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Xayo: El arte de la ambigüedad

"Fisiológicamente soy un hombre y quiero seguir siéndolo, con mis inclinaciones naturales", declaraba Xayo en una entrevista publicada en La Provincia el 9 de febrero de 1986 y realizada por Diego Talavera

Xayo, en febrero de 1986. Rafa Avero

«Xayo» es de esas personas que, sin proponérselo, impresiona a sus interlocutores por su infinita humildad. Su vida transcurre entre su taller de costura y un espectáculo diario de transformismo —aunque a él no le guste mucho el término— en el club «Tam-Tam», donde de una forma lúdica y desafiante emerge todo su talento como creador artístico. «Xayo» va desde la abstracción más rigurosa a esa «sinceridad nunca conocida antes» que el poeta Ezra Pound previó que sería la característica dominante de nuestra época, «Xayo» es Pedro Moreno, nació en Santa María de Guía hace treinta y cuatro años y es en la actualidad un artista exportable por su calidad: el próximo mes de mayo volverá a actuar en Berlín, considerada como una de las capitales del mundo donde el transformismo ha llegado a obtener la categoría de arte con mayúsculas.

¿Eres transformista por naturaleza, por convicción o por una pedrada?

A mí, personalmente, no me gusta mucho ése término y.no porque a nivel-semántico suene un poco a coña o algo por el estilo. Creo que el transformismo existe desde que el hombre tuvo capacidad de pensar. Ahí están los orígenes de la fiesta del Carnaval u otro tipo de fiestas rituales donde la transformación del hombre en un ser ambiguo se daba con frecuencia, tanto en culturas avanzadas como en otras más primarias.

Si no te gusta el término, ¿cómo definirías tu trabajo en escena?

Opino que no se trata de buscarte etiquetas al trabajo que realizo. Si lo hago es, sencillamente, porque de esa forma es como llego a comunicarme con los demás. El pintor utiliza el lienzo como medio de expresión, el escultor la materia, el cineasta las imágenes y yo, modestamente, transformándome gracias a la magia de! maquillaje y los atuendos.

¿A que atribuyes el éxito que estás teniendo?

Fundamentalmente, a mi capacidad de improvisación. El espectáculo diario es para mí un reto continuo, pues al margen de las imitaciones musicales -que no puedo cambiar a diario- tengo que improvisar mis historias sobre la marcha.

Es posible que ese dialogo que mantienes constantemente con el público sea tu secreto. Ese diálogo es fundamental en este tipo de espectáculos. Si no hay provocación —en sentido positivo, se entiende— desde el público, no sería posible tu lucimiento personal... 

Y cuando «Xayo» comienza á contar el chiste de turno («había una mariquita amiga mía...») con una entonación muy peculiar, se hace el silencio y a medida que va exponiendo la narración de la historia se multiplican las preguntas de un público que se integra como tal en el conjunto del espectáculo.

¿Te consideras un profeta en tu tierra?

Y por qué no... Desde que comencé a actuar en 1977, en una sala que se llamaba «Las Brumas» en el sur de Gran canaria, me he considerado profeta en mi tierra, aun teniendo en cuenta que en aquellas primeras actuaciones formaba parte de un grupo. Luego, en 1980, fueron las primeras actuaciones en Berlín y a partir de ahí Asturias, Galicia, Puerto de la Cruz y otras ciudades españolas.

Tu trabajo ¿tiene algo que ver con el mundo del travestismo?

Yo respeto mucho al travestí, pero no tiene nada que ver con lo que yo hago. Fisiológicamente yo soy un hombre y quiero seguir siendo hombre, aunque con mis inclinaciones naturales. No se puede tratar de conducir un río contra corriente. Hay espectáculos de travestís que son auténticas aberraciones, que carecen de contenido artístico y donde prevalece el lucimiento por el lucimiento. Yo, por ejemplo, para hacer mi trabajo tengo que estar al día, leyendo prensa diaria, viendo televisión y estar informado de cualquier tiempo de movimiento de carácter artístico o social. Todo ello, como es obvio, sin olvidar la estética a la hora de salir a escena.

"Quiero llegar a la perfección más absoluta y que mi espectáculo se a respetado como trabajo artístico"

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¿Y cual es tu meta al plantearte una trayectoria artística?

Sin duda alguna, mi intención es llegar a la perfección más absoluta y que mi espectáculo sea respetado como trabajo artístico. Afortunadamente, los tiempos han cambiado y la llegada a este país de las libertades, junto con las transformaciones de los hábitos sociales, ha hecho posible que podamos realizar nuestro trabajo con dignidad.

Xayo, en pleno proceso de transformación

Xayo, en pleno proceso de transformación Rafa Avero

Sin embargo, ustedes trabajan siempre con gran pobreza de medios.

Ese es un problema bastante generalizado. La verdad es que en la actualidad no existe en Las Palmas una sala que reúna unas características especiales para el espectáculo en directo. Un local como el AltaVista, por poner un ejemplo, ha acabado convertido en iglesia coreana. Y eso es triste...

«Xayo» tiene otra faceta no menos importante que la de transformista. Posee un taller de costura que ha colaborado con el Ballet Contemporáneo de Las Palmas, a nivel de vestuarios. Era un buen amigo de Lorenzo Godoy(«a él le debo el nombre de Xayo»), con quien llegó a colaborar en algunos de sus montajes.

Hago ropa para una clientela muy selecta; es decir, trabajo en la costura casi por compromisos personales. Por supuesto que no me considero un diseñador de modas. Me limito, exclusivamente, a seguir las ideas de mis clientes, que suelen ser amigas, para hacerles lo que me piden. Quizá sea un poco psicológico cuanto trato de elegir un tejido concreto para alguien o el diseño que le va mejor a su carácter.

¿Qué opinas de esa especie de «boom» de diseñadores jóvenes que quieren abrirse paso en Canarias?

Eso te da una idea de la capacidad que tienen los isleños para ilusionarse. Y eso es bueno. Porque entre ellos hay gente interesante, pero hay que trabajar y sacrificarse mucho. No se puede ir por la vida diciendo que eres diseñador si luego no logras impulsar tu trabajo creativo.

Por último, «Xayo», ¿te consideras una persona feliz y realizada?

Sinceramente, no puedo pedir más. Hasta el punto de que me gustaría que mi padre viviese para darle la satisfacción de que su hijo vive bien de su trabajo y esfuerzo personal. ¿Qué más puedo exigirle a la vida? 

Xayo se transforma en Massiel Rafa Avero

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