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Araceli saca medidas de su nueva casa

Las personas adjudicatarias de las viviendas del último inmueble construido por el ARRU de Tamaraceite las visitan por primera vez, en medio de una gran emoción

El concejal Javier Doreste (iz.) visita junto con las familias adjudicatarias su nuevo hogar, dentro del inmueble de 24 viviendas del ARRU de Tamaraceite. LP/DLP

El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha terminado un nuevo edificio del ARRU de Tamaraceite, en esta ocasión de 24 viviendas, y muchos de sus nuevos propietarios han visitado por primera vez la que será su nueva casa, después de tantos años esperando ansiosos este día que marcarán en el calendario. A falta de unos flecos, en junio podrían mudarse con todos los servicios en funcionamiento, pero ayer se acercaron, acompañados de técnicos municipales, a cada uno de los pisos para una toma de contacto en la que muchos aprovecharon para sacar el metro y empezar a tomar medidas para los muebles.

Las 24 familias adjudicatarias de las viviendas en el último de los inmuebles terminados del Plan de Reposición de Tamaraceite pudieron ver ayer sus nuevas casas por primera vez, entre la ilusión y los nervios propios del momento. Araceli Ramírez Gutiérrez fue una de ellas quien, junto a su madre, observó cada rincón del que será su hogar dentro de unas semanas, desde que se regularice la situación de las escrituras y se constituya la comunidad de propietarios. “Yo estoy encantada, la verdad”, comentó mientras recorría las habitaciones, metro en ristre, para medir y empezar a formarse una idea mental de qué muebles podría poner en cada una de ellas.

Acompañadas por una técnica del Ayuntamiento, ambas mujeres inspeccionaron cada dependencia, entre gestos de alegría, exclamaciones de sorpresa y una emoción contenida. Han sido muchos años los que han esperado por este hogar. De hecho, sus abuelos, los verdaderos propietarios de la vivienda del Patronato Francisco Franco a la que sustituye este nuevo inmueble, ya han fallecido, dejándole a ella en herencia la nueva casa. El Área de Regeneración y Renovación Urbana (ARRU) de Tamaraceite lleva sobre la mesa del Consistorio desde hace casi 20 años, y su desarrollo comenzó en 2008, tiempo desde el cual todas las personas que vivían en los edificios del Patronato llevan soñando con una mejor accesibilidad, calidad y seguridad para vivir.

Araceli y su madre comenzaron su visita por su nuevo hogar en el patio interior del inmueble, un espacio que servirá a la comunidad para relajarse y tomar el aire. Ya en esa primera planta, se dieron cuenta de un aspecto de las nuevas viviendas que despertó su curiosidad. “Estas puertas son muy bonitas, me gusta el dibujo, son mejores que las lisas que tenemos ahora”, comentó la progenitora a su hija, quien asentía al tiempo que posaba la vista en el pequeño árbol que, como su vida en el nuevo edificio, espera crecer tras echar raíces hace poco tiempo. Tras la visita por las zonas comunes, llegó el momento de abrir la puerta de su reducto personal, el que será su espacio vital, por primera vez.

Los pisos cuentan con una superficie útil de 67 metros cuadrados, 20 más que los antiguos.

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Animadas por la nueva construcción, ambas entraron en el pasillo con una gran sonrisa en la cara, mientras miraban los acabados y valoraban el tamaño de las distintas dependencias. Los dos baños que tendrá Araceli dentro de poco, la amplia y luminosa solana y el espacioso salón fueron los puntos positivos de esta primera toma de contacto, mientras que la cocina y el tamaño reducido de dos de las tres habitaciones fueron las contras. “No creo que vaya a caber una alcoba de matrimonio en el cuarto mediano”, lamentó. Además, por el que más luz del sol entra es también el más pequeño, por lo que ayer se preguntaban madre e hija qué podían meter en ese habitáculo. 

Mientras, la progenitora comentó que algo que le gusta mucho del nuevo piso es que la cocina está separada de la que será la zona de comedor y el salón, por lo que los olores de las comidas no se quedarán luego en el ambiente de la sala de estar. Además, se mostró entusiasmada por la solana, no solo por el tamaño, sino por el simple hecho de contar con un espacio como ese. Y es que, gracias a la reposición de Tamaraceite, han conseguido ganar alrededor de 20 metros cuadrados con respecto a las antiguas casas del Patronato, llegando al entorno de los 70 metros útiles. En este caso, eso sí, no cuentan ni con garajes, ni con trasteros. La superficie de la vivienda se distribuye en dos baños, tres habitaciones -una de ellas doble-, salón, cocina y solana. 

Según el concejal de Urbanismo, Javier Doreste, las familias “están satisfechas y contentísimas”, ya que “han visto la promesa hacerse realidad, y sobre todo el cambio que ellos han experimentado”. Puso como ejemplo unos nietos que tienen una abuela de 89 años que no podía salir de su anterior vivienda porque las escaleras eran muy estrechas y no había ascensor, además de los problemas que tenía en su día a día dentro de la propia casa. Ahora, en cambio, “va a tener dos baños completamente accesibles, va a tener un ascensor, por lo que va a ganar en movilidad, en accesibilidad, que es uno de los dramas de estas zonas” en las que viven personas de edad avanzada pero en inmuebles obsoletos que no cuentan con las modernidades que les ayuden en su rutina.

Araceli sacó el móvil y se puso a grabar todo el piso para enviarle un vídeo a su hermano, que también vivirá con ella. Su madre, entretanto, localizó el metro que llevaba en su bolso y se puso a medir el largo de las paredes y descubrió que quizás la cocina se quede un poco pequeña para todo lo que tiene su hija, al igual que la habitación mediana se hizo demasiado pequeña para colocar la cama con las dos mesillas de noche. Aun así, no ocultó su alegría por la amplitud que parece tener el inmueble: “La verdad que, para lo que teníamos que era un nido de pájaros, esto está genial”. Quien será dueña de la casa, que ya había terminado de emitir su periplo, le quitó hierro al asunto de la alcoba de matrimonio, y rechazó la idea de hacer una especie de vestidor en el dormitorio de menor tamaño. Quizás quedara mejor una pequeña oficina. Lo que no entendieron ninguna de las dos es que hubiera una toma de antena de televisión justo al lado de la ventana porque, “¿quién va a poner ahí una pantalla con toda la luz?”. 

“Para lo que teníamos, que era un nido de pájaros, esto es genial”, afirma una vecina.

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Tras firmar unos documentos que le aportó la técnico municipal que les acompañó en la visita, Araceli y su madre desfilaron por la puerta. En breve, tendrán las llaves de su casa, desde que firmen las escrituras, y podrán seguir haciendo mediciones y todos los cambios y pequeñas remodelaciones que quieran en la que será, de facto, su nueva casa. Hasta entonces, apuntó el edil de Urbanismo, queda constituir la comunidad de propietarios y que esta contrate algunos servicios necesarios, como el ascensor. “El Ayuntamiento, como siempre, ponemos en marcha algunas cosas de la mano de los vecinos y llegamos a contratar también nosotros”, agregó Doreste, siempre y cuando esa junta de propietarios esté ya en marcha.

Todos esos trámites, aventuró, esperan desarrollarse en lo que resta de mes y durante mayo, para que en junio, “si nada se tuerce”, puedan estar ya viviendo en su nueva casa. Este edificio de 24 viviendas se encuentra en la esquina de la calle Pintor José Jorge Morales con Capitán General Gutiérrez Mellado, y se edificó sobre un solar de 814 metros cuadrados distribuidos en cinco plantas de altura. Todas ellas cuentan con certificado de eficiencia energética en vigor, quiso destacar el concejal, quien aseveró que desde el Ayuntamiento no se ha querido “escatimar en gastos para cumplir e ir un poco más allá de lo que el propio código técnico” exige. 

En la calle, muchos de los nuevos propietarios comentaban en pequeños grupos cómo había ido la visita y qué les parecía lo que habían visto. La mayoría decía encontrarse satisfecho, y sobre todo aliviado de ver que, después de tantos años, por fin veían la luz al final del túnel. Algunos criticaban que el tamaño de las viviendas era escaso para muchas familias numerosas de las que vivían en los edificios del Patronato, y lamentaban que no se haya tenido en cuenta sus circunstancias. Al final, nunca llueve a gusto de todos.

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