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Las cuevas de Los Canarios, un yacimiento arqueológico en constante amenaza

El conjunto prehispánico de El Confital suma cinco incendios en 2021 y acumula cinco años sin revisar el riesgo de desprendimientos

Parte de la basura y mobiliario que el Cabildo ha retirado estos días en una limpieza de choque en las cuevas de Los Canarios tras desalojar al último ocupa. | | LP/DLP

Ocho cavidades de habitación y un pequeño silo o granero conforman el conjunto de las cuevas de Los Canarios, un yacimiento arqueológico en constante amenaza. Tras desalojar el pasado jueves al último sin techo que ocupaba el enclave, el Cabildo ha estado acometiendo una limpieza de choque de la zona. El siguiente paso será evaluar los hipotéticos daños que se hayan producido en los últimos años; según el cuerpo de Bomberos de Las Palmas de Gran Canaria, solo desde el pasado enero han sofocado cinco incendios de enseres y basuras. El conjunto prehispánico acumula, además, cinco años sin controlar el riesgo de desprendimientos.

José de León, inspector de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria, señala que la mejor manera para evitar que las cuevas vuelvan a ser ocupadas es que estas dejen de presentar un aspecto de dejadez. Para ello han planteado mejorar el área del mirador con nueva señalética -la actual está completamente destrozada- que incluirían códigos QR que harían posible conocer el interior de las cuevas desde el móvil. Además, la institución insular, encargada de conservar el yacimiento, hará una limpieza exhaustiva de la ladera con supervisión arqueológica, indica el experto.

La idea será también retirar el hollín del interior de las cuevas con un tratamiento adecuado, precisa De León. En general, los incendios que han afectado al yacimiento han sido de pequeña consideración, calcinando enseres y basura y no afectando al enclave, según han podido corroborar tanto el técnico como Bomberos. El último de estos cinco conatos de 2021 se produjo el pasado martes; el humo llegó a ser visible desde cualquier punto de la bahía de El Confital dado el carácter de atalaya del conjunto.

Dinamitar los solapones

El camino de acceso al yacimiento seguirá cerrado por un tiempo indefinido, señala De León. Para reabrirlo al público será necesario garantizar la seguridad del mismo. El Cabildo ha barajado tres opciones para evitar los desprendimientos. Por un lado, dinamitar los solapones que quedan por desprenderse, aunque esto podría poner en peligro a las propias cuevas, dada la fragilidad de la toba volcánica, explica el experto. La segunda opción sería coser estas viseras parcialmente derrumbadas con tensores desde la cima de la montaña, pero para construir los anclajes también habría que perforar la ladera. La tercera consistiría en crear columnas que sostuvieran la solapa, lo que provocaría un impacto medioambiental considerable, afirma.

De León indica que para tomar la decisión adecuada habrá que analizar la evolución de las grietas de los solapones en base al estudio geodésico realizado hace cinco años tras el importante derrumbe de 2015. “Habría que ver si el estado en el que se encuentra permitiría dejar el paso hasta el primer conjunto de cuevas, pero es pronto para valorar esto”, precisa. Las cavidades de habitación de mayores dimensiones son justamente las que se encuentran a resguardo de la visera rocosa parcialmente derruida.

El estado de abandono y la desidia de este conjunto arqueológico ha sido noticia en la última década en más de una ocasión. En 2011 los bomberos se vieron obligados a sofocar un importante incendio al prenderse fuego enseres y basuras de las personas que por aquel entonces pernoctaban en el lugar; indigentes que fueron desalojados en ese momento después de estar residiendo durante años en un yacimiento declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2009 dado el interés histórico que suscita por su emplazamiento.

Tras acometer una limpieza de choque, habilitar senderos y señalética informativa, unos desprendimientos volvieron a obligar al Cabildo a cerrar el camino de acceso. Se realizaron una serie de estudios geodésicos para determinar el estado en el que se encontraba la toba volcánica de la ladera; sería poco después cuando una serie de personas aprovecharon el nuevo abandono para establecer allí su morada. La Policía Canaria desalojó al último de estos ocupas el pasado jueves por medio de una resolución judicial.

Según el inspector de Patrimonio Histórico del Cabildo, esta resolución del juez marca un precedente legal ante la posibilidad de la llegada de nuevos ocupas al no estar dirigida a nadie en concreto. Aún así, desde la institución insular han afirmado que las inspecciones por parte de la Policía Canaria y de la Policía Local capitalina serán más continuadas. El objetivo final será evitar que el yacimiento siga deteriorándose.

El Cabildo también busca incrementar la seguridad del enclave ante el peligro de desprendimientos. De hecho, en 2018 una mujer de 51 años falleció en el Hospital Doctor Negrín tras precipitarse por la ladera. Un mes después, un hombre que estaba pasando las noches en una de las cuevas tuvo que ser rescatado por los bomberos después de caer risco abajo. Y es que la toba volcánica que conforma la montaña en la que se encuentra este enclave es inestable, de ahí que el camino de acceso permanezca cerrado.

Este conjunto arqueológico que en otro tiempo estuvo habitado por los aborígenes canarios está formado por varios grupos de cuevas que se disponen en dos solapones de toba volcánica con una amplia vista sobre El Confital, Las Canteras y la costa norte de Gran Canaria. Las cavidades de habitación tienen formas cuadradas o rectangulares y están conectadas por pasillos. Existen, además, unas 12 cavidades destinadas a silos. En el suelo de las viviendas hay agujeros que tuvieron funciones principalmente domésticas.

Un conjunto prehispánico único en La Isleta


Las Cuevas de Los Canarios son un conjunto prehispánico único en La Isleta. El inspector de Patrimonio Histórico del Cabildo, José de León, resalta que este yacimiento no destaca por sus dimensiones -pues hay poblados de cuevas mucho más grandes y variados en Gran Canaria- si no por su singularidad y situación. La península de La Isleta fue durante siglos un territorio casi independiente, pues el tómbolo de arena del istmo de Santa Catalina quedaba sumergido en mayor o menor medida con las mareas altas. “Estaban aislados”, precisa. “Vivían con unos recursos muy limitados, es más los arqueólogos sabemos muy bien de dónde los obtenían”. Bien es cierto que la playa de El Confital facilita con sus charcones la actividad de la pesca y el marisqueo, pero uno de los misterios sería de dónde obtenían el agua para beber. En cuanto a otro tipo de alimentos, De León apunta que existen planos del siglo XVIII donde se observan terrenos de cultivo en la pequeña explanada veguera donde hoy se sitúa el barrio de Las Coloradas. La existencia de un silo o granero con unas 12 cavidades perfectamente definidas para albergar este tipo de actividad corroboraría esta hipótesis. Además, bajo las calles del barrio portuario existió hasta comienzos del siglo XX un cementerio aborigen con numerosas cistas aprochando las lavas de un malpaís ya desaparecido. Y es que las cuevas de Los Canarios estuvieron habitadas durante varios siglos de manera continuada, con reutilizaciones tras la conquista que han modificado el lugar. | A. V.

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