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Doble crimen en Arenales

Gritos de terror en el segundo piso

Vecinos del edificio oyeron al joven Marcos L. pedir ayuda aterrorizado por su tío José L. E. que lo iba a matar | Los residentes llamaron a la policía ante el que fue el último suceso de un violento toxicómano

Reconstrucción crimen de Arenales

Reconstrucción crimen de Arenales

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Reconstrucción crimen de Arenales Mary Suárez Jaspe

Los gritos de auxilio y terror de Marcos L. fueron escuchados por los vecinos del edificio quienes intentaron mediar en la situación, a la vez que llamaban a la policía para denunciar lo que estaba sucediendo en el segundo piso del número 34 de la calle Pérez del Toro. Al final, Marcos L.,de 18 años, mató de una puñalada a su tío José L. E., de 48, que acababa de asesinar a cuchilladas a su propia madre Josefina, de 85, abuela de un aterrado joven que no pudo huir de su propia casa con su tío fuera de si.

Fuentes cercanas a la investigación han explicado que las personas que residen en el mismo edificio donde ocurrió el doble crimen escucharon al joven majorero cuando aterrorizado pedía auxilio al ver que su vida corría peligro. Los vecinos lograron hablar con Marcos a la vez que llamaban desde sus móviles a la Policía Nacional para solicitar ayuda ante la situación de pánico que vivía el chico encerrado en su habitación y con el tío destrozando las puertas. Una vez que un vecino logró hablar con el estudiante se percató de que algo horrible estaba sucediendo y de que Marcos L. podía acabar, si no salía de allí, con heridas de gravedad e incluso de muerte.

José L. ignoró las peticiones de sus conocidos para que dejase tranquilo a su sobrino

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Una noche terrorífica fue lo que vivieron los vecinos que ya desde hace años alertaban de que algo así podría suceder con un residente “muy conflictivo” . José L., con problemas de drogas y alcohol, y con antecedentes policiales y carcelarios, ya había protagonizado episodios violentos con los residentes de la calle, con sus familiares e incluso con policías. Varios testigos admiten que temían por sus vidas y que por ello le habían denunciado en diferentes ocasiones.

De hecho, evitaban encontrarse con él cuando caía la tarde noche porque su comportamiento se tornaba aún más agresivo y es que, según las fuentes consultadas, consumía sustancias estupefacientes y alcohol. Sus conocidos solicitaron incluso ayuda psicológica para evitar que sucediese una tragedia, en especial, por la situación de vulnerabilidad en la que se encontraba su madre, Josefina E., Pepita para todos, que se encontraba encamada por enfermedad.

La noche de los asesinatos, el pasado lunes, los vecinos también intentaron mediar con el parricida al percatarse de que quería matar a su sobrino. Le gritaban que no cometiera una locura y que ya la policía estaba en camino a la vivienda. Ni se asustó. Estaba fuera de si. No detuvo el ataque a su sobrino. José L. E. ni contestó a sus peticiones.

No hacía falta ver lo que sucedía en la casa para concluir que la vida de Marcos L. corría peligro. El estruendo que se escuchaba sumado a los gritos desesperados de “me van a matar”, que provenían del joven, más el amplio historial del atacante ya presagiaban un trágico desenlace.

Gritos de terror en el segundo piso

Gritos de terror en el segundo piso

Ya algunos vecinos relataron a este periódico que el estudiante, ahora en prisión, es una buena persona y dan total credibilidad a su testimonio de que actuó en defensa propia. Quienes le vieron salir esposado de casa la madrugada del martes no daban crédito, cuando producto de las heridas tuvieron que trasladarle al Hospital Doctor Negrín; y menos aún que haya acabado en la cárcel.

El pasado lunes 12 el barrio de Arenales vivió momentos trágicos cuando, sobre las nueve de la noche José L. de 48 años acabó con la vida de su madre, Josefina E. tras asestarle una puñalada en el tórax mientras ella estaba acostada en su habitación y es que ya tenía unos dos años encamada a raíz de una enfermedad. Pero la muerte también alcanzó al presunto parricida al que su sobrino acuchilló en defensa propia.

El estudiante salió de su habitación y al encontrarse la trágica escena intentó socorrer a su abuela sin éxito ya que la mujer perdió la vida prácticamente en el acto. En ese momento su tío intentó agredirle a él causándole heridas con un arma blanca en los brazos y en la cabeza, de hecho, el joven que llevaba un año viviendo con su abuela y querida Pepita en el domicilio se tuvo que refugiar en la habitación. Su tío le perseguía con un mazo con el que pretendía echar abajo la puerta, un cuchillo y pretendía matarle. El joven majorero en un momento dado obtuvo el cuchillo con el que José L. había matado a Pepita y le asestó una puñalada mortal en un costado a su tío mientras éste se asomaba en la puerta de la vivienda y es que detrás de ella se hallaban ya los primeros policías que llegaron a la vivienda.

Tras el aviso a la Policía Nacional por parte de los vecinos que residen debajo del piso familiar, la sala del 112 envió a dos ambulancias cuyos médicos solo pudieron confirmar la muerte de Josefina y su hijo José. El levantamiento de los cadáveres se extendió hasta casi las cinco de la mañana ante la mirada de vecinos que no entendían lo que acababa de pasar en el barrio.

Los habitantes de la calle le tenían terror al matricida porque era muy agresivo

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Por otro lado, el sobrino al que algunos conocían porque llevaba poco tiempo residiendo con su abuela, era esposado por los agentes como el presunto autor de un delito de homicidio respecto a su tío. El jueves, el magistrado Alberto Puebla titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Las Palmas de Gran Canaria tras la declaración del investigado y reconstrucción de los hechos, resolvió ordenar el ingreso en prisión provisional del joven quien insistió en que dio muerte a su tío en defensa propia.

Marcos L. también pidió socorro al 112 a quienes dijo: “¡Me quieren matar!”, mientras se encontraba encerrado en la habitación desde donde también notificó a su madre a la que le envió una foto de sus heridas por lo que ella también alertó a la Policía Nacional de lo que estaba sucediendo. A diferencia del supuesto parricida, el joven carece antecedentes penales y policiales. Mientras que su tío ha estado en prisión por un delito de tráfico de estupefacientes tanto aquí como en el extranjero y hace tan solo seis meses se le investigaba por uno de atentado.

Además, según amigos, la familia llegó a echar al toxicómano violento de la casa materna donde también vivía con su hija, a la que hace un tiempo que dejaron de ver por la zona.

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