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Tomás Morales también existe

Comerciantes del paseo capitalino piden más promoción en la zona para fomentar las compras y fijar clientela | Lamentan lo descuidado que se encuentra el barrio

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Comercios de Tomás Morales

Los comerciantes de Tomás Morales se sienten olvidados por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, no solo por la falta de promoción para fomentar las ventas de sus establecimientos, sino también por la dejadez municipal en lo relacionado con el mantenimiento de la calzada, la limpieza de las aceras o el deficiente alumbrado público, que genera problemas de seguridad y desincentiva las compras.

Olvidados. Muchos comerciantes del paseo Tomás Morales, sobre todo entre el Obelisco y Bravo Murillo, dicen sentirse así por la falta de cuidado y promoción en la zona por parte del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Se quejan del mal estado de la calzada, de la insuficiente iluminación -que se hace más acuciante si cabe en invierno-, de la falta de seguridad, del escaso aparcamiento y del desinterés del área de Desarrollo Económico, del que dicen que se preocupa más por las zonas comerciales de Triana y Mesa y López, olvidándose de los pequeños comercios alejados de esos núcleos. Todo ello se ha sumado con la pandemia para dejarles unos últimos meses muy complicados en los que varios establecimientos han tenido que echar el cierre.

«Hay sitios en la urbe que se arreglan sin tener tanta necesidad como el paseo de Tomás Morales»

Claudia González - Café Reina

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Algunos de esos problemas que relatan los comerciantes se pueden ver a simple vista. Los baches y hundimientos en la calzada son preocupantes, sobre todo en el carril bus, por el que transitan las líneas de Guaguas Municipales tropezando con cada uno de esos desperfectos, mientras muchos de los vehículos que circulan en sentido contrario tratan de sortearlos invadiendo otros carriles para ello. Algunos no se percatan a tiempo y ponen a prueba sus amortiguadores -y sus columnas vertebrales- topándose de lleno con los socavones. Según empresarios y vecinos, lo que se ha hecho hasta la fecha es poner parches que, a las primeras de cambio, se deterioran y dejan la situación peor de lo que estaba antes de intentar solventarla. 

«Se nota que la zona está descuidada, pese a ser muy transitada; las calles están hundidas, hay socavones también en las aledañas y perpendiculares, no solo en el paseo principal», lamenta Claudia González, que regenta la Cafetería Reina. En su opinión, se está trabajando en otros sitios «que no tienen tanta necesidad como este», en el que solo actúan a base de «parches», el último de ellos hace apenas dos semanas, y que ya está dando problemas de nuevo. Además, se queja que las fachadas de algunos de los edificios también están despintadas, y que todo esto contribuye a dar una mala imagen al visitante, quien «pasa y nota que todo está muy descuidado». Justamente en frente de su establecimiento hay uno de esos desperfectos en la carretera. 

Los empresarios se quejan del mal estado de la calzada, llena de baches y hundimientos.

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Miguel regenta la tienda Impresionante, de estampación serigráfica, y asegura que la calzada «está hecha un Cristo», lo que se suma al hecho de que por ella transitan muchos vehículos al ser una calle de paso. También critica la falta de limpieza en las aceras y en los parterres de los árboles, donde se acumulan los desechos. Pero lo que más le preocupa es la falta de aparcamiento, ya que admite que es «prohibitivo» poder aparcar en la zona por la gran cantidad de edificios residenciales sin garaje. Por ello, insta a «completar de una vez el parking del Obelisco que prometieron hace años y no han hecho nada». Asimismo, el comerciante agrega que en la zona azul «no hay control» ya que el revisor tiene un área demasiado grande y pasa mucho tiempo hasta que vuelve al paseo a controlar los vehículos. «Y menos mal que no pusieron carril bici, porque entonces sí que hubiera sido un problema de estacionamiento», apunta.

«Un plan de Urbanismo en la zona ayudaría a fomentar que la gente jóven adquiera su vivienda»

Mariola Sánchez - Óptica Centrilen

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En cuanto a la promoción de los comercios de Tomás Morales por medio de campañas municipales, los comerciantes apuntan que no hay ninguna. Mariola Sánchez, de Ópticas Centrilen, lleva muchos años en el negocio, justo en frente de los institutos, y reconoce que en los últimos años se ha perdido clientela, por la capacidad de arrastre que tienen la grandes superficies comerciales de la periferia de la ciudad. «Expulsan a los clientes del centro de la ciudad y los llevan hasta las afueras por la facilidad de aparcar», explica la empresaria, quien matiza que esta situación no se vive solo en Tomás Morales, sino también en otras muchas calles como León y Castillo, «que antes tenían mucho movimiento». Por su parte, la propietaria de uno de los negocios de la calle, que prefiere no dar su nombre, destaca que esta es una «zona olvidada por parte del Ayuntamiento». 

Sin embargo, el concejal de Turismo, Promoción Económica y Empleo, Pedro Quevedo, asegura que el Ayuntamiento capitalino protege el comercio local al «defender las zonas comerciales abiertas, que son todas, aunque trabajemos en profundidad con las legalmente constituidas, que son con las que podemos relacionarnos formalmente». El edil también anuncia que la Concejalía de distrito está preparando un trabajo sobre el tejido comercial que próximamente estará en funcionamiento «y que será una buena herramienta para abordar estos problemas» de los que hablan los comerciantes del barrio. Quevedo reafirma, igualmente, que si los empresarios tienen inquietudes comunes podrían estudiar la posibilidad de constituirse como asociación comercial, con la que sí podrían colaborar más intensamente «en todo lo posible».

Problemas de seguridad

Otra de las demandas que ponen sobre la mesa algunos de los comerciantes de Tomás Morales tiene que ver con la escasa, o deficiente, iluminación que hay a lo largo del paseo. Según Francisco Javier Lozano, propietario de Universo Paralelo, las farolas «son antiguas y no tienen una luz muy viva», lo que genera mucho malestar, no solo entre los clientes, sino también entre los vecinos. En opinión de la propietaria de otra de las tiendas de la vía, esos problemas de alumbrado son todavía más preocupantes en época invernal, ya que anochece antes y provoca que la afluencia de personas sea prácticamente nula a partir de las 18:30 horas porque la gente tiene miedo de salir. 

«En el distrito se está trabajando en una herramienta para tratar las demandas del tejido comercial»

Pedro Quevedo - Concejal de Promoción Económica

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Y es que esta comerciante manifiesta que hay muchos momentos en los que se siente inseguridad en la zona, sobre todo a raíz de la pérdida de la figura del policía de barrio, que se encargaba de realizar vigilancias y patrullaba las calles, haciendo disminuir el vandalismo y disuadiendo a las personas de cometer delitos. De hecho, cuenta que hace un par de semanas se produjo un incidente en una cafetería en la que se produjo un atraco a plena luz del día que ha generado cierto desasosiego entre el resto de empresarios, que tienen miedo de ser los siguientes. Todo ello pese a que, desde su punto de vista, la de Tomás Morales es una zona comercial «con potencial» ya que cuenta con una clientela fija procedente de los institutos y la facultad, así como de los distintos servicios que hay a lo largo de la vía.

La inseguridad es una preocupación en los comercios por el alumbrado deficiente y la falta de policía.

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En esta situación de desamparo que evidencian, los comerciantes también se han tenido que enfrentar en los últimos 14 meses a los estragos provocados por la pandemia de Covid-19, que les ha atacado si bien ya venían arrastrando pérdida de clientes de antes de la crisis sanitaria. Especialmente perjudicadas se han visto las cafeterías y otros establecimientos de restauración. Claudia González se mudó la semana pasada a su nuevo local, unos metros más al norte del que tuvo en los últimos años en el mismo paseo. Lo hizo porque era más grande y le permitía disponer de espacio de terraza en la calle, algo que le había impedido abrir mientras la isla se mantuvo en fase 3. «Fue tirarse a la piscina, pero hemos conseguido mover a nuestra clientela fija con nosotros y nos ha ido bien por el momento», reconoce, para luego añadir que este año ha sido muy duro porque han tenido que costearse muchos extras por su cuenta sin apenas recibir ayudas. Al mismo tiempo, critica que, ahora en fase 2, se tenga que pedir a los consumidores que rellenen el formulario de contacto porque ralentiza los servicios y no pueden contratar a nadie.

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