante, para luego manifestar que, en su opinión, “ahora mismo es un lujo poder trabajar en lo nuestro”. Y no precisamente en el buen sentido de la palabra. Los gastos no se reducen, pero los ingresos en ventas sí que han experimentado “una caída brutal” con la pandemia.

Según los primeros cálculos que han hecho desde Veguearte, han perdido entre un 70 y un 90% de sus ingresos en 2020 respecto a los que consiguieron en 2019. Esa merma dependerá, eso sí, del tipo de productos que se vendan. Por ejemplo, la caída experimentada por los puestos de alimentación no ha sido tan acuciante como la de los puestos de artesanía. Este fuerte descenso de las ventas se debe, sobre todo, a que el perfil del cliente tipo que acude a los mercadillos es el del turista de fuera de las Islas. Lago apuntó que alrededor del 90% de la clientela son visitantes extranjeros. “El turista extranjero, increíblemente, tiene mucha cultura de mercadillos, sobre todo el artesano, que les llama muchísimo la atención y vienen buscando un detalle diferente, un producto típico de la Isla”, esgrimió. A este éxito ayudaban también las actuaciones de música canaria en vivo, que terminaban de apuntalar esa sensación de canariedad que muchas veces buscan los viajeros en este tipo de actividades.

Las ventas del mercadillo de Vegueta caen hasta un 90% por la Covid

Las ventas del mercadillo de Vegueta caen hasta un 90% por la Covid

Chari lleva muchos años regentando Mamasayo, un puestecito de mermeladas, mojos y mieles naturales que empezara su abuela tiempo ha. Ella también ha visto cómo sus ingresos se contrajeron más de dos tercios en 2020 respecto al año anterior. Sin embargo, tiene clara su máxima, y se la dice a todo aquel que tiene a bien interesarse por su situación: “Hay que acostumbrar a la gente a que estamos aquí, si no, el mercadillo se perdería”. Y por ello sigue yendo un domingo tras otro hasta Vegueta. Por ello y porque tiene claro que su objetivo es “dar de comer a todos”, puesto que no se dirige “solo al turista extranjero, sino también al turista nacional, que es el que me ha dado de comer a mí estos meses”.

Admitió que, desde que el turismo dejó de venir a Canarias a causa de las restricciones, “se ve a mucha menos gente paseando” por las calles del centro histórico de la ciudad, pero todo el que aparece por la calle Felipe Massieu Falcón tiene garantizada la invitación a degustar sus productos, con una alegría y amabilidad en el trato exquisitos. “Vivimos de nuestros clientes, y hay que tratarles lo mejor que se pueda porque si no, no van a regresar”, declaró rotundamente mientras despachaba a una pareja que se llevó a casa una de sus mermeladas de guanábana.

Unos puestos más a su izquierda, una pareja de mochileros miraban con gran interés las pulseras que una pareja de artesanos exponía en su puesto. Los exigentes compradores, unos de los pocos turistas que se pasaron ayer por el mercadillo, se probaron muchos de estos elementos diferentes hasta que dieron con aquel que más les agradó. Felices y saludando a todos los artesanos, se fueron por donde mismo vinieron con un recuerdo único de su paso por el Archipiélago. El puestero que les atendió admitió luego que quienes siguen montando su negocio en el mercadillo son “los más optimistas”, para luego aseverar: “Yo si me quedo en casa, no puedo vivir. Necesito estar aquí y hablar con la gente”.

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Mercadillo de Vegueta (14/03/2021) José Carlos Guerra

Mercadillo de Vegueta (14/03/2021)

Mercadillo de Vegueta (14/03/2021) La Provincia

De 30 a una docena

Este año marcado por la pandemia de coronavirus también ha supuesto que muchos de los puesteros que se instalaban en este mercadillo dominical no hayan podido seguir asumiendo el gasto que ello supone. Por ello, han preferido cesar su actividad una temporada y retomarla cuando la situación vuelva a la normalidad. Así, matizó Iliana Lago, en los últimos meses han pasado de ser 30 puntos de venta a ser solo una docena. Ayer, de hecho, solo había 10 de ellos montados a lo largo de la calle, que solía quedarse pequeña y en la que ahora imperan las medidas sanitarias para evitar la propagación del virus. Y en esa nueva organización, los asociados de Veguearte han tenido, incluso, que asumir algunos de los gastos derivados, como por ejemplo la valla que han colocado para diferenciar el espacio de tránsito para los visitantes del mercadillo y el de las personas que solo pasean por esa zona, la cual tuvieron que pedir prestada.

“Esto que tenemos ahora es lo que se impuso desde Sanidad por la fase 3, se exige que los mercados habituales como este tengan un vallado perimetral, una entrada y una salida, un control de aforo y todas las demás cosas que se saben. Por eso hemos tenido que modificar toda la distribución del mercado y tomar estas medidas, porque era la única forma que teníamos de poder continuar con la actividad y poder trabajar”, describió la presidenta de la asociación.

Lago Pereda también echó un vistazo atrás para recordar que el año 2019 había sido “muy bueno” para el mercadillo en cuanto a ingresos. “Se llenaba de gente los domingos, la plaza también estaba llena de la gente que venía a ver la música en directo, era una vida, un lujo, porque veías un montón de turistas que venían, se quedaban maravillados, sacaban fotos y se quedaban con algún producto”, manifestó. Una tendencia ascendente que se venía produciendo desde 2017 y que el virus ha frenado en seco.

Este descenso de los puesteros y de la actividad que se desarrollaba en torno al mercadillo no pasa desapercibido a casi nadie, tampoco entre los visitantes de fuera. Un grupo de seis amigas peninsulares comentó que habían decidido ir expresamente el domingo a Vegueta, entre otros motivos por el mercadillo. “Nos dio un poco de pena que hubiera pocos puestos, porque lo que habíamos visto en Internet era maravilloso”, lamentaron. Se interesaron por numerosas cosas, entre ellas los productos en madera de un puestero y las mermeladas de Chari, pero finalmente terminaron marchándose sin nada. Otra vez será.

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