La mayoría de las joyas que el acusado y amigo de Rosa Delia L.G. presuntamente le robó tras golpearla en la cabeza las llevaba puestas, ha afirmado este martes ante la Audiencia de Las Palmas su hijo, quien la halló muerta en la cocina el 8 de junio de 2019, dos días después de que la mataran. En el segundo día del juicio que se sigue contra José Octavio M.H., alias Pepe el Liso, que se enfrenta a una condena de 24 años y 6 meses de prisión por los delitos de asesinato y robo con violencia, el único hijo de la víctima ha indicado que en el cuerpo de su madre quedaba aún alguna cadena y alhaja, pero no llegaba al 5 % de lo que solía llevar encima, que se ha valorado en más de 30.000 euros.

Asimismo, ha manifestado al tribunal que el acusado debía a su madre entre 8.000 y 12.000 euros, según le había dicho ella, y que esta le ayudaba porque sentía pena por el procesado, quien iba casi todos los días a su casa, donde comía y desayunaba y se quedaba a ver la televisión, como reconoció en su declaración de este lunes el propio acusado. En declaraciones a Efe, el hijo de la víctima ha remarcado que lo que más le ha llamado la atención del acusado es su "sangre fría" para poder despojar de las joyas a su madre una vez muerta, pues ha indicado que algunos anillos no se los podía sacar ella misma.

Un hermano de Rosa Delia, Álvaro del Cristo G.L., ha relatado que estaba en los Llanos de la Pez cuando su sobrino le avisó de que habían matado a su hermana y ha dicho que de quien primero sospechó fue del acusado porque solo dejaba entrar a tres personas en su casa, "a su hijo, a este sinvergüenza y a mí". Según ha indicado, su hermana prestaba "sumas desorbitadas" a José Octavio H.M. "Este señor era un vividor y abusaba de ella", ha añadido el testigo, que ha contado que en una ocasión se enfrentó al procesado porque no le pagaba las deudas a su hermana, quien, a su vez, le ocultaba lo que le debía por temor a que "tomara represalias" y tuviera problemas con el acusado.

Las joyas, su pasión

El hermano de la víctima, al igual que su hijo, ha asegurado que su hermana llevaba "muchísimas joyas puestas" porque "era su pasión" y ha coincidido con su sobrino en que ella ayudaba al procesado porque sentía lástima por él. Al concluir su declaración, en la que se ha emocionado recordando a su hermana, ha reclamado justicia.

Dos vecinos de la víctima han declarado también que conocían al acusado porque solía ir casi a diario a su casa y que el día de los hechos no escucharon ningún ruido extraño. Uno de ellos, el que vivía puerta con puerta con Rosa Delia L.G., ha comentado que se enteró por su hijo de que estaba muerta, y que fue con él hasta la cocina, donde se hallaba su cadáver, donde este le advirtió de que le faltaban sus joyas.

La amiga con la que el acusado se fue a un apartamento del sur tras cometer el crimen ha referido al tribunal que no eran pareja y que se conocían desde jóvenes y que ella pensaba que trabajaba en el servicio municipal de limpieza. Ha indicado que la tarde del 6 de junio se fueron en guagua al sur para pasar unos días en un apartamento, como ya habían hecho en otras dos ocasiones, si bien ella desconocía lo que había ocurrido. Según esta testigo, le llamó la atención el aspecto y la actitud de José Octavio H.M., que se presentara portando solo una pequeña bolsa y ninguna muda y que al chico de los apartamentos le diera 100 euros de propina.

"Mira, María del Mar, aquí hay miles de euros"

Ha señalado también que el día antes de dejar el apartamento le mostró una bolsa de plástico con joyas, que ella pensó que era bisutería y, aunque no lo recordaba, según declaró a la Policía, el procesado le dijo: "Mira, María del Mar, aquí hay miles de euros". Asimismo, ha indicado que cuando regresaron el domingo del sur les estaba esperando la Policía en la estación de guaguas de San Telmo.

El último en declarar en la sesión de este martes ha sido un facultativo del servicio de biología del Instituto Nacional de Toxicología que elaboró un informe de las muestras de sangre recogidas en varias joyas y en un taburete de la cocina y que concluyó que la probabilidad de que fuera de la víctima era de un "trillón de veces". El letrado de la defensa, que califica los hechos como un delito de homicidio en el que concurren las atenuantes de confesión y arrebato, no ha formulado preguntas a ninguno de los testigos, como ya hizo ayer con su defendido, al que no quiso interrogar.

El juicio continuará este miércoles con la declaración del perito que valoró las joyas y el informe de autopsia y, posteriormente, las partes presentarán sus conclusiones finales y se dará al acusado el derecho a la última palabra.