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Comercio | Iniciativas para sortear la crisis

Establecimientos de Triana se reubican en busca de más clientes y menos alquiler

Las calles Cano y Viera y Clavijo registran los mayores movimientos de comercios | Los cierres de negocios propician traspasos de locales con rentas más bajas

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Nuevos comercios de Triana Andrés Cruz

De forma paralela al cierre durante los últimos meses de comercios, incapaces de resistir el embate de la crisis, otros empresarios han optado por plantarle cara al temporal abriendo nuevos negocios o reubicando sus antiguas tiendas en calles con más afluencia de gente, aprovechando también la bajada de los precios de los alquileres en algunos casos.

La creación de estas nuevas tiendas en los locales que han dejado vacíos otros que no han podido resistir la crisis está aumentando en los últimos meses. Calles como Viera y Clavijo o Cano, en el barrio comercial de Triana, son el mejor ejemplo de este fenómeno que los comerciantes de la zona interpretan como una consecuencia de la bajada de alquileres, en algunos casos, tras el cierre de negocios por la crisis sanitaria, y de la búsqueda de calles mejor situadas y con mayor tránsito de personas para conseguir nuevos clientes La situación sigue igual de mal, indican. “Los meses de enero, febrero y marzo han sido muy malos y las cosas no pintan bien”, lamentan.

Sin embargo, siempre hay empresarios que tratan de utilizar la crisis como una oportunidad para sacar adelante sus comercios o crear otros. Es el caso de negocios como Totó&Co, que ha abierto un nuevo espacio; o de la boutique Mom Blu o el Atelier María Secretos, que han cambiado de ubicación. No son los únicos que siguen aventurándose pese a la pandemia. En la calle Mayor de Triana, Banana Computer se ha establecido en uno de los locales que se quedó vacío por la pandemia y otra joyería prepara su aterrizaje donde estaba la histórica Rubí. En San Bernardo, nuevos inquilinos preparan un local para abrir una vinoteca donde estuvo hasta hace poco una agencias de viajes y en Viera y Clavijo, otro empresario está pendiente de abrir en el local que dejó María Secretos.

La boutique Mom Blu se muda del pasaje de San Bernardo a Cano, más transitada

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El emprendedor Totó Vidal acaba de abrir en la calle Cano su quinta tienda Totó&Co, más centrada en los complementos, que despierta la atención de la gente que pasea por el chute de colores y creatividad que desprende el espacio en el que conviven multitud de marcas. El negocio se ha estrenado con buen pie, asegura su dueño, que tiene otra tienda justo al lado, en Viera y Clavijo, y que abrió otra más en Néstor de la Torre justo después del confinamiento. Vidal afirma que no le va mal y que está preparando la apertura de su sexta tienda en otra parte de la isla. Cuando muchos establecimientos reducen personal o meten a sus empleados en ERTE, Vidal ha creado ocho puestos de trabajo en plena pandemia.

“El secreto está en trabajar mucho y lograr la fórmula para llegar al cliente”, ese toque de creatividad que permite diferenciarse en medio de la gran oferta de moda que hay, explica el empresario, quien añade: “A nosotros nos va bien. No hemos cambiado nuestra forma de actuar tras la pandemia. La gente siempre quiere ponerse guapa, pero a precios Totó. Abrimos de lunes a sábado. No cerramos a mediodía. Cuando estábamos confinados, pensé en la anterior crisis, en la que hubo más millonarios y más pobres que nunca y decidí estar en el lado de los ganadores. Arriesgué y hasta ahora me ha salido bien, pero también es verdad que trabajando el triple para ganar la mitad. Pero subsistimos. Como decía Darwin, el que sobrevive es el que mejor se adapta”.

En este caso, la fórmula es “traer productos que satisfagan al cliente y este te lo paga, volviendo más veces. Si te limitas a lamentarte por lo mal que estás, las cosas no mejoran”, subraya Vidal, que cambió los eventos por la venta de moda hace unos años, emmpezando con “50 euros y una maletita rosa vendiendo bisutería por las tiendas”. Después montó otros comercios y hará unos cuatro años abrió su primera tienda Totó, un loft “en medio” de la carretera de Tafira. “Nadie daba un duro por ella, pero yo descubrí un mundo nuevo porque a mí lo que me divierte es crear, el diseño y la decoración. Dos años después monté otra en el centro comercial Las Ramblas”. Y ahí siguen todas abiertas.

Mom Blu se muda

Casi en frente de Totó&Co, en la misma calle Cano, ha abierto hace apenas unas semanas Mom Blu, una boutique de moda, cuya dueña se ha mudado desde su antigua ubicación en busca de un lugar más transitado que le depare nuevos clientes. Angeles Báez es otro ejemplo de aprovechar las crisis para transformar el negocio. Empezó hace años con una boutique en Luis Doreste Silva. Durante la crisis de 2008 se mudó al pasaje comercial de la calle San Bernardo y durante la pandemia ha vuelto a dar el salto a la calle Cano, aprovechando un ajuste del precio del alquiler del local, que se había quedado vacío. “Este local no es más barato que el de San Bernardo, pero está mucho mejor ubicado, pero es que en el pasaje me moría de asco y aquí puedo conseguir más clientes”, aclara. “Estaba buscando un local que no se pasara demasiado de precio, que antes se pasaban un montón. La persona que estaba aquí se jubiló y yo llegué a un acuerdo con el dueño y como estamos en crisis se ha mantenido en un precio razonable, más o menos”. Y no se ha arrepentido.

Totó &Co acaba de abrir su quinta tienda en la calle Cano y prepara el estreno de otra

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Las nuevas clientas, afirma, no han tardado en llegar. “No es para tirar voladores porque estamos en plena crisis, pero me va mejor. Yo he superado ya tres crisis. Siempre me he mudado en época de crisis. Y dentro de lo malo, me ha ido mejor siempre con el cambio. Así que vamos escapando”, aunque reconoce que las ventas han bajado un 40%.

En cualquier caso admite que es su fiel clientela la que le permite sobrevivir, porque “la cosa está fatal y la gente está saliendo más a comer y beber y no está para comprar. Yo tengo una buena clientela de funcionarias y médicas y gente que tiene buenos trabajos y voy escapando de momento”, dice Báez, que ya ejercía de personal shoper con su clientela cuando esa profesión no existía. “A ellas les da igual las marcas y compran lo que yo les vendo, casi todo firmas italianas. Yo las tengo muy mimadas y como ya no quedan muchas boutiques en las que las traten bien y las cuiden y las avisen cuando ha llegado algo que sabes que les va a gustar, pues siempre vuelven. De momento, vamos escapando”, sostiene.

Los secretos de María

El lance de María Valencia Sepúlveda, dueña del Atelier María Secretos en Viera y Clavijo es un perfecto ejemplo de como encarar con firmeza un duro temporal en su peor momento y conseguir salir a flote. María abrió su primera tienda hace algo más de un año, en marzo del pasado año. Con tan mala suerte -o buena, nunca se sabe- que dos días días más tarde, después de la inversión y el esfuerzo realizada para montar el negocio y con el local recién estrenado, se vio obligada a echar la persiana y esperar a que pasara la tormenta para reabrir. Esta artesana y diseñadora de complementos se pasó la cuarentena encerrada en su casa sin parar de hacer collares y otros abalorios y en cuanto pudo, subió la persiana. El boca a boca funcionó de maravilla y el negocio salió adelante. Y hasta la fecha.

La tienda tuvo tan buena acogida, que un año después Valencia ha cerrado su antiguo local y ha abierto otro atelier en la misma calle un poco más abajo, esquina con Perdomo. “He tenido una muy buena acogida. La gente que conocía mi trayectoria me ha apoyado mucho y también la gente nueva que me ha ido conociendo y está contenta con el producto que vendemos, de alta calidad”, asegura esta colombiana, ya hija adoptiva de Canarias porque lleva aquí 30 años.

El atelier María Secretos abrió dos días antes del confinamiento, pero salió adelante

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El establecimiento vende bisutería de lujo hecha por artesanos colombianos, entre los que se encuentran réplicas de la orfebrería precolombina, realizadas a base de bronce con un baño de oro y un sinfín de maravillas artesanas. “Hemos encontrado un huequito, la verdad. Trabajamos muchísimas horas y no tenemos empleados pero le echamos mucho amor y mucho tesón. Tengo algo de venta online y el boca a boca me funciona muy bien”, subraya Valencia, cuyo negocio tiene un gran componente solidario. Gracias a los productos que se venden en el atelier, cuatro familias de la etnia Emberá-Chami, formadas en su mayoría por mujeres con hijos a su cargo, han logrado sobrevivir. “Esto nació como un proyecto social. Trabajamos con cuatro familias que nos hacen bañadores a mano, collares y una línea grande de complementos. Forma parte de un proyecto para mejorar su calidad de vida y lo estamos consiguiendo, porque todo lo que entra en el taller vuelve a generar más trabajo. Todo el que entra en este atelier está ayudando a esas personas”. Valencia trabaja también con varias decenas de artesanos colombianos, cuyos “secretos”, así como los de las obras elaboradas por ella, guarda en “cajones expositores mágicos”. “Todo lo que se da vuelve a ti. Y ese es el secreto para que una no deje de trabajar”, sostiene.

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